La llegada del verano –dicen- favorece
la lectura, lo cierto es que ya sea por disponer de mayor tiempo libre o
cualquier otro aspecto que ahora se me escapa,
el estío parece una estación propicia para ello. En el verano nos
topamos en el paisaje cotidiano con lectores, una especie que parece
desaparecer –al menos visualmente- de los espacios públicos el resto del año y
ahora –como si fueren aves migratorias
que llegan de latitudes lejanas- y ahora tengo la sensación de que lo copan
todo. Hace algunos años a nadie le hubiera llamado la atención ver un lector absorto en su libro en el banco de
un parque o tranquilamente disfrutando de una historia apasionante, mientras
tomaba pequeños sorbos de su café en una terraza. De hecho algunos admirados
fotógrafos nos han legado sus paisajes de la lectura a lo largo del siglo
XX, en libros apasionados, hoy de culto
como ‘El íntimo placer de leer’ de André
Kertész, y donde lo que entonces era pura cotidianeidad hoy se nos muestra
envuelto por una pátina de misterio. Pero como les decía más arriba, el verano
parece –no sé si ficticiamente- resistirse
a borrar la imagen del lector y la lectura del paisaje cotidiano. Y de todos los
escenarios el más querido por estos lectores, cómo no, es el litoral. Los
lectores compiten aquí con bañistas, surferos, paseantes de orilla o practicantes
de deportes náuticos. Incluso alguno de estos lectores estivales me han regalado escenas verdaderamente curiosas, como cuando
un temporal de levante me hacía abandonar la playa de La Fontanilla hace un par
de veranos. Allí, caminando con dificultad sobre las pequeñas dunas que formaba
con la arena el viento, luchando con la que en suspensión hacía peligrar la
integridad de cualquiera que fuera desprovisto de unas buenas gafas de sol, pude contemplar a aquella lectora
impertérrita, por supuesto protegida con
unas enormes gafas, y que tirada
sobre la toalla, leía ajena al levante a Theisiger. Otro de los aspectos
relacionados con esa “vuelta” de los lectores a la visibilidad en verano, que
me intriga es el qué leen. Como todos sabemos la llegada del lector estival
provoca esa epidemia de recomendaciones, que editoriales, críticos, blogueros y
otras especies, tratan de orientarlos hacia este o aquel libro. A pocos, sin
embargo, he visto leyendo – en esta otra faceta mía de “voyeur de la lectura”- libros recogidos en algunas de esas listas.
Daría para otro artículo la lista de libros que he ido relacionando, en esta
“caza” de las lecturas del lector estival. Y les confieso una cosa: muchas
veces han sido ellos, cuando tumbados sobre la arena, o bajo la toldera de una
terraza frente al litoral, los que sin saberlo me han recomendado un libro
inolvidable. El último: ‘Helena o el mar del verano’ (Julián Ayesa. Acantilado,
2017). RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
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