jueves, 30 de agosto de 2007

Joven leyendo con entusiasmo en una cafeteria


Hace unos días,en una cafetería del centro, me llamó la atención una desconocida que sentada ante una de las mesas del local parecía absorta en la lectura. En un principio pensé que seria una estudiante, no tanto por su juventud sino por el hecho de que ¿quien iba a coger una obra del olvidado William Saroyan para acompañar el café, sino un estudiante antes del examen? Una lectora era improbable. Las escenas cotidianas de lectores, abandonándose brevemente a su afición, como el que ahora echa un pitillo ( bueno, echaba un pitillo), hace tiempo que desaparecieron del paisaje cotidiano. Pedí un cortado y me desproocupé delasunto. Más tarde observé como la "estudianre" guardaba en el bolso la obra del autor norteamericano, no sin antes haber colocado un señalador entre las páginas del libro. Ese simple detalle me hizo retomar mi interés inicial y empezar a considerar que quizás me equivococara, que podría ser que aquella chica no fuera una estudiante a punto de pasar un examen sobre literatura contemporánea, y sí, en cambio, una lectora. Algo raro hoy en día, pero cabía esa posibilidad. La chica se había marchado y yo seguía, entre sorbo y sorbo de café, con mis elucubraciones. Lo que tenía seguro era que ningún estudiante colocaría un señalador antes de un examen., ni trataría al libro con el mimo que yo había observado. Es más, después de la prueba se olvidaría, en caso de superarla, de la obra de Sayoran por siempre jamás. En cambio los detalles que yo había visto en la chica sí eran propios de un lector que pensara retomar la lectura a poco que tuviera tiempo... Convencido y eufórico, anoté todo para mi colección de "lectores sin remedio...Había logrado aquella mañana dar con uno de los más raros: joven leyendo con entusiamo en una cafetería.

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