sábado, 11 de diciembre de 2010

ACTUALIDAD

Detrás de la mayoría de los héroes literarios se esconde un personaje de carne y hueso. Unas veces ese anonimato permanece para siempre y, en otros casos, el personaje real emerge de las sombras cuando menos lo esperamos.  Soy de la opinión de que le sienta mejor al personaje de ficción, el que no se llegue a desvelar nunca la identidad de  su alter ego de la realidad, pero no es menos cierto que cuando ello ocurre se humaniza más la figura literaria, lo que no tiene por qué ser un inconveniente. Hace unos días nos enterábamos del fallecimiento de un conocido actor danés, Palle Huld, pero lo que muchos ignoraban es que tras este nombre se ocultaba un aventurero que en su juventud, con tan solo quince años, había dado una vuelta al mundo que finalmente inspiraría la creación de un personaje ya inmortal, Tintín. Palle había realizado su viaje financiado por la revista Politikenm en 1926, y emulaba a Phileas Fogg, el personaje de Verne, y su “Vuelta al mundo en ochenta días”, solo que el danés la haría en cuarenta y cuatro. Todo el viaje  luego se plasmaría en un libro de ventas millonarias, y  a la postre inspiraron a Hergé el perfil de su personaje de ficción más conocido, y del que por cierto Spielberg prepara un versión cinematográfica que no tardará mucho en llenar las salas de cine del planeta.  Y ya que hablamos de cine, ¿cómo no fijarnos en el éxito que está cosechando la película de Roman Polanski “El escritor”?  Volvemos así al viejo tema de cómo una mediocre novela, en este caso publicada por Robert Harris en 2008, puede convertirse, si no en una obra maestra, al menos en una magnífica película gracias al  talento del director polaco. Lo cierto es que dicha película basada en la novela “El poder en la sombra” del  mencionado y muy conocido autor de best sellers Robert Harris (“Patria”, “Imperio”)- y no de las mejores a decir de la crítica- está siendo todo un fenómeno mediático, y de camino arrastra en su éxito a la novela de Harris que empieza a reeditarse, después de pasar sin pena ni gloria por las librerías. RAMON CLAVIJO PROVENCIO

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