miércoles, 7 de octubre de 2009

YA ESTÁN AQUÍ


Me encontraba en mi librería de guardia disfrutando de las novedades editoriales, que como todos los años por estas fechas, empiezan a ocupar su espacio. Es curioso, pero si lo piensan es todo un ciclo de vida el que siguen estos libros: desde el privilegio (solo unos pocos) de exhibirse desde los escaparates del local cuando llegan recién salidos de la imprenta, para pasar luego a lugares más discretos, una vez que van cayendo los meses, hasta terminar en los depósitos de la librería, inaccesibles para el lector curioso, último lugar antes de ser definitivamente olvidados. Me hallaba en estos menesteres, como les decía, cuando un chico barbilampiño, con una pequeña mochila a sus espaldas, se dirigió con timidez a uno de los empleados de la librería, que buscaba algún pedido a través del ordenador: ¿Tenéis libros electrónicos? No pudo evitar el joven librero una primera expresión de sorpresa, para luego contestar con un no rotundo y sin matices, tras lo cual el chico barbilampiño, resignado, se perdió entre las calles de la librería para detenerse finalmente entre los estantes dedicados a la pedagogía y la psicología. El librero y yo nos miramos, y acto seguido éste me dejó caer resignado aquella frase “Ya están aquí, Ramón”. Y es cierto. Es ahora cuando el mundo del libro empieza a tomarse en serio la respuesta que la tecnología está dando como alternativa al formato papel. Y es que esa respuesta que, quizás, todavía no sea la definitiva, presentimos se acerca mucho a la que finalmente lo será. De los libros electrónicos ya teníamos noticias desde hace unos pocos años, pero hasta ahora los inconvenientes en cuanto a su portabilidad, manejo y escaso catálogo los habían hecho pasar casi desapercibidos. ¿Qué es lo que ha cambiado? Pues precisamente todo lo que anotábamos como inconvenientes para el usuario más arriba. Ahora los e-book que nos ofrecen las distintas casas fabricantes nos presentan productos muy manejables, con un peso inferior al de un libro de tapa dura, y perfectamente legibles, con pantallas que no cansan la vista al no estar, como en los ordenadores, retro iluminadas. En cuanto a los catálogos, es decir, a la oferta de libros que podemos leer a través de estos artilugios, es donde queda mucho camino por recorrer, pero como en todo, los intereses que están en juego harán que este escollo finalmente sea superado. Y es que cuando las editoriales empiecen a digitalizar obras actuales y de autores populares ¿quién podrá poner diques a esta propuesta tecnológica llámense Inves-Book 600, el PRS-300 de Sony, o el famoso Kindle? Cuando en un futuro cercano pase la novedad y las aguas vuelvan a su cauce, entonces veremos la parcela de mercado que ocuparán el formato tradicional en papel y el nuevo libro electrónico. Ramón Clavijo Provencio.

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