viernes, 6 de mayo de 2011

PAISAJE 1985

Una vieja foto olvidada y perdida entre papeles, me ha traído el recuerdo de un viejo amigo al que no veo desde hace años, y que conocí  en la biblioteca municipal, cuando sus dependencias se distribuían  provisionalmente por un lugar tan atípico para un centro cultural como aquel antiguo economato situado en la calle Rosario, exactamente donde ahora se levanta el conservatorio de Música. Corría el año 1985 y aún recuerdo  la expresión de incredulidad en el rostro de Manolo, cuando le abrí la desvencijada puerta metálica que daba acceso a aquellas precarias instalaciones bibliotecarias, donde estaba depositado el fondo bibliográfico Municipal mientras se realizaba la obra de adaptación del antiguo edificio del Banco de España en Jerez (en la imagen),  y que finalmente sería, hasta hoy, la sede de nuestra biblioteca.  ¿Pero aquí qué conserváis, libros o botas de vino? me preguntó con sorna, y no iba descaminado, pues anexo al edificio de oficinas donde se repartían los miles de libros de la  biblioteca, había un antiguo casco de bodega. Aunque aquel edificio permitía poco más que realizar las tareas necesarias para el mantenimiento de los fondos bibliográficos, y que estos pudieran protegerse en tanto en cuanto duraran dichas obras, yo me permitía atender a un número muy limitado de investigadores, como Manolo,  a los que trataba de que aquella situación no perjudicara demasiado las investigaciones que pudieran llevar entre manos. Es una historia  tan desconocida como interesante, y que quizás algún día me anime a contarla. Lo cierto es que  por aquella biblioteca fantasma pasaron a lo largo de aquel año y de los primeros meses del siguiente, en el que afortunadamente se inauguró la nueva sede bibliotecaria, muchos investigadores, hoy algunos de ellos verdaderas referencias para la nuevas generaciones de historiadores como Diego Caro Cancela o Manuel González Jiménez, otros ya lamentablemente  desaparecidos como Antonio Cabral Chamorro o Eduardo Pereiras. Hoy, esta vieja fotografía, me ha recordado que aquel año de 1985, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido,   fue desde el punto de vista cultural un año duro para la ciudad pero también el   comienzo  de iniciativas y proyectos que conformarían el Jerez cultural de final del  siglo pasado. Ramón Clavijo Provencio

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