Hace tiempo me detuve en este libro, ‘Farándula’ (Anagrama. Premio Herralde de novela 2015), en el que vamos descubriendo a través del
texto de esta brillante escritora que es Marta Sanz, la visión personal de la
autora – realista y nada subjetiva- sobre el teatro. ‘Farándula’ esconde una
historia por momentos divertida, pero que como toda buena novela no olvida
tampoco situaciones oscuras, dramáticas y reivindicativas, manteniendo intacto
el interés de los lectores hasta el final. Hoy vuelvo la mirada a esta novela,
pero por otro motivo. El libro en cuestión, pese a centrarse en el teatro,
realmente es un brillante alegato, o al menos es lo que entendemos, del papel
que le corresponde a la cultura en nuestra sociedad. En estos oscuros tiempos
de la pandemia, pero que parecen
iniciarse con el nuevo siglo, la situación de la cultura es tan secundaria y
confusa, que incluso hay que reivindicar - lo que se me antoja incluso kafkiano-
la recuperación de la denominación “Cultura” a secas para tantos entes
administrativos – desde ministerios a
instituciones territoriales de más bajo rango- que a lo largo de las últimas décadas han ido
añadiendo al término, una serie de apellidos que con el paso del tiempo
han distorsionando la finalidad originaria de los mismos. No creo que sea una barbaridad
decir en el momento presente, que la
palabra “cultura” es en muchas ocasiones
solo una excusa para hablar de otras cosas que siempre han sido
secundarias. Para mí la Cultura con mayúsculas siempre la asimilé a dotarnos de
buenos museos y bibliotecas, a la
protección del cine y teatro, pero
también al fomento de la lectura entre los más pequeños o incentivar
la investigación. Cultura es
proteger la cadena de comercialización del libro, especialmente librerías o
la inversión en proyectos patrimoniales… Por supuesto que la cultura es
más, pero por ser un concepto amplio y de difícil definición se impone
reivindicar su esencia hoy salpicada y desplazada por sus aspectos más
anecdóticos y superficiales. Por todo ello libros como ‘Farándula’ son hoy de tan necesaria lectura…
o relectura. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
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