En 1912,
cuando el sistema caciquil español comenzaba a tambalearse, y un sindicato de
tres letras se desnudaba integralmente preparándose para vivir su particular
luna de miel con el régimen primorriverista, la alcaldía jerezana la ocupaba el
sanluqueño Julio González Hontoria, el del Parque. Hablaba francés e inglés,
pero no acababa de entender por qué su carrera política tuvo que coincidir con
la aparición del semanario satírico “Don Fastidio”, “el más radical de la región, dispuesto
siempre a fastidiar a todo el mundo”. Lo ha tratado ya Antonio Mariscal el
28 de septiembre en este mismo medio, comentando que no dejaba títere con
cabeza cuando de los miembros de la Corporación Municipal se trataba. En eso
precisamente queremos abundar en estas líneas, en la campaña de acoso contra
los munícipes con críticas que, si las trasladáramos a un periódico actual,
colapsarían los juzgados de lo contencioso más de lo que ya lo están. Se
trataba, según el semanario, de políticos caciquiles, que incluían todos los
colores, pues de cacique tildaba incluso al republicano asidonense Moreno
Mendoza, fundador del periódico “La Unión Obrera” en 1899 alcalde de
Jerez en los primeros meses de la II República. Las portadas eran ilustradas,
siempre protagonizadas por algún concejal o el propio alcalde. A todos juntos
los llamaba la “menagerie”, o colección de animales salvajes. El domingo de
resurrección los jerezanos se desayunaron con un alcalde caricaturizado y
ridiculizado en la portada del “Don Fastidio” (en la ilustración), con
toga romana y aspecto de no haber bebido precisamente agua mineral; varios
números más tarde la viñeta lo presenta como un Don Juan cortejando a una doña
Inés disfrazada de Moreno Mendoza, en el patio del ayuntamiento al fondo del
cual se lee el cartel “Depositaría”. Otro día lo dibujan arrojándose al
estanque de Tempul en busca de un paquete de mil pesetas, parece que en esto
las cosas no han cambiado mucho, aunque ahora los paquetes sean más grandes.
Llegado el mes de agosto, el alcalde se prepara para buscar otras latitudes
donde el aire sea más fresco, y el periodista no desaprovecha la ocasión: “…
¿dónde encontrarás más frescos que en Jerez de la Frontera?”. Cómo y hasta dónde estaría ya don Julio, que
a la vuelta de sus vacaciones estivales se planta, e impide que la litografía
de Hurtado estampara las caricaturas de portada del fastidioso semanario,
previa denuncia ante el Juzgado. El 1 de septiembre el periódico abre así: “Don
Fastidio procesado: otro atropello del alcalde”. Pero el juez de guardia hubo de talante
chistoso, porque a la semana siguiente las corrosivas viñetas volvían a la
portada, y algunos números más tarde aparecen “los microbios municipales”,
donde químico observa un tubo de ensayo que custodia un alcalde en miniatura,
comentando: “Me parece que entre el microbio Juliano y el Moreno, existen
muchas afinidades, y lo peor es que, si se ponen de acuerdo acabarán de
reventar al pueblo”. En fin, cierto que declinaba ya el régimen de la
Restauración, y que otras fuerzas políticas llamaban a la puerta de la
Historia, pero no deja de sorprender la soltura y el desparpajo de cierta
prensa cuando apenas estaba amaneciendo el siglo XX. NATALIO
BENITEZ RAGEL.
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
viernes, 18 de marzo de 2016
¡AL LADRÓN!
