sábado, 26 de octubre de 2013

PIRATAS

Fue un encuentro casual. Nos detuvimos a la sombra del ficus de la plaza del banco frente a la mole del edifico de la biblioteca Municipal, obra de un Hernández Rubio hoy reivindicado, y allí durante unos instantes hablamos de las últimas novedades literarias, también de las lecturas que llevábamos entre manos –ella acababa de leer la revelación del año El caso de Harry Quebert, yo las  Siete ciudades en África de Silva-. En ese punto le pregunté a aquella buena amiga que acababa de salir de la biblioteca municipal, si  había encontrado lo que buscaba. Pues la verdad es que no  entré a buscar ningún libro, Ramón, sino simplemente a echar un vistazo a la exposición bibliográfica sobre el vino de Jerez. Por cierto, pequeña pero interesante. En cuanto a lecturas tengo las suficientes en mi e- book, y gratis. Con decirte que me he bajado sin coste alguno lo último de Vargas Llosa. Nos despedimos poco después, pero ya camino de casa seguí dándole vueltas a aquellas palabras según las cuales alguien me confesaba sin tapujos que se había descargado ilegalmente –aunque la culpa no era suya evidentemente- un libro, muchos más seguramente, recién salidos al mercado. Es decir, me había confesado que había robado, involuntariamente, pero había robado. En un interesante artículo de reciente aparición, El futuro de los libros, la exitosa escritora Julia Navarro escribe sobre todo ese cúmulo de despropósitos que rodea al mundo del libro en este país, donde la subida del IVA por un lado va debilitando lenta pero  inmisericordemente la industria editorial y todo lo que ella representa y, por otro lado, la inoperancia sobre el pirateo cultural está hundiendo definitivamente al libro, como ya hizo previamente con la música y el cine.  ¿Y los que tienen poder de decisión sobre estos asuntos qué hacen? Amparándose en excusas circunstanciales -que si la crisis, que si una mariposa se posa sobre un sauce llorón en Tokio o  vayan ustedes a saber que más- miran para otro lado distraídos ocultando una sonrisa que nos recuerda a la del Domiciano de Posteguillos (Los asesinos del emperador). Escribe Julia Navarro en el artículo arriba mencionado…Verán, yo creo que además de ser necesaria una ley que de verdad garantice la protección de la propiedad intelectual, hace falta un programa de educación desde la guardería hasta la Universidad. Es decir, hace falta educar y enseñar a los niños que bajarse de la Red cualquier contenido cultural, sea un disco, un libro o una película, está lisa y llanamente robando. Pero sobre  todo esto, en torno a lo que puede haber multitud de matices, al menos creo que tenemos derecho a exigir a los que deciden que se lo tomen en serio.  Ramón Clavijo Provencio

No hay comentarios: