miércoles, 18 de febrero de 2009

Histórico acuerdo


Hemos leído, con interés y satisfacción, el anuncio realizado hace unos días por el obispado de Jerez y Cajasol, de la firma de un convenio de colaboración para hacer accesible lo antes posible, los fondos documentales y bibliográficos de la Iglesia, actualmente depositados en el palacio Bertemati. Me referiré en las líneas que siguen exclusivamente a la tradicionalmente conocida como Biblioteca de la Catedral, quizás uno de los patrimonios menos conocidos por los jerezanos, pese a su importancia que excede, y mucho, las simples fronteras locales. Quizás sobre ese desconocimiento tenga mucho que ver por un lado, el que hablamos de libros, de libros antiguos para entendernos, y ya sería mucho pedir, habida cuenta de los índices de lectura, sensibilización hacía el patrimonio bibliográfico propio. La otra razón para explicar este desconocimiento sobre lo que atesora la ciudad, sea el que esta biblioteca de la que la Iglesia es titular, jamás ha estado, como en otras ciudades cercanas, abierta al uso público, al menos de una manera normalizada. Como pueden suponer, a la historia de esta biblioteca nos hemos referido, desde diversos medios, en otras ocasiones. Historia larga y muy interesante, que no podemos recorrer en estas breves líneas, pero de la que podemos decir, para poner en antecedentes al lector, que sus inicios los encontramos en la donación realizada por el Obispo de Sigüenza, el jerezano D. Juan Díaz de la Guerra, en 1793 a la Iglesia Colegial de Jerez. El 25 de enero de 1869 el Ayuntamiento, en nombre del Estado, se incautaría de este importante material bibliográfico que servirá en parte, en 1873, para inaugurar otra biblioteca, esta vez pública, la Biblioteca Municipal de Jerez. Precisamente en esta inauguración a la que nos referimos, se produjo una curiosa anécdota, protagonizada por el redactor de “El Porvenir”, y luego afamado escritor, Luis Coloma, cuando manifestó en público, en el momento de descubrir la lápida colocada en la biblioteca con motivo de su apertura, “su extrañeza al no ver escrito en la misma el nombre del Ilmo. Obispo de Sigüenza, D. Juan Díaz de la Guerra, cuya biblioteca servía de base a la que se había inaugurado”. Anécdotas aparte, los libros serian devueltos, derribada la primera República española, un 14 de Agosto de 1875 al Cabildo Eclesiástico. A partir de ahí ese patrimonio solo ha sido conocido por sus conservadores y algunos privilegiados investigadores, hasta que un meritorio trabajo de la bibliotecaria María Rosa Toribio Ruiz, nos desvelaba hace unos años el legado atesorado en la biblioteca de la Colegial y, sobre todo, su numerosa colección de incunables. Por todo lo dicho, y volviendo al inicio de estas líneas, creemos que el acuerdo firmado por el Obispo de Jerez Monseñor del Rio y el presidente de Cajasol Antonio Pulido, que permitirá la accesibilidad a los fondos de la biblioteca, será la mejor noticia cultural surgida en esta ciudad en mucho tiempo. Ramón Clavijo Provencio.

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