Tenía en un lugar destacado de su
librería esa célebre plaquita que excomulgaba a todo aquel se atreviera a
enajenar alguno de sus libros, pero con él no iba la sentencia, porque desde
hacía ya algunos años consignaba en una libretita las compras y las
sustracciones que iba cometiendo especialmente en ciertas librerías, en las que
sabía que el control era más relajado por exceso de confianza de los
encargados. Al revisar hacía unos meses la libreta, se sorprendió de que en los
últimos años la columna de los robos duplicaba a la de compras, pero encontró
de inmediato el motivo: el ritmo de lectura era muy superior a su capacidad
económica; su dedicación lectora no iba en consonancia con la cantidad de euros
que podía permitirse para comprar libros; que una novela costase 25 euros le
parecía una barbaridad. El libro en la espalda, debajo del jersey, sujetado por
la cinturilla del pantalón, era su lugar preferido en invierno, época del año
que por la cantidad de prendas de abrigo aprovechaba para aprovisionarse, ya
que en verano era más difícil la sustracción. Pero a veces corría demasiados
riesgos, de los que después se arrepentía: el libro debajo de la carpeta o
dentro de esta… Hasta que un día, en unos grandes almacenes, sitio de su
preferencia, un dependiente tuvo la ocurrencia de contarle los libros que
llevaba en la mano al entrar y contárselos de nuevo al salir, y vio que el
número había aumentado en dos unidades sin pasar por caja; se le acercó y le
conminó a que lo acompañara a los despachos. El juicio fue rápido: lo
condenaron a un año de cárcel que debía cumplir en un centro penitenciario de
la provincia; mientras lo metían en el furgón, por la otra puerta del juzgado
salían y se metían en sus lujosos coches algunos consejeros de las cajas de
ahorro que tanto dinero nos han costado a todos los españoles. En la cárcel,
pronto entró a trabajar en la biblioteca, donde colgada estaba la plaquita que
excomulgaba a todo el que se atreviera a enajenar algún libro. Mientras, él
seguía apuntando en su libretita, en la que una columna cada vez se hacía más
larga. José López Romero.
sábado, 12 de marzo de 2016
LECTURA SOBRE "LOS AÑOS DEL MIEDO"
Los estudios históricos sobre el periodo conocido en nuestro país como
posguerra, y del que su periodo más virulento –por la penuria económica, y
represión que padeció la población- es denominado primer franquismo (1939/53), han
sido escasos hasta el momento. Por un lado, el necesario distanciamiento que
debe mantenerse con respecto al periodo objeto de estudio y, por otro, la larga
duración del régimen franquista, explicarían de alguna manera esa carencia.
Afortunadamente desde hace pocos años comienzan a aparecer trabajos que van
recomponiendo aquella etapa y que seguramente,
con esos otros estudios que sabemos están en pleno proceso de
elaboración, finalmente nos logren dar una imagen completa y objetiva de la
misma. Nos referimos a libros como Los años del miedo de Eslava Galán, Los años de Plomo de Fernando Hernández o
Madrid en la posguerra de Pedro
Montoliú, entre otros. En el caso de Jerez, los estudios sobre la posguerra
prácticamente son inexistentes, salvo si mencionamos la visión general y breve
de la misma que dio el profesor Diego Caro Cancela en el tercer volumen del
indispensable libro Historia de Jerez de
la Frontera (servicio de publicaciones Diputación Provincial). Es cierto
que otros historiadores han escarbado aspectos colaterales de este periodo,
sobre todo el cultural o urbanístico, o repasando
la represión ejercida sobre ciertos personajes como Roma Rubíes, Miciano o Teófilo
Azabal, entre otros muchos, pero es muy poco todavía para tener una visión
objetiva y de conjunto. Este todavía escaso material aportado por la
investigación histórica, contrasta con la atención que a aquellos años ha
prestado desde siempre la literatura. Y es que esos años han ejercido un poder
casi hipnótico sobre escritores de muy distinto perfil que han ido dibujando
literariamente una época sobre la que
los historiadores hace muy poco han empezado a hurgar. Desde aquellos novelones
de José María Gironella, pasando luego por La Colmena
