sábado, 23 de febrero de 2013

TOMBUCTÚ


Durante algunas semanas hemos ido recibiendo noticias terribles para la cultura, que nos llegaban desde un lugar geográfico con nombre mítico: Tombuctú. Una ciudad lugar de paso de caravanas durante siglos y destino ansiado para viajeros deseosos de nuevas experiencias. Tombuctú, la  ciudad de barro que paradójicamente vivió una era de oro. Lo sucedido en la capital cultural de Mali y la magnitud del desastre sobre su patrimonio cultural quizás nunca lo sabremos, y tanto más me reafirmo en ello cuando hemos asistido perplejos a un rosario de noticias a cual más confusa y contradictoria, sobre lo que allí ha sucedido. Noticias que tan pronto nos hablaban de que se estaba perdiendo gran parte del patrimonio, sobre todo escrito, allí conservado, a otras que minimizaban esa destrucción. Pero maticemos, la primera tragedia que allí se ha vivido tanto en la ocupación de la ciudad  por los tuaregs y luego su toma por las tropas francesas, ha sido sin duda el  humanitario, el de una población civil masacrada a merced de los extremismos y las guerras. Y en ese escenario de ocupación de la ciudad, el trasfondo ha sido el desastre cultural. Así y todo hemos asistido a  hazañas conmovedoras de gentes anónimas trasladando viejos legajos y manuscritos, conservados durante siglos, desde un lugar a otro para evitar su destrucción. Quizás para consolarnos nos guste pensar que han sido más las piezas salvadas que las destruidas  en estos peligrosos viajes por las calles de la ciudad, buscando un refugio seguro, una epopeya que nos trae ecos de aquellos operarios y técnicos del Museo del Prado que lograron poner a salvo el contenido de la mayor pinacoteca del mundo durante el asedio de Madrid, en la guerra civil española. Pero también y lamentablemente ecos de aquellos días que desembocaron en la destrucción de la biblioteca de Sarajevo, durante la guerra de los Balcanes, y donde se perdieron para siempre piezas únicas de la cultura europea. Una vez más el drama  humano unido al de la cultura, en una historia que  vuelve a demostrar que no aprendemos nada. Ramón Clavijo Provencio

No hay comentarios: