“Peonza
pequeña que baila cuando se hace girar rápidamente con dos dedos un manguillo
que tiene en la parte superior. El cuerpo de este juguete es a veces un prisma
de cuatro caras marcadas con letras y sirve entonces para jugar a interés”; así
define el DRAE este vocablo. Pero no nos interesa por su significado, sino
porque con este término tituló don Francisco de Quevedo “la que es sin duda la más eficaz,
divertida, original y maligna de cuantas sátiras literarias se han escrito en
español. Así lo sintieron sus coetáneos, y así lo prueba la abundancia de
manuscritos que la reproducen” (Jesús M. Morata, editor de la sátira). En
efecto; hasta medio centenar de manuscritos se cuentan de esta “Perinola” que,
según Jauralde Pou (que la incluyó en su edición de las “Obras festivas”.
Editorial Castalia), cierra el número de obras satíricas compuestas por don
Francisco, entre las que podemos destacar “El Chitón de las Tarabillas” o la
feroz “Execración contra judíos” o, más cercanas a la “Perinola” por el tema
que tratan, “La Culta Latiniparla” o el “Libro de todas las cosas”. El motivo o
blanco de la sátira quevediana fue la publicación de la miscelánea titulada
“Para todos” del dramaturgo Juan Pérez de Montalbán, al que el célebre poeta
madrileño ya le tenía cierta ojeriza no solo porque su padre, librero de
profesión (“sastre de libros y encolador y zapatero de volúmenes” lo llama
Quevedo), había tenido ciertos problemas con las obras de don Francisco, sino
también porque Montalbán hijo era discípulo confeso de Lope de Vega, motivos a
los que hay que añadir la figura del predicador fray Diego Niseno, tan estrecho
amigo de la familia Montalbán como enemigo de Quevedo, al que le negó la
aprobación en 1629 de su obra “Juguetes de la niñez”. Y si la dedicatoria de la
“Perinola” ya nos pone en situación (“Al doctor Juan Pérez de Montabanco,
graduado no se sabe dónde, en qué, ni se sabe ni él lo sabe”), los inicios no
son menos hirientes: “una dueña… con una voz sin huesos y unas palabras mamadas
a tabletazos de las encías, dijo: “Si es para todos, será la muerte”. Sin
embargo, detrás de la crítica a un género, el de las misceláneas u oficinas,
tan de moda en la época desde el siglo XVI, esconde Quevedo “el menosprecio por
un estamento de oficiales al que no se considera digno de acceder al ejercicio
de las letras” (Pedro Ruiz Pérez). Un concepto elitista de la literatura propio
de un escritor como Quevedo, tan orgulloso de la clase social a la que
pertenecía. Sin embargo y como suele suceder en estos casos, la “Perinola” tuvo
el efecto contrario al pretendido por don Francisco, lejos de convertir el
“Para todos” de Pérez de Montalbán en un fracaso, el libelo no hizo más que
acrecentar la curiosidad de los lectores de aquella primera mitad del siglo
XVII y fue todo un éxito editorial, reimpreso y traducido numerosas veces.
¡Cuántas veces habrá pasado lo mismo! José López Romero.
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
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