El paso del tiempo va difuminando en muchas ocasiones
iniciativas que, precisamente con el trascurrir de los años, van adquiriendo
ante nuestros ojos una importancia que quizás en el momento que surgieron nunca
se les reconoció. Una de estas iniciativas directamente relacionada con la
difusión del vino de Jerez, y por tanto con poner en valor el que durante
siglos ha sido el motor económico de la ciudad que le da nombre y su seña de
identidad, nacería cuando aún no había terminado la Guerra Civil española, y
fue debida al entusiasmo casi exclusivo de una persona: Luis Pérez Solero. No
nos engañemos, quizás los aciagos años en los que surge el proyecto editorial
“Xerez” auspiciado por la casa González Byass, explique el porqué años después
conozcamos poco de aquella publicación seriada, incluso los ejemplares que se
conservan sean raros y, por tanto, tentación no solo para los profesionales o
amantes del vino universal que surge de la campiña jerezana, sino para
bibliófilos y coleccionistas. El
proyecto que ideó Pérez Solero consistía en sacar a la luz doce cuidados
álbumes, cada uno dedicado monográficamente a
un aspecto relacionado con el vino de Jerez, y que a lo largo de muy
pocos años estuviera culminado. El proyecto no llegó a realizarse según lo previsto por su creador,
pero nos queda del mismo sus dos primeros números. Dos magníficas
publicaciones: “Visitando la Bodega” de enero de 1938, y “La Campiña Jerezana” de septiembre de ese
mismo año. Cuando sale a la luz este segundo número ya su creador vaticinaba
las dificultades que presentía para culminar el proyecto felizmente: “Por
causas ajenas a mi voluntad, este número no pudo ser publicado a su debido
tiempo. Espero, y Dios lo quiera, que los sucesivos aparezcan pronto….” Pérez
Solero, como es sabido, era un burgalés que es contratado por los González en
1935 para impulsar la imagen de la marca, y cuya creación más conocida –y que
quizás ha ensombrecido otros importantes logros conseguidos en su larga y
brillante carrera profesional como publicista- fue la “humanización de la
botella de “Tío Pepe”. Por tanto la revista “Xerez” es una de sus primeras y
ambiciosas iniciativas, y que como decíamos al principio el paso del tiempo –y
también para algunos, la nada disimulada inclinación de su fundador hacia el
bando franquista- amenaza con difuminar. Los dos primeros números a los que nos
referimos en este breve artículo, y salvo una pequeña colaboración del escritor
Federico García Sanchíz, son en su totalidad fruto del espíritu creativo de Pérez
Solero: cientos de fotografías y dibujos
junto a unos textos dignos de ser rescatados del olvido, logran mostrarnos lo
que fue históricamente, pero también lo que significaba el vino de Jerez en el
primer tercio del siglo pasado, y con él los personajes y paisajes vinculados a
este universal mundo del “jerez” que tanto debe a un personaje singular y
genial como Luis Pérez Solero. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
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