LECTORES SIN REMEDIO

Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.

sábado, 5 de noviembre de 2022

EL BIBLIÓFILO DE LA CALLE JUAN BELMONTE

Los miles de libros ocupaban hasta el último rincón de la vivienda, un piso bajo de la barriada jerezana de La Constancia en el que había instalado a duras penas su biblioteca, mientras él, José Soto, se acomodaba en otro piso anexo en el que pronto tuvo que ir cediendo nuevos espacios a la voracidad colonizadora de los libros. José Soto Molina, reconocido bibliófilo local, ahora ya anciano y arruinado, había vivido sin duda tiempos mejores. Sus estrecheces económicas parecían haberse acrecentado desde que tuvo que abandonar su espaciosa vivienda de toda la vida, al verse esta afectada por  las expropiaciones que tuvieron lugar para hacer realidad la nueva vía de ensanche de Jerez: la Avenida Álvaro Domecq. Desde entonces su decadencia física era evidente. Apenas salía de aquellos pisos de la calle Juan Belmonte en La Constancia, y lejos quedaban aquellos tiempos en los que fue una figura reconocida en los ambientes culturales de la ciudad. Por el camino había dejado amigos y enemigos, también lenguas malintencionadas que lo describían con una gabardina holgada donde escondía libros de procedencia inconfesable, imagen heredada sin duda del protagonismo que ejerció en las confiscaciones de libros de particulares en los inicios de la Guerra Civil. Ahora, al final de su vida, aún recibía visitas en su domicilio de conocidos y desconocidos a los que informaba sobre el valor real de alguna biblioteca heredada, o para examinar impresos raros que algún iluso trataba de venderle a precio desorbitado. Lo cierto es que José Soto se fue apagando sin saberlo en La Constancia, entre recuerdos y libros, cada vez más libros. En los recuerdos siempre aquellos “años de plomo” en los que asesoró al bando de los vencedores, sobre la idoneidad de conservar o destruir los libros incautados a particulares. Enfrascado en aquellos oscuros asuntos, no pocos libros pasarían a su cada vez más inabarcable biblioteca. Con algunos de aquellos impresos arrebatados por la fuerza, se distrajo durante un tiempo quitando los ex libris de sus legítimos propietarios de las contraportadas, para completar con ellos álbumes de singular belleza. Si a José Soto le hubiera gustado ser recordado en algún libro, sin duda hubiera sido en aquel ‘Bibliofilia’ que por entonces preparaba para la imprenta Javier Lasso de la Vega, pero lo único cierto es que cuando Soto Molina, D. José, moría en aquel bajo de la calle Juan Belmonte, pocos se acordaban de él y menos de sus libros salvo Manuel Esteve Guerrero. Esteve, el bibliotecario, el arqueólogo de Asta, compañero de fatigas de Soto Molina en lo bueno y en lo malo, lograría gestionar con éxito la donación a la Biblioteca Municipal de Jerez de aquella enorme biblioteca. Sin duda fue aquella una tan inesperada como justa pirueta de la diosa Fortuna. Ramón Clavijo Provencio.

  

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