viernes, 26 de marzo de 2021

VISIBILIDAD

A riesgo de incurrir en el imperdonable vicio de la reiteración, vuelvo a Erasmo de Róterdam. No se cansó el insigne humanista de censurar en sus escritos la religión entendida como simples ritos y ceremonias exteriores, y de predicar una religión interior. “la vida evangélica no se desarrolla en conventos y catedrales, sino en cualquier lugar, sea cual sea la condición del fiel; por último, esta vida no se manifiesta tanto a través de ritos y ceremonias exteriores, como en el interior del ser humano”, nos aclara Francisco Castilla Urbano en su exhaustivo artículo “Propuestas utópicas e insuficiencias políticas: Erasmo y el Cuerpo Místico de Cristo”. Y viene esto a cuento porque han pasado los siglos desde que el pobre Erasmo predicaba en el desierto y seguimos dándole más importancia al exterior que al interior en muchos aspectos de la vida, incluido el religioso. Y uno de esos aspectos es el famoso y ya cansino “Día Internacional o Mundial de…”. Bajo la excusa de que hay que dar visibilidad o hacer visible un problema o un conflicto social, ya no quedan días entre los trescientos sesenta y cinco que contiene el año, y hasta en una misma jornada nos vemos celebrando dos o tres efemérides distintas: el día del gato, el de las tortas de aceite y el de los jerséis de cuello alto, por poner algunos ejemplos chuscos. Y así, todos los que pretenden reivindicar o “darle visibilidad” al asunto, se lanzan a la calle como posesos gritando sus consignas. Terminada la manifestación, recogida de pancartas y hasta el año que viene. El otro día, un querido amigo me pasó la entrevista que le hacían en una publicación a un antiguo y admirado profesor nuestro, un espejo de docente y persona en el que siempre he querido reflejarme. Hombre religioso de vocación y miembro de una orden religiosa, le confesaba al periodista: “me siento gustosamente empujado a dedicar una hora o más por la mañana a la oración… Yo mismo me admiro de esta no tan costosa inclinación. Poder decir “¡Qué bien estoy aquí ante el Señor!” o “¿Es que hay otra ocupación más gratificante?”… Ahora, en mi momento actual, lo que más valoro es el agradecimiento hacia el Señor”. Estas palabras de mi admirado profesor es un perfecto ejemplo de la religión interior que predicaba Erasmo. La conversación con Dios, su presencia gratificante, agradecida para aquel o aquella que cree en Él y en Él se reconforta. Sin golpes de pecho, sin manifestación callejera, sin pancartas ni consignas gritadas por una masa más interesada que sincera, menos espontánea que manipulada. El mejor homenaje a nuestros sanitarios (lo siguen diciendo ellos) no es el aplauso, sino que extrememos las medidas de seguridad y de higiene; el feminismo no se grita, se ejerce todos y cada uno de los día del año desde cualquier ámbito de nuestras vidas: en casa, en el trabajo, en la educación de nuestros hijos; a los animales no se les festeja se los cuida y no se les abandona… “Ningún día os borrará de la memoria del tiempo” es el verso de Virgilio grabado en el monumento en homenaje a los fallecidos en las Torres Gemelas. Por eso, todos los días debemos poner de nuestra parte, no con gritos sino con hechos, para hacer de este mundo un lugar más acogedor para todos. No un día, sino todos los días. José López Romero. 

 

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