sábado, 15 de junio de 2013

SORPRESAS BIBLIOGRÁFICAS

Algunas veces la búsqueda de algo te lleva por caminos inexplorados, al final de los cuales lo que se encuentra no es precisamente lo que motivó el inicio del viaje.  En este caso me refiero a una búsqueda bibliográfica  en la que aún no he tenido éxito, pero en la que sin pretenderlo me topé, a lo largo del  tiempo, con una serie de libros cada uno de los cuales fue para mí una agradable sorpresa. No he sido desafortunado en esto de encuentros casuales con curiosos unas veces, excepcionales otras, libros. Y no hace tanto tiempo me sorprendí encontrando una versión desconocida de ‘La Mojigata’ de Moratín, o un manuscrito inédito de un desconocido viajes a las Indias allá por 1606, por no volverles a recordar lo de la sorprendente aparición de un códice medieval que, sí señores, otra vez yo fui el afortunado de encontrar escondido entre las páginas de otro libro.  Sobre la búsqueda de la que le hablaba al comienzo, todo comenzó con el encargo por parte de un conocido y reputado bibliófilo, de un impreso del siglo XVIII, un tratado de Geografía firmado por un tal J. Sarmiento, del que le habían llegado noticias que acrecentaron su interés en adquirirlo para su colección. Finalmente, ante sus reiterados fracasos recurrió a mí. Como les decía la búsqueda continúa y  me está llevando por caminos inesperados a encontrarme con libros tantas veces deseados y que ahora, extrañamente, han salido a mi encuentro sin pretenderlo. Me referiré solo a dos de ellos pero suficientes como  botón de muestra, de lo fructífera que pueden ser ciertas empresas imposibles: Del “Barrio de Santa Cruz” siempre tuve ganas de tener un ejemplar entre mis manos. Este poemario de Pemán, prologado por los hermanos Álvarez Quintero, siempre fue considerado por los bibliófilos un tesoro preciado, sobre todo porque se hizo una edición de tan solo 300 ejemplares. Para mí su atractivo reside más en las magníficos dibujos y xilografías del jerezano Teodoro Miciano.  De Carmen Carriedo hay muchas referencias pero  pocos restos de su obra literaria, salvo algunos artículos que escribiera en la prensa jerezana, bajo el seudónimo de “María de Xerez” en las primeras décadas del siglo XX. Pero fue una novelista de cierto éxito a nivel nacional, y que finalmente recalaría en la capital del reino. “El castillo de Nichopa” es una de esas novelas olvidadas, y de la  que encontré un ejemplar algo deteriorado en los depósitos de una librería de viejo, en mi búsqueda infructuosa de esa Geografía esquiva de un tal Sarmiento. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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