viernes, 31 de marzo de 2023

UNAS NOVELAS DE "A DURO" EN EL MERCADILLO

Días atrás, paseando por un mercadillo, reparé en un tenderete donde junto  a la consabida pila de libros descatalogados y de poco interés, había un número nada despreciable de novelitas de bolsillo publicados por las editoriales Rollán y Bruguera, en los años cuarenta del pasado siglo. Los conocidos por entonces como bolsilibros o “libros de a duro”. Entre ellos me llamó la atención aquella portada de la serie FBI de la mencionada editorial Rollán con el título de ‘Una gota de sangre’ y cuyo autor era Fell Marty. Por supuesto que no conocía ese libro ni a su autor, pero el título  captó mi interés por su parecido con aquel de Emilia Pardo Bazán titulado ‘La gota de sangre’ que pasa por ser la primera novela policiaca en castellano (aunque otros autores conceden este privilegio a Alarcón y ‘El clavo’). La novela de Fell Marty que ojeé con curiosidad, como otras de aquel tenderete, no ha pasado a la historia de la literatura como las de la genial gallega; sin embargo, ya camino de casa y con algún librito de la serie FBI bajo el brazo, no dejé de pensar en la ingrata historia que arrastran muchos de los escritores y escritoras que bajo seudónimo por motivos políticos, escribieron este tipo de literatura popular en la España de los años cuarenta. Muchos como Álvaro Cortés Roa (Alv Cortroa) o  Eduardo Guzmán (Edward Goodman)  se refugiaron en el género policiaco, otros lo hicieron en las novelas del oeste (Marcial Lafuente Estefanía). Lo triste es que a aquellos que tenían talento, y que no eran pocos, se les hurtó una carrera más gloriosa si no hubiera mediado la depuración y las sombras del seudónimo para sobrevivir. Pero en otros casos no fue el pasado político el motivo para refugiarse en la literatura de quiosco, sino el esconder un oscuro pasado como es el caso de  Víctor Debidogre que escribió bajo el nombre de Peter Debry en “Servicio secreto” y ‘Punto Rojo” de Bruguera, y nos dejó un buen puñado de bolsilibros, o el de Félix Martínez Orejón, el Fel Marty, al que me refería al principio. Sin duda toda una apasionante historia de la que queda mucho por desvelar.  Ramón Clavijo Provencio

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