Tras ‘La España vacía’ (Turner) de Sergio del Molino muchos lectores comenzaron a conocer la problemática de la despoblación -también el abandono de formas de vida ancestrales pero que garantizaban la permanencia de ciertas actividades económicas vitales- en nuestro país. Para ser rigurosos, lo cierto es que antes del mencionado libro ya otros escritores y escritoras habían señalado de una manera más o menos tibia este fenómeno, y no todos fueron tratados ensayísticos sino que también la literatura se hizo eco de ello. Muchos recordarán al hoy olvidado García Pavón pero que con aquellas novelas policiacas protagonizadas por el policía rural Plinio, vino a señalar el asunto décadas antes de la aparición del libro de Sergio del Molino. Pero lo que sin duda nos demuestra ‘La España vacía’, es el poder de la escritura cuando confluyen ciertas circunstancias, para servir de correa trasmisora y denuncia de problemas que por otra parte no son nuevos, dándoles así visibilidad. Me asaltan estos pensamientos cubriendo el corto trayecto entre Vejer y Tarifa, unos pocos kilómetros donde la carretera serpentea entre suaves elevaciones buscando el mar y la vegetación prospera ajena al ídolo de la globalización y la presión turística que desde años tensionan la zona. A principios del siglo pasado escritores como el chileno Rafael Sanhueza Lizardi o los británicos A.M. Williamson y Keith Clark entre otros muchos, comenzaron a descubrir a los foráneos estos parajes que ya a finales del mencionado siglo eran objeto de preocupación cuando en escritos como ‘El paraíso está en Cádiz’ de José Bejarano, se dudaba hasta del perenne viento de Levante, esa especie de “barrera” protectora que hasta el momento parecía mantener a raya a la especulación urbanística, de ese “paraíso” como se empezó a conocer una zona costera que se podría situar entre Roche y Algeciras. Hoy me pregunto, mientras recorro estos parajes costeros, si tendremos a ese escritor o escritora que finalmente nos regale un libro como ‘La España vacía’, un libro que dé con el tono literario y surja en el momento adecuado, para despertar conciencias sobre la silenciosa pero implacable destrucción de los últimos parajes vírgenes de la costa gaditana. Ramón Clavijo Provencio
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