Todos guardamos en la
memoria y, si no, ya las cadenas televisión se encargan de refrescárnosla con
cierta periodicidad la gran, enorme seta que produjo la explosión de las bombas
atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, con la que se daba el aldabonazo
definitivo a la Segunda Guerra Mundial. Esto sucedía el 6 y el 9 de agosto de
1945. Y permítanme mi ignorancia o desinformación, quizá consecuencia del
rechazo que provoca o debería provocar en todo ser humano un acontecimiento tan
terrible como el lanzamiento de aquellas bombas. Las imágenes de las dos
ciudades japonesas convertidas en un amasijo de ruinas y cuerpos destrozados,
carbonizados, y las posteriores consecuencias en la población que pudo
sobrevivir a duras penas y con enormes y terribles malformaciones, siempre y a
pesar del tiempo transcurrido nos estremecen y son un excelente motivo de
reflexión sobre el horror que es capaz de generar el ser humano contra sí
mismo, así como un ejemplo permanente de a lo que nunca debemos llegar. Pero
todo esto viene a cuento no por lo obvio de lo que hasta aquí he escrito sino,
y retomando lo antes dicho, por la sorpresa que me produjo (de ahí mi
ignorancia o desinformación) cuando al leer ‘El arte de la distorsión’ del
colombiano Juan Gabriel Vásquez (libro muy recomendable), y al hilo de unas
traducciones sobre precisamente la bomba atómica, me entero de que los
norteamericanos pudieron perfectamente prescindir del lanzamiento de estas,
pues ya todos sabían que la rendición de Japón era inminente. He buscado en
Internet (dónde si no) más información al respecto, para comprobar si J. G.
Vásquez me había metido en uno de esos laberintos de ficción que tan
magistralmente compone en sus novelas, una especie de distopía del horror, pues
no daba crédito a lo que estaba leyendo. ¡La destrucción total de dos ciudades
por el solo motivo de la disuasión! Ya había leído en la también estremecedora
‘Historia natural de la destrucción’ de W. G. Sebald cómo los bombardeos de los
aliados habían tomado como objetivo 131 ciudades alemanas para lanzar
indiscriminadamente su arsenal de muerte; resultado: unos seiscientos mil
civiles alemanes muertos, ciudades arrasadas y millones de personas sin hogar.
Y todo esto me hace recordar que en el hermoso libro ‘Los girasoles ciegos’, en
su primer relato, el capitán Carlos Alegría se pasa el último día de la Guerra
Civil española del bando franquista al republicano porque el vencedor no quería
realmente ganar la guerra, sino aniquilar al enemigo. Ya sabemos lo que
significa una guerra, lo hemos visto por desgracia demasiadas veces en la
televisión, y el siglo pasado nos da ejemplos memorables de ello, desde sus
inicios hasta el mismo fin de la centuria. Las bombas atómicas, como los
bombardeos sobre población civil no hacen más que confirmar lo que sentía el
heroico, el derrotado, el vencido capitán Alegría. Se pudieron haber evitado,
se sabían perfectamente las terribles consecuencias y a pesar de ello se
lanzaron. No hay honor, no hay gloria en
los vencedores, solo desolación y vergüenza. José López Romero.
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
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