Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
sábado, 5 de junio de 2010
LA ESCUELA
“No recuerdo haberme sentido ‘alegre y feliz’ en ningún momento de mis años escolares –monótonos, despiadados e insípidos- que nos amargaron a conciencia la época más libre y hermosa de la vida, hasta tal punto que, lo confieso, ni siquiera hoy logro evitar una cierta envidia cuando veo con cuánta felicidad, libertad e independencia pueden desenvolverse los niños de este siglo… Y el único momento realmente feliz y alegre que debo a la escuela fue el día en que sus puertas se cerraron a mi espalda para siempre”, se lamenta Stefan Zweig en su autobiografía ‘El mundo de ayer’. Y en la biografía que del imprescindible autor austríaco ha publicado la editorial Papel de liar titulada ‘Las tres vidas de Stefan Zweig’, Oliver Matuschek no sólo insiste en esta visión tan terriblemente negativa de la escuela, sino también en la poca consideración que Zweig tenía de sus profesores, a los que calificaba de “personajes ridículos… acostumbrados a una rutina escolar ejercida desde hacía decenios bajo el mismo esquema”. Nada, ningún recuerdo ya no sólo ‘alegre y feliz’, sino mínimamente satisfactorio acude a la memoria del gran escritor vienés, y no deja de sorprendernos porque ¿quién no se ha encontrado en alguna ocasión con un antiguo compañero de escuela y se ha puesto a recordar esas viejas anécdotas que hacían de la vida escolar si no un mundo maravilloso, al menos una etapa de nuestras vidas que siempre recordamos con cariño?. Hoy, la escuela dista mucho de esa monotonía e insipidez de que se quejaba Zweig; al alumno se le mima, se le llena de derechos, se le dan ordenadores, libros de texto gratis, se le programan planes de animación a la lectura, la escuela se convierte en “espacio de paz” para que aprendan a convivir en armonía, etc. Es decir, todo lo que en casa nos enseñaban, ahora ha pasado a la escuela; y los profesores tienen que hacer de animadores lúdicos y culturales, psicólogos, mediadores, hermanos mayores y hasta de padre y madre. Quien se ha pasado entre las cuatro paredes de las aulas casi toda su existencia, ya como escolar y más tarde como universitario para terminar, por nuestros pecados, como profesor, ha podido disfrutar y sufrir por igual de aquella escuela en que el castigo físico no estaba mal visto, de los cambios generacionales, de los maltraídos y llevados sistemas educativos (recuérdese la malhadada LOGSE), del respeto casi sagrado al profesor a la agresión y el desprestigio social de ahora. Pero siempre recordaré con verdadero agradecimiento el cariño y el ánimo que me dieron algunos de mis profesores, como impagable es el cariño de mis alumnos. Tanto en un papel como en el otro, he tenido y sigo teniendo referencias profesionales que han sido espejos en los que he querido siempre reflejarme, como también he visto y sigo viendo, por desgracia, profesores a los que podríamos definir perfectamente con las palabras de Zweig. La escuela ha cambiado sin duda alguna, pero lo que al final prevalece por encima de las tecnologías es el factor humano. José López Romero.
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