En 1933 se editaba en
castellano la novela del escritor norteamericano Dashiell Hammett ‘El halcón
maltés’. Tres años antes, la primera edición en los Estados Unidos, había
tenido un gran éxito considerándose un revulsivo para el género policiaco, y
estrenándose en 1931 la primera versión cinematográfica de la misma. Sin
embargo, sería en 1941 cuando se presentaba la versión aclamada por público y crítica, dirigida por
John Huston y protagonizada por Humphrey Bogart. En ese año España transitaba
por una dura posguerra y las autoridades franquistas no permitieron que la
película llegara a las pantallas españolas, lo que sucedería a principios de los años 70 del pasado siglo,
cuando TVE emitió el ciclo “Su nombre es Bogart”, en el que se incluyó la
misma. No solo eso, la versión castellana de la novela, editada como decíamos en
1933 por la editorial Dédalo en tiempos de la segunda república, y con el
curioso nombre de ‘El Halcón del rey de España’, entraba a formar parte de la larga lista de
libros considerados perniciosos para los lectores españoles en aquellos años,
por lo que se censuraba su lectura y comercialización. Por lo escrito hasta
ahora entenderán que resulta curioso y atractivo, que en la exposición
recientemente inaugurada en la Biblioteca Municipal de Jerez “Quién es el
asesino”, y donde se hace un recorrido bibliográfico por la novela policiaca,
esta edición prohibida en la posguerra esté entre las piezas expuestas. El libro
en cuestión parece es
adquirido en los tiempos de la República, unos años en los que ya era
Manuel Esteve Guerrero el bibliotecario de la misma y se dieron pasos
importantes en la actualización del fondo bibliográfico. En la ficha manuscrita
en papel de aquellos tiempos que aún se conserva, no hemos observado la
existencia de esas marcas con la que los bibliotecarios de la época señalaban los
libros apartados de la lectura pública, o al menos cuya consulta tenía que ser
autorizada previamente por el bibliotecario. Una historia curiosa sobre cómo en
el Jerez de los años 40, Dashiell Hammett y su San Spade burlaron la censura. Ramón
Clavijo Provencio
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