EN BUSCA DEL LIBRO DESEADO
Para muchos el verano es la época en la que tímidamente retoman el hábito de la lectura, aquel que casi han perdido a lo largo de los años. Y entre las múltiples tareas que se imponen para llenar el tiempo de ocio, una de ellas es disfrutar con un buen libro a ser posible tendido en una playa remota o al borde de una tranquila piscina, o simplemente dejando pasar la tarde al fresco en un pequeño patio o sombreado balcón, entretenido entre sus páginas. Pero luego viene la duda y la angustia de si encontraremos el libro, o los libros -para los más osados- adecuados. Y así son muchos lo que se pasarán el verano tratando de encontrarlo, y mientras los días van quedando atrás crecerá su angustia al comprobar que de todo lo que se proponían hacer al inicio del estío, cabe la posibilidad de que no encuentren el libro con el que recuerden este nuevo verano. Yo no sé si es tanta la oferta que se abre ante nuestros ojos, y por tantos medios distintos, que encontrar algún libro que nos atrape -como un tesoro en una isla inexplorada- es mucho pedir. Pero lo que les puedo asegurar es que en estas semanas que llevamos de este verano de 2014, y séptimo desde el inicio de la crisis, me he topado con algunas gratas sorpresas que me han hecho disfrutar y mucho de la lectura. Si tuviera que decidirme por alguno, destacarlo de los demás, no tendría duda en señalar La rubia de ojos negros como mi libro de este verano, y tengo la certeza de que esto no cambiará ya a pesar de que la calurosa estación no ha terminado aún. Por muchas razones. Por supuesto en sus páginas se encuentra la diversión y el placer que todo lector busca. Las horas no pesan y nos molesta todo lo que nos pueda apartar de la historia que vamos página a página descubriendo. Y esa diversión no esta reñida con la exquisitez formal, la perfección en el lenguaje que hace que todo lo matices de la historia lleguen al lector de forma natural. Pero la principal razón por la que señalo este libro, como mi libro del verano antes de que este acabe, es la maestría de un escritor como Banville. A la valentía de haber aceptado el reto de rescatar a un personaje como Philip Marlowe, lo ha hecho de tal manera, con tanta solvencia, que algunos hemos tenido que recuperar las viejas y magistrales historias de Raymond Chandler, para convencernos de que La rubia de ojos negro no es una novela perdida de Chandler y ahora recuperada años después de la desaparición de este escritor. Con La rubia de ojos negros nos encontramos al mejor Chandler pero es una novela –paradojas de la literatura- que firma Benjamín Black (John Banville). A tenor de los resultados no sería de extrañar que en un futuro cercano Banville/Black nos sorprenda con otra historia en torno a Marlowe. Si es así, deseemos que no sea larga la espera. ¿Quizás el próximo verano? Ramón Clavijo Provencio
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