jueves, 27 de junio de 2024

IMPRESTABLES

“Para formar una buena biblioteca se necesita contar con muchos amigos y que estos tengan muy mala memoria”, rezaba un pequeño cartel enmarcado, en la entrada   de la excelente biblioteca especializada en Arte que logró reunir el añorado profesor José Ramón Fernández Lira. Pero aquel texto no era una confesión sobre el origen de los miles de libros que había reunido José Ramón, sino más bien una advertencia a aquellos privilegiados visitantes que solía invitar a su biblioteca privada, a los que mostraba incansable, como buen cicerone, sus piezas más valiosas, curiosas o raras antes de obsequiarlos con un espléndido jerez de despedida. Solía suceder que en aquel recorrido entre las librerías siempre había algún visitante que se sentía tentado por hojear y leer en privado alguno de aquellos ejemplares. Entonces saltaba la pregunta que parecía no coger nunca desprevenido al propietario de la colección. “Oye, José Ramón, ¿me prestas este libro?” Era el momento en el que sin duda más disfrutaba el profesor, y sin perder la sonrisa siempre contestaba con otra pregunta “¿Te has fijado en ese cartel que tengo colocado en la entrada?” Luego José Ramón, sin esperar respuesta volvía a recordar al visitante de turno la frase enmarcada, recitándola con gran solemnidad, tras lo cual soltaba aquel demoledor “Pues quiero advertirte, amigo, de que yo la memoria la tengo buena, pero que muy buena”, a lo que solía seguir una sonora carcajada. Sí, José Ramón también claudicaba a veces y solía prestar algún que otro ejemplar de su colección, al fin y al cabo, como decíamos más arriba tenía buena memoria, pero pese a ello muchos de sus libros, a los que tenía más apego y no necesariamente los más valiosos, tenían aquella leyenda garabateada de su puño y letra en la contraportada: “Este libro ha pasado a la categoría de imprestable”, seguida de su rúbrica. Hoy donde las bibliotecas privadas en los domicilios son lamentablemente una singularidad, me asaltan  estos recuerdos al echar en falta en los anaqueles de mi biblioteca libros que presiento no volverán. ¿Los habré prestado? Está claro que, a diferencia de José Ramón, no tengo tan buena memoria. Ramón Clavijo Provencio

 

 

 

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