El 11 de febrero de 1903 en Kiev venía al mundo la escritora Irina Leodinovna Nemirovskaïa, más conocida por Irène Némirovsky. Su padre, Leon Némirovsky, era un acaudalado judío, banquero, que disfrutaba de una enorme fortuna, y su madre, Anna Margoulis, una mujer con una excelente formación y que nunca mantuvo una buena relación con su hija, a la que siempre trató con cierta distancia. A pesar de su origen ruso, la educación que recibió Irène en su infancia se debió a una institutriz francesa, de ahí que ella reconociera que antes del ruso, aprendió a hablar y a escribir en francés, el idioma que escogería para sus novelas. Después de la Revolución Rusa, la familia pasa por diferentes ciudades europeas hasta afincarse en París, donde se casa en 1926 con Michel Epstein, también judío. Y no será hasta dos años más tarde que le llega a Némirovsky su éxito literario. Novelas como su inicial ‘El malentendido’, ‘El baile’, ‘Los perros y los lobos’ y, sobre todo, su exitosa ‘Suite francesa’ (pasada al cine) nos revelan una escritora en plena madurez, con un estilo elegante del que se sirve para describir las costumbres y los vicios de la alta sociedad burguesa pero también los horrores de la miseria y de la guerra. Irène Nemirovsky fue apresada en la Francia ocupada por el ejército nazi el 13 de julio de 1942. Trasladada al campo de concentración de Auschwitz, murió de tifus apenas un mes más tarde, el 17 de agosto.
El 3 de junio de 1929 nacía Ángel Vázquez
Molina en Tánger, la ciudad cosmopolita, internacional, nido de refugiados y
espías de toda raza y nación, la “deliciosa mentira”, como la definió Emilio
Sanz de Soto, amigo íntimo de Vázquez y de quien tomo estos apuntes sobre la
vida de este (en la edición de ‘El cuarto de los niños y otros cuentos’,
Pre-textos). Hijo único de Mariquita la sombrerera, cuando el negocio que
regentaba su madre, una sombrerería, cayó en desgracia, tuvo que abandonar sus
estudios y dedicarse a desempeñar diversos trabajos precarios como secretario,
vendedor de libros y colaborador de la prensa de la ciudad. Su vocación
literaria se fue fraguando primero como lector voraz, usuario de las
bibliotecas públicas de Tánger (la española, la francesa y la inglesa) y el
contacto con los escritores que se afincaron en la ciudad, como el matrimonio
Bowles. Ángel Vázquez sólo escribió un conjunto de cuentos reunidos en el
volumen publicado por Pre-textos y tres novelas: ‘Fiesta para una mujer sola’,
‘Se enciende y se apaga una luz’, por la que obtuvo el Premio Planeta de 1962 y
cuya cuantía económica sólo le alcanzó para pagar deudas, y su extraordinaria
‘La vida perra de Juanita Narboni’, sin duda una de las mejores novelas
españolas del siglo XX. Alcohólico como su padre y su madre, homosexual en la
España franquista, escritor maldito, murió en la más absoluta miseria en Madrid
el 26 de febrero de 1980. Leer a Irène Nemirovski y a Ángel Vázquez es un
ejercicio de reconocimiento y un homenaje a dos escritores que honran la
Literatura. José López Romero.
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