sábado, 15 de enero de 2011

La galaxia Leibniz

El pasado 31 de diciembre se cumplieron los treinta años del fallecimiento de Herbert Marshall McLuhan, el formidable visionario que a través de obras como “La Galaxia Gutenberg”, y  “La comprensión de los medios como extensiones del hombre” nos empezó a introducir en el significado de conceptos como “la aldea global” o que las nuevas tecnologías aplicadas a los medios de comunicación y la cultura (algo que adquiere un profundo sentido con Internet), precipitarían inevitablemente a la humanidad, después de 40.000 años de existencia, en otra etapa evolutiva, donde los sistemas informativos se convertirían en una nueva  corteza cerebral colectiva que movería al planeta. Discutido y aplaudido, hoy vuelven con más fuerza que nunca las teorías de McLuhan (de la misma manera que se hace imprescindible releer la genial narración de Borges “La biblioteca de Babel” ), por lo que el comunicólogo Román Gubern no ha dudado en afirmar que ya vivimos en esos mundos vaticinados por McLuhan y Borges, esto es, “que el universo cultural entero pueda aparecer en la pantalla de consulta”, lo que él mismo ha definido como la entrada en la “Galaxia Leibniz” ( homenajeando de esta manera al propio  McLuhan). Hoy no hace falta tener mucha imaginación, pues solo con comprobar las prestaciones que nos puede ofrecer un Iphone o un Ipad, con sus e-reader incorporados, podemos saber que el proceso es irreversible y nos está afectando en mayor o menor medida a todos. Así la tradicional prensa en papel vive cambios vertiginosos, pero también las librerías, las empresas relacionadas con la edición, o incluso las mismas bibliotecas observan con preocupación cómo todo va llegando más deprisa de los que esperaban. Seguramente todos nos iremos adaptando y las piezas irán encajando en lo que ahora es el gran rompecabezas de las nuevas tecnologías aplicadas a la información, ocio y cultura, pues como decía Rosa Regás “estos grandes cambios serán paulatinos”. Pero lo que ya nadie discute  ni pone en duda es que la pantalla, antes que después, triunfará finalmente, aunque como el escritor Claudio Magris declaraba “una biblioteca –o una librería- es como una perfumería con sus olores” y nadie vaticina aún que estos olores (los libros  en papel) no sean necesarios. Ramón Clavijo Provencio  

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