miércoles, 9 de junio de 2010

NOTICIAS DESDE LA CAPITAL DEL REINO


Estos últimos días la actualidad cultural en Madrid ha estado protagonizada por la Feria del Libro que, sorprendentemente, parece haber aguantado el tipo pese a los iniciales pronósticos desfavorables habida cuenta de la dureza de la crisis que nos azota. En fin, que a falta de los datos definitivos, en esta ocasión el libro parece haber superado con nota la prueba anual en el paseo del Retiro y, afortunadamente, los pronósticos desfavorables fallaron. Pero pese a que el protagonismo se lo llevaba, como decíamos, lo que acontecía dentro del recinto ferial, al mismo tiempo se producía una noticia que, pese a su hondo calado y trascendencia para la cultura de este país, ha ido pasando casi desapercibida. Me refiero a la dimisión tan solo hace unos días de la directora de la Biblioteca Nacional Milagros del Corral. Tres años después de aquella otra dimisión de su predecesora, la mediática Rosa Regás y que por otras razones que no vienen al caso fue profusamente recogida en los medios de comunicación, esta dimisión ha pasado casi desapercibida como decíamos y, lo que es peor, no sería muy descabellado pensar que ha habido ciertos indicios de premeditación en cuanto a correr una tupido velo sobre el asunto por parte de los medios oficiales. ¿Pero qué ha pasado? Técnicamente el detonante ha sido la decisión del ministerio de suprimir (justificándolo en el proceso general de recortes en la administración producto de la crisis, para reducir los números rojos) la Dirección General de la Biblioteca Nacional, degradándola en una subdirección, aunque formalmente el que ocupe este cargo se le siga denominando Director o Directora de la Biblioteca Nacional. “¿No te das cuenta Milagros –nos imaginamos a la ministra dirigiéndose a la hasta hace poco directora- que es más guay ser subdirectora general que Directora de la Biblioteca?”. Milagros del Corral no parece haber caído en la trampa, y es que la decisión no parece motivada por una reducción presupuestaria, puesto que el sueldo del cargo sea con una denominación u otra sigue siendo prácticamente el mismo, lo que duele, y aquí estamos ante el quid de la cuestión, es la devaluación real por esta decisión, del status histórico de la Biblioteca Nacional dentro de la estructura de la Cultura en nuestro país. Esto es, que dejaría de ser un ente autónomo del Ministerio de Cultura, para depender, por su bajada de categoría orgánica directamente del ministro, en este caso ministra, de turno. Primarían en definitiva, y a partir de ahora, en la biblioteca los criterios políticos sobre los puramente técnicos. Juan Pablo Fusi, antiguo Director y actual patrono de la Biblioteca también ha presentado su dimisión, y parece que no será la última, ante este degradante trato a la primera institución en relación al libro existente en nuestro país. Ramón Clavijo Provencio

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