viernes, 26 de marzo de 2021

MÚSICA Y LIBROS

 

“Los libros también tienen su banda sonora, su música, como las películas”. Al menos esto era lo que afirmaba hace ya años mi buen amigo Torner, gran cinéfilo y lector. Debo reconocer que  el tiempo y las muchas lecturas me han hecho confirmar aquello. Los libros, al menos aquellos que tienen la virtud de atraparnos en su mundo, también van envolviéndonos de música. Quizás esta sea imperceptible para muchos lectores, pero si somos capaces de activar todos nuestros sentidos en la lectura finalmente la iremos captando, de la misma manera que espontáneamente vemos el rostro de los personajes que habitan entre las páginas de un libro, aunque el autor no haya sido muy detallista en describir sus facciones o simplemente no lo haga a lo largo de la narración. Y sin embargo, no nos extrañamos de este poder que nos acompaña en nuestras lecturas. Sí, los libros, como decía Torner, tienen música.  Una música que puede ser desconocida y que escuchamos por vez primera, al mismo tiempo que vamos avanzando en la historia contenida entre sus páginas. Pero también no son menos numerosos los casos, en los que los acordes que nos acompañan durante la lectura son perfectamente reconocibles. A todos se nos vienen a la memoria muchos libros cuyas historias han sido trasladadas al cine y, por tanto, a las que ya identificaremos con una música concreta. Es el caso de “Los restos del día” de Kazio Ishiguro, llevada a la gran pantalla por James Ivory y para la que Richard Robbins compuso una inolvidable melodía. Otras veces son los propios escritores los que nos lo tratan de poner fácil como Murakami en “Tokio Blues” o “Sauce ciego, mujer dormida” (Tusquets), donde encontramos esa maravillosa historia titulada “Viajero por azar”  que gira en torno al jazz. Más recientemente Juan José Millás  en su “Que nadie duerma” (Alfaguara), hace girar la narración en torno al Turandot de Puccini, y mientras avanzamos en ella es difícil sustraerse de las notas del Nessum Dorma. Sí, los libros tienen música, aunque la mayoría de las veces seamos nosotros los únicos autores de la banda sonora de cada historia atrapada entre sus páginas. Ramón Clavijo Provencio 

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