miércoles, 11 de febrero de 2009

Arte Nuevo


Esta tan ajetreada humanidad ha vivido ya tanto, la historia es tan infinitamente larga, que a cada momento, por minuto diría, podríamos estar celebrando algún acontecimiento. El más que admirado, venerado Stefan Zweig redujo a catorce los “Momentos estelares de la Humanidad” (libro del que no nos cansaremos de cantar sus excelencias), pero estimo que se quedó corto, muy corto. Y con la Literatura no digamos. No hay día en que no debamos ponernos el traje de las celebraciones o de las necrológicas; que si la conmemoración de un nacimiento, que si un óbito, que si una primera edición, que si el primer flatito de…, o la virginidad de… Pero como yo soy bastante despistado para las fechas, unas se me terminan por pasar o me entero a veces por los periódicos, otras soy el último en enterarme (¿dónde habré oído yo esta frase? Toco madera). Y es que uno no puede estar todos los días de gala o entonando el “no somos nadie”; por eso, la mayoría se me olvida y a pocas, muy pocas les dedico mi atención. Y estamos precisamente en una de estas celebraciones que yo no dejaría escapar sin prestarle al menos un poquito de tiempo y esfuerzo. Me refiero al cuarto centenario de la primera edición de “El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo”, opúsculo que Lope de Vega escribió a modo de poética de su nueva concepción de hacer teatro. La verdad es que me enteré por los periódicos de este nuevo “centenariazo”, que bien merece un hueco en nuestra ya de por sí dispersa atención. La Literatura como todo arte siempre ha tenido un prurito muy acusado por someterse a reglas, de ahí la cantidad de “poéticas” que a lo largo de su historia se han escrito y publicado, desde la más importante de Aristóteles, pasando por la cantidad inabarcable de “Retóricas” que se fueron publicando durante todo el siglo XVI, por no decir la famosa de Luzán en la primera mitad del XVIII, hasta llegar a nuestros días en que no hay escritor que, de una forma u otra y a título particular, no haya reflexionado sobre su “arte nuevo, distinto o personal de hacer literatura”. Pero “El arte nuevo” de Lope bien merece el reconocimiento a una pequeña obra (apenas 380 versos) en la que el Fénix expuso todos los resortes de una nueva manera de hacer teatro que revolucionó los corrales de comedias de su época y que marcaría un antes y un después en la historia de nuestra dramaturgia. Hasta el mismísimo Cervantes tuvo que echarse a un lado, para dejar pasar aquel vendaval que sin duda fue aquella reforma que proponía Lope. La reducción a tres actos, la mezcla de lo cómico y lo trágico (en el sentido clásico de ambos términos), la tipificación de los personajes, la variedad temática, la diversidad estrófica, la ruptura de las tres unidades clásicas y, sobre todo, la complicidad con el espectador son rasgos que expone Lope y que han perdurado a lo largo de los siglos. Como ven, no podríamos pasar por alto una celebración como ésta, que requiere, sin duda, traje oscuro y corbata, si no esmoquin y pajarita. José López Romero.

No hay comentarios: