Cuando lean ustedes estas líneas habremos dejado atrás las conmemoraciones en torno al Día Internacional del libro, para dejar paso a la ciudad efímera que se levanta todos los años en el González Hontoria. Sin embargo, y volviendo sobre los libros, no deja de sorprenderme que en una ciudad mediana y abarcable como es aún Jerez, de un tiempo a esta parte -no sólo cuando llega esa efeméride que mencionábamos antes- se hagan visibles escritores y escritoras de los que no tenemos ni la más mínima noticia y a los que se da protagonismo en espacios públicos y privados. La presentación de un libro siempre ha sido algo singular, casi mágico. Hasta hace bien poco, en el escritor o escritora todos reconocíamos a un apasionado lector antes que nada, que finalmente decidía dar ese nuevo paso que el que más o el que menos también ambicionaba pero que solo unos pocos lograrían: publicar. Pero la percepción que tengo de lo que sucede ahora es muy desalentadora. No puede ser que haya docenas de presentaciones de nuevos libros en ciudades pequeñas como la nuestra y, salvo excepciones – benditas excepciones- no tengamos ninguna referencia previa de quiénes son sus autores con los que, por cierto, nunca hemos coincidido en los pasillos y galerías de librerías o bibliotecas. ¿De dónde salen? ¿Me estaré perdiendo algo? Intrigado decidí asistir a alguna presentación que otra de la que no tenía ni idea de quién era su protagonista. Quería comprobar de dónde surgían estos “lectores” en la sombra, a los que presuponía que tras ese aprendizaje imprescindible, esa especie de cursus honorum de la lectura, daban el trascendental paso a la escritura. Pero lo que me encontré, pese a lo previsible, no dejó de incomodarme: autores en los que la lectura no parecía ocupar un papel relevante en sus vidas, y que apenas lograban explicarse sobre el contenido de aquello que presentaban. ¿Kafkiano?, sin duda. Pero yo prefiero recordar aquellas palabras -aunque estas tuvieran otras motivaciones- de Pablo Neruda recogidas en ‘Confieso que he vivido’: “Cuánto libro….cuánto librito… Quién es capaz de leerlos...Ya no se puede más, nos tienen hasta las coronillas…” Ramón Clavijo Provencio.
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