viernes, 31 de mayo de 2024

CASQUERÍA Y NOVELA NEGRA

Decía recientemente Benjamín Prado (que por cierto acaba de publicar ‘El anillo del general’, la séptima entrega de su exitosa serie de novela policíaca protagonizada por Juan Urbano) que “estoy cansado de escritores nórdicos a los que les sobra casquería y les falta sutileza. A mí me gusta que la novela negra sea literatura”. Totalmente de acuerdo con este escritor, aunque pienso que ese virus de la casquería ya no sólo se circunscribe al gélido norte, sino que se extiende como una mancha, poniendo en cuestión lo que de literatura podemos encontrar en muchas de las novedades que bajo el calificativo de novela negra o policíaca nos llegan, y de los que en la misma provincia de Cádiz tenemos ejemplos recientes. Miren ustedes, a mí la casquería, poca y en contadas ocasiones. No desprecio probar unos buenos callos o unos riñones al jerez, que incluso en determinados momentos y circunstancias pueden ser manjares muy apetecibles, pero mi itinerario gastronómico diario se aleja mucho de dar protagonismo a la casquería. La novela policíaca, y luego su derivada como novela negra, gracias a excelentes escritores y escritoras ha dejado una huella imborrable a lo largo de la historia de la literatura, pero de pronto, inesperadamente un día nos llegaron del Norte la truculencia y “la falta de sutileza” como decía Prado, y lejos de ser una moda pasajera en dicho género literario, como pensamos algunos, llegaron para quedarse. Hoy proliferan en nuestro país los autores y autoras que han hecho de la casquería su firma reconocible y lo que es peor les “mola” jactarse de ello, pese a que sus libros sean un manifiesto desprecio a la buena literatura donde la trama desaparece bajo una capa de sexo, violencia y absurdo. Afortunadamente esos libros donde la casquería es el único reclamo pasan al olvido en un suspiro, mientras la buena literatura policíaca o su variante negra (donde siempre hubo sexo y violencia, pero con un sentido dentro de la trama general) sigue aportando títulos, que si bien en menor número que “la ola de casquería”, estos sí permanecen en la memoria de los buenos lectores. Esa es su mayor victoria. Ramón Clavijo Provencio.  

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