LECTORES SIN REMEDIO

Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.

martes, 7 de abril de 2020

ABASTECIIENTO


Aunque a estas alturas quién más quién menos estará del coronavirus hasta la punta de lo que a cada lector se le ocurra, no me resisto a comentar una circunstancia que me llena de nuevo de ese pesimismo cuando del ser humano se trata y, en concreto, de nuestros conciudadanos. Cuando se dio la voz de alerta o alarma, de inmediato todos a la carrera frenética, al asalto a los supermercados; el abastecimiento de alimentos de primera necesidad era la obsesión, y mi pregunta, iluso de mí, fue ¿y las librerías? Por muchas imágenes que salían en la tele, no aparecía ninguna en ellas, solo los rollos de papel higiénico que surcaban los aires con destino al carrito de la compra. En ‘El infinito en un junco’ (un libro que es un pozo sin fondo de posibles artículos y que no me cansaré de recomendar), Irene Vallejo hace un repaso por esas historias en las que el ser humano, ante situaciones límites, ha encontrado el consuelo y la salvación en los libros. Por ejemplo, el testimonio de Nico Rost, prisionero en Dachau, que se atrevió a desafiar las duras condiciones de aquel terrible campo de concentración y que escribió: “Quien habla del hambre acaba teniendo hambre. Y los que hablan de la muerte, son los primeros que mueren. Vitamina L (literatura) y F (futuro) me parecen las mejores provisiones” (pág. 239). O el ejemplo de Elena Korybut, condenada a diez años en las minas de Vorkutá (más allá del círculo polar), para quien un libro de Pushkin, que pasó por miles de manos, fue su salvación (pág. 241). O el de Michel del Castillo en Auschwitz, salvado por ‘Resurrección’ de Tolstói (pág. 242). No estamos afortunadamente ni en un campo de concentración nazi ni en las minas de Vorkutá, pero el efecto liberador, terapéutico de un libro nunca se ha perdido. En estos malos tiempos que a todos nos ponen a prueba, la lectura sigue siendo un alimento de primera necesidad. José López Romero.

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