de Cela –del que por cierto se cumple este año el centenario de su nacimiento,
y entre otros actos se prepara una edición completa de dicho libro,
incorporándole lo que en su día la censura eliminó-, siguiendo por el
indispensable Tiempo de silencio de
Luis Martín Santos y, para terminar, con la nueva hornada de escritores como Martínez
de Pisón –magnífica su La mala reputación-,
Almudena Grandes o los ya desaparecidos
Alberto Méndez o Chirbes. En el caso de Jerez también aquí volvemos a toparnos
casi con un desierto, pero con unas muy honrosas excepciones como las que
representarían la novela La gran borrachera del sevillano Manuel
Halcón, que dibuja un Jerez que no gustó
al entonces alcalde de la ciudad Tomás García Figueras, o Arcadia Feliz del desconocido escritor jerezano Manuel Moreno
Barranco, inédita durante décadas y publicada en 2003. Pero mención aparte
merece la excepcional y valiente Dos días
de septiembre de Caballero Bonald, la novela que mejor logra atrapar la
esencia de lo que fue nuestra ciudad en una etapa oscura y aún en penumbras como es
la posguerra española. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
MODESTIA
“Yo confieso que para
mí perdieron el crédito y la estimación los libros, después que vi que se
vendían y apreciaban los míos”, llegó a decir en cierta ocasión Diego de Torres
Villarroel (1694-1770), en un aparente ataque de sinceridad tan admirable como sorprendente
e inusitado en un mundo, el de las letras, donde la modestia y el
reconocimiento de errores son excepciones a la regla de la presunción y la
soberbia. ¿Sinceridad? ¿Modestia? El que fuera escritor polifacético,
catedrático de Matemáticas de la Universidad de Salamanca, famoso en su tiempo
por aquellos Almanaques o profecías
que fueron éxito de ventas, aquel Torres Villarroel que murió en unas
dependencias privadas que la Duquesa de Alba, su mecenas, le había cedido en su
palacio de Monterrey de Salamanca, podía permitirse el lujo de ese supuesto
ataque de sinceridad porque disfrutó en vida del aplauso popular y también de
la enemistad de muchos colegas, pero sobre todo del escándalo y la polémica.
Por eso, no es de extrañar una frase que llama la atención más por su segunda
parte (el menosprecio por sus libros) que por la primera: la desestimación de
todos los demás. Una ocurrencia más feliz cuanto más desmesurada. Porque si
aplicáramos esta máxima, haría ya décadas que hubiésemos abandonado la lectura,
pues libros hemos leído que son una ofensa a la palabra “libro”, y no digamos a
la Literatura. Pero no hace falta remontarse tan lejos en el tiempo, basta con
consultar esas listas de libros más vendidos para darle la razón a Torres
Villarroel; más de un “superventas” puede hacer perder la fe al más
recalcitrante lector. Pero en la frase del gran Piscator de Salamanca se
esconde algo más profundo y desalentador: no es el crédito y la estimación en
los libros lo que pierde Torres Villarroel, sino la confianza y hasta el
respeto hacia esos lectores, ese vulgo tan vilipendiado por Lope, que compran y
aprecian sus obras. ¡Falsa modestia!. José López Romero.
sábado, 5 de marzo de 2016
MUJERES
“Father, tú que sabes algo de esto, en
tres minutos profundízame en el tema “mujer y literatura”. Treinta años de
estudio definidos en “algo de esto”, una tesis doctoral y varios artículos
publicados en revistas especializadas reducidos a “tres minutos”. Mi hija sin
duda tiene una tan natural como admirable capacidad para la concreción, la
reducción y el menosprecio. “Venga. No te enrolles. Tres minutitos, que es el
tiempo máximo en que un hijo puede aguantar a su padre”. Demoledor. Pues
precisamente hace poco me topaba (mi hija: “¿me quéee?”) con el discurso XVI
del Teatro Crítico Universal (1726) de fray Benito Jerónimo Feijoo (mi
hija: “¿de quiéeen?”), el gran ilustrado, en el que aborda la defensa de la
mujer; es decir, una pieza más que añadir a esa corriente que se pierde en la
noche de los tiempos literarios, que es el profeminismo; corriente que nace en
oposición a su contraria: la misoginia. Porque si en la época medieval ya
