sábado, 2 de mayo de 2020

REGALOS DEL AÑO CERO


Los primeros pasos por este nuevo mundo que  a la fuerza nos ha traído el COVID-19, son especialmente duros. Más para unos que para otros, qué duda cabe, porque la tragedia sin careta también planea por este año cero, como ha sido siempre en la transición del  ocaso al renacimiento. En estos días de confinamiento lo que más tenemos es tiempo. Tiempo. ¿Quién lo iba a decir cuando tan solo unas semanas atrás era el bien preciado, y todo se desarrollaba a un ritmo frenético del que no éramos capaces de escapar? Entonces añorábamos la lentitud, perseguíamos migajas de esta como un tesoro, y ahora tenemos todo el tiempo del mundo, pero rodeados de silencio y tragedia, camino de un mundo que tendrá un nuevo rostro, lo que no deja de ser inquietante. En estos días de transiciones no buscadas  me topo con la recomendación de un amigo, porque ahora  tenemos tiempo también para atender a nuestros amigos, aunque sea en la lejanía, apoyado en las nuevas tecnologías que hasta hace poco criticábamos. Y este amigo lector empedernido como yo, me recomienda no un libro que mereciera la pena leer en la etapa del confinamiento, sino una serie  televisiva –ya sabemos que hoy las series televisivas son los nuevos dioses del entretenimiento-, aunque inspirada en un libro del gran escritor ya desaparecido Rafael Chirbes, ‘Crematorio’ (2005). Y resulta que a este lector que le impactó hace años aquel libro, duro y crítico, pero a la vez  de lenguaje deslumbrante, que también hablaba de alguna manera del ocaso de otro mundo, de fracasos, tragedias y liberaciones, le ha parecido un gran regalo esta serie. Una serie olvidada del año 2012, en la que he invertido sin remordimientos mi tiempo, como ya lo hiciera con el libro de un  Chirbes que hace años se fue y se ahorró todo esto. Gracias, amigo Juan Carlos, por el regalo. Ramón Clavijo Provencio

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