domingo, 16 de agosto de 2009

Baños de mar


A finales del siglo XVIII algunos viajeros como Bourgoing o Laborde ya hicieron alguna referencia a un fenómeno curioso que luego, mediado el XIX, Henry D. Inglis, Latour, Gautier y otros viajeros ya mencionaban como algo ineludiblemente ligado a la costa atlántica del sur de la Península y que se empezó a conocer como “baños de mar”. Nadie en aquel momento podría haber sospechado que aquello provocaría un siglo después, tales transformaciones en la costa como nunca antes se había producido. Nunca antes, insistimos, ni el poblamiento, ni las actividades productivas o de transporte de los humanos fueron capaces de generar el cúmulo de transformaciones y el sinfín de despropósitos al que hoy asistimos perplejos.
¿Quien lo podía predecir entonces? Hoy, cualquiera que a bordo de un pequeño balandro costee el litoral, puede observar a los bañistas inundando la playa y las transformaciones que este fenómeno ha provocado, con fuerza incontenible, sobre la primera línea del litoral. Quizás uno de los primeros libros editados en la provincia, que se hagan eco de este hecho sea el escrito por Fernando Guillamas y Galiardo: “Historia de Sanlúcar de Barrameda”. En una extensa introducción describe la situación que la moda de los baños de mar traen a la costa de Sanlúcar, mediado el siglo XIX. Es algo que viene de fuera y solo produce curiosidad y sorpresa a la población autóctona de dicho enclave de la costa gaditana, tanto a la oligarquía formada por terratenientes y bodegueros como al pueblo, aquel que trabaja de sol a sol en las huertas, navazos y viñedos. Lo que comienza siendo una práctica, la de bañarse en el mar, minoritaria y en sus inicios más como seguimiento de prescripciones médicas en aquellos que lo practican, ya por la década de los cincuenta del siglo XIX se está convirtiendo en un fenómeno de masas: “El lujo, la diversión y la costumbre son los mayores móviles que hacen acudir tan extraordinario número de personas á tomar los baños: acaso una décima parte de los bañistas los usan como remedio terapéutico y son dirigidos por profesores que sepan cuándo y cómo se ha de aplicar este agente higiénico, que administrado con oportunidad y conciencia, produce tan felices resultados en la curación de determinadas enfermedades, y evita el desarrollo de otras á que ciertos individuos están expuestos por su constitución, temperamento, ó género de vida.” Ramón Clavijo Provencio

1 comentario:

Miguel Ángel Borrego Soto dijo...

Acabo de descubrir vuestro blog que añado a los favoritos del mío. Un fuerte abrazo a los dos. www.donnablanca.blogspot.com