contamos con buenos ejemplos de ambas corrientes, no menores en número y en
calidad nos encontramos en los siglos siguientes, hasta desembocar en este
discurso de Feijoo, que algunos tanto han destacado y ensalzado (“¿Ensal
quéee?”) quizá por el papel y la trascendencia en la vida social que empezaba a
desempeñar la mujer en un siglo, el XVIII, en el que se incorporan
definitivamente a la vida y a las actividades hasta ese momento reservadas a
los hombres, en consonancia con ese
espíritu reformador que caracteriza a este siglo. La línea argumentativa
del discurso de Feijoo apenas dista de los diálogos o tratados renacentistas
que abordan el mismo asunto: exposición-defensa de las mujeres en algún aspecto
(valentía, discreción, prudencia, etc.) en comparación o igualdad con los
hombres, con la cita de autoridades y la aportación ilustrativa y aleccionadora
de ejemplos célebres, mujeres famosas por el aspecto tratado. Nada, por tanto,
novedoso en cuanto a la estructura nos presenta el texto de Feijoo, pero sí, en
cambio, en la intención, porque Feijoo
con su defensa de la igualdad de entendimiento y otros valores y virtudes, como
también defectos, entre hombres y mujeres, renueva y extiende al marco social
una polémica que antes había reducido su campo de actuación solo a la
literatura; y como ejemplo de ello véase el magnífico y emotivo prólogo A quien leyere, todo un manifiesto a
favor de la igualdad de sexos que adquiere en estos atribulados tiempos una
asombrosa actualidad, que la novelista María de Zayas antepone a sus Novelas amorosas y exemplares de 1637.
Hoy en día si una literatura antifeminista es obviamente impensable, de la
misma manera el profeminismo no tiene sentido si sigue siendo solo literatura.
Feijoo en esto nos enseña el camino: la reforma de la sociedad, a través de la
educación. “¡Tiempo! –grita mi hija- Ya han pasado los tres minutitos y estoy
exhausta. Hasta el mes que viene no me toca otra vez. No sé si podré con ello”.
Lo dicho: demoledor. José López Romero.
CERVANTES Y LOS OTROS
Es este un año cargado de
aniversarios entre los que destaca
el cuarto centenario de la muerte de Miguel
de Cervantes. Pero sin discutir la relevancia de la anterior fecha, en el
calendario de este año no podemos dejar
de pasar de largo otras efemérides de otros destacados escritores. Es el caso
del norteamericano Jack London –centenario de su muerte- uno de los nombres que
sin duda todo lector que se precie de serlo, mencionará como uno de los
“culpables” de inculcarle esta pasión
hoy tan poco valorada. Otro nombre es el de Camilo José Cela del que se
cumplirá en este caso el centenario de su nacimiento. Excesivo, provocador
e innovador es uno de los mejores referentes de nuestra literatura en el siglo
XX, y pese a la polémica que rodeó siempre su figura, las pasiones y
animadversiones que por igual provocaba, nadie puede discutir la vigencia de
algunos de sus libros por distintos motivos,
como el de Viaje a la Alcarria joya de la literatura viajera -pese a
narrarse en él un modesto viaje de apenas unos días por unas de las regiones,
entonces, menos conocida de la geografía penínsular-, o La
colmena, de la que se prepara una edición conmemorativa por parte de la
RAE, donde se incluirían esos textos censurados en su momento en la versión
oficial, y ahora rescatados. Pero, volviendo al principio, la conmemoración
cervantina llega cargada de polémica, y
no es esto una novedad –lo fue en 1905 y 2005- por acusaciones a la
administración de lentitud y desidia a la hora de preparar los actos de
homenaje. Pero si repasan las declaraciones de José María Lassalle, secretario
de estado de Cultura, realizadas el día que presentaba la programación prevista,
se convencerán que es una polémica artificial. El país se llena de actos y
proyectos de homenaje a Cervantes y su obra - también en Jerez- con una
programación oficial que incluye 229
actividades entre ellas una que quedará como legado del 2016: la digitalización
de los fondos cervantinos atesorados en las instituciones culturales del país.
(Ver: 400cervantes.es. RAMON CLAVIJO
PROVENCIO
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