sábado, 12 de diciembre de 2020

CULTURA Y FARÁNDULA

Hace tiempo me detuve en este libro, ‘Farándula’ (Anagrama.  Premio Herralde de novela 2015),  en el que vamos descubriendo a través del texto de esta brillante escritora que es Marta Sanz, la visión personal de la autora – realista y nada subjetiva- sobre el teatro. ‘Farándula’ esconde una historia por momentos divertida, pero que como toda buena novela no olvida tampoco situaciones oscuras, dramáticas y reivindicativas, manteniendo intacto el interés de los lectores hasta el final. Hoy vuelvo la mirada a esta novela, pero por otro motivo. El libro en cuestión, pese a centrarse en el teatro, realmente es un brillante alegato, o al menos es lo que entendemos, del papel que le corresponde a la cultura en nuestra sociedad. En estos oscuros tiempos de la pandemia, pero  que parecen iniciarse con el nuevo siglo, la situación de la cultura es tan secundaria y confusa, que incluso hay que reivindicar - lo que se me antoja incluso kafkiano- la recuperación de la denominación “Cultura” a secas para tantos entes administrativos – desde ministerios a  instituciones territoriales de más bajo rango- que  a lo largo de las últimas décadas han ido añadiendo al término, una serie de apellidos que con el paso del tiempo han  distorsionando  la finalidad originaria  de los mismos. No creo que sea una barbaridad decir  en el momento presente, que la palabra “cultura” es en muchas ocasiones  solo una excusa para hablar de otras cosas que siempre han sido secundarias. Para mí la Cultura con mayúsculas siempre la asimilé a dotarnos de buenos museos y  bibliotecas, a la protección del  cine y teatro, pero también al fomento de la lectura entre los más pequeños o  incentivar  la investigación. Cultura es  proteger la cadena de comercialización del libro, especialmente  librerías o  la inversión en proyectos patrimoniales… Por supuesto que la cultura es más, pero por ser un concepto amplio y de difícil definición se impone reivindicar su esencia hoy salpicada y desplazada por sus aspectos más anecdóticos y superficiales. Por todo ello libros como  ‘Farándula’ son hoy de tan necesaria lectura… o relectura. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO 

  

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