sábado, 5 de diciembre de 2015

EN LA LIBRERÍA

Llevaba un rato en mi librería de guardia, y durante ese tiempo me sorprendió que un número apreciable de clientes entrara preguntando  por una biografía de Carlos I. Más extrañado me quedé cuando comprobé que estos clientes eran adolescentes, algunos acompañados por adultos –ante la cara de extrañeza de alguno de estos jóvenes recorriendo las calles del local, supuse que los acompañantes irían en calidad de guía para orientarlos por un territorio que  no habrían pisado nunca. Luego mi buen amigo el librero me aclaraba el asunto. Aquellos chavales no iban buscando los excelentes textos de Geoffrey Parker o Fernand Braudel sobre el personaje antes mencionado, sino un modesto librito (Carlos I, rey emperador de Laura Sarmiento),  sobre la serie que una cadena televisiva emite sobre el  primero de los Austria en nuestro país. Al parecer había sucedido meses antes lo mismo con el personaje de Isabel de Castilla. Esto es, el éxito de la serie  derivó en un inesperado éxito de ventas del libro preparado al efecto. Pese a todo, y lamentando que ningún libro sobre nuestra historia escrito por un historiador de prestigio no tuviera por sí solo el tirón entre nuestros jóvenes de estos modestos impresos –estaría a mucha distancia en cuanto a ventas el que recientemente ha publicado Arturo Pérez Reverte (La Guerra Civil contada a los jóvenes)-, sí es para alegrarse de que series históricas como esta que traemos al caso sobre Carlos I estén, a la vista de las estadísticas de audiencia, batiendo records y además, y esto es lo que más nos interesa, llevando a un número considerable de jóvenes a interesarse por  personajes históricos claves para entender la historia de nuestro país. Se puede perdonar que esos libros –con un aceptable rigor histórico- no estén escritos por Parker  o Braudel, ¿no creen? Y tras esta  distracción en mi librería de guardia, en una  fría mañana otoñal, proseguí con mi búsqueda de algunos textos de Oliver Sacks, el neurólogo, pero también  humanista, que tanto nos enseñó sobre los misterios del cerebro y, sobre todo,  la maravillosa complejidad del ser humano. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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