viernes, 1 de diciembre de 2023

LA OTRA REALIDAD

Leo ‘Algo va mal’ del reconocido historiador británico Tony Judt (1948-2010). Sus reflexiones sobre los beneficios y perjuicios de la socialdemocracia en los Estados occidentales a lo largo del siglo XX, son tan interesantes como incontestables. Defiende Judt que en países de tanta influencia en Occidente como EE.UU. e Inglaterra (con los gobiernos de Ronald Reagan y George W. Bush en el primero, y los de Margaret Thatcher y Tony Blair en el segundo) se ha impuesto un capitalismo a ultranza e inhumano (ya saben: “los ricos, cada vez más ricos, y los pobres…”). Y como ejemplo, la política de privatización de servicios que le corresponden al Estado mantener por el bien de sus ciudadanos. Lo que en teoría parece una buena idea (se vende el servicio, lo que supone ingresos para las arcas públicas y el Estado se libra de una responsabilidad), en la práctica ha sido muy diferente, porque -dice Judt- no ha “representado ninguna ventaja colectiva evidente… La privatización es ineficiente”. Y como consecuencia de ese abandono de la responsabilidad del Estado y de esa ineficiencia, la lucha por la igualdad, por la justicia social, por la movilidad social está pasando desde hace décadas por una crisis que el mundo actual aún no sabe cómo ajustar o solucionar. Pero ¿qué pasa cuando el ciudadano no quiere luchar por esa igualdad, por la justicia y la movilidad social? En ‘Algo va mal’, como sospecho que en ningún estudio sobre la situación social y económica del mundo actual, en ningún momento se trata el problema de esa masa de ciudadanos que se conforma con los subsidios (la famosa “paguita”) que el Estado les da, no porque no encuentran trabajo, sino porque no quieren trabajar. Es el mismo caso del alumno que no quiere estudiar, que se dedica a no hacer nada en clase porque sabe que el sistema lo pasará de curso, aunque tenga todas las asignaturas suspensas; y así estamos creando la sociedad de individuos del nulo esfuerzo y de analfabetos no funcionales, sino totales y absolutos, pero que son muy útiles para las elecciones. ¡Qué razón tuvo y siendo teniendo Ibsen! José López Romero.

 

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