LECTORES SIN REMEDIO

Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.

lunes, 11 de agosto de 2025

LECTURAS DE VERANO II

Medio sol amarillo

Chimamanda Ngozi Adichie. Random-House, 2007.

‘Medio sol amarillo’ toma su título de la bandera que será el emblema de Biafra, una región al sur de Nigeria que proclamó su independencia a consecuencia de las masacres sufridas por la etnia igbo. El relato se desarrolla antes, durante y después de la guerra civil y la hambruna que se desencadena entre los años 1960 y 1970. Sus protagonistas son dos hermanas gemelas, Olanna y Kainene, pertenecientes a una acomodada familia igbo. Olanna representa el mundo intelectual universitario, junto con su pareja Odenigbo, ambiente en el que se agita la guerra; y Kainene, el de los negocios. Personajes a los que se unirá el niño Ugwu, criado de Odenigbo. Una novela que expone en toda su crudeza las consecuencias de una guerra, agravada esta por el odio entre etnias. J.L.R. 



Wanted

Ignacio Arrabal. Rhode Island, 2024

Es cada vez más interesante  el periplo literario de este escritor sanluqueño. Si ya nos sorprendió gratamente con aquella tensa e inquietante novela de impecable estilo, ‘Los ofendidos’,  ahora lo vuelve a hacer cambiando de tono y registro pero manteniendo el irrenunciable propósito de hacer literatura en estos tiempos tan poco propicios para ello, cosa de agradecer por los buenos lectores. Esta breve y nueva historia de paisajes desolados, persecuciones infinitas y soledad extrema, es más que un western singular y arrastra al lector a las entrañas de un relato intenso repleto de guiños a la buena literatura y de momentos no exentos de belleza. Sin duda ‘Wanted’, novela además agraciada con una portada espectacular de Alberto Belmonte, es una de las más interesantes novedades de estos últimos meses. R.C.P.


domingo, 20 de julio de 2025

LECTURAS DE VERANO I

Vagalume

Julio Llamazares. Alfaguara, 2023

Releo esta historia del escritor leonés, al que conocí hace años acercándome a sus libros de temática viajera. A veces esto de la relectura de libros es muy aconsejable, sobre todo cuando se nos quedó un cierto sentimiento de culpa con libros que leímos demasiado apresuradamente o en un momento poco favorable. Vuelvo a las páginas de ‘Vagalume’ y lo hago sumergiéndome nuevamente en  ese  inicio de la historia casi magnético. A su muerte, el periodista Castro -cuyo padre había subsistido y mantenido a su familia publicando aquellas novelitas de “a duro”, policíacas o del oeste, consumidas a miles por aquella generación frustrada de la posguerra española- deja una serie de manuscritos que extrañamente no han sido publicados. Ese misterio lleva a su antiguo discípulo César a bucear en la historia de alguien al que nadie pareció conocer realmente. Muy recomendable y sí, esta historia merecía una relectura. R.C.P.


La hermana de Katia

Andrés Barba. Compactos Anagrama,  2012.

Andrés Barba (Madrid, 1975) ya es, sin duda, un escritor plenamente consolidado en el panorama literario español. Los premios y una producción literaria de gran calidad, lo avalan con creces. Leídas ya ‘Ha dejado de llover’ y ‘Agosto, octubre’, que se inscriben en el género de las “nouvelles” o novelas cortas, ‘La hermana de Katia’ es un relato de mayor aliento o extensión, una novela de cuatro mujeres: la abuela, la madre, Katia y su hermana de catorce años, que se convierte en la protagonista, de ahí el título. Una niña que a veces no entiende los códigos con que los adultos manejan los hilos de sus vidas. La prostitución, las peleas familiares, la incomunicación, la falta de referentes y una tragedia del pasado marcan las vidas de estas cuatro mujeres. Muy interesante. J.L.R. 

jueves, 26 de junio de 2025

DUELO AL SOL

No. No me he equivocado de sección. ‘Duelo al sol’ es el libro que acaba de publicar la editorial Renacimiento, que recoge textos a modo de conversación o diálogo entre dos escritores que conocen como pocos la literatura española desde el XIX hasta nuestros días. Me refiero a Abelardo Linares, poeta, ensayista y editor, y José Luis García Martín, poeta, profesor y crítico literario. Dos enormes figuras de la literatura actual. El diálogo que mantienen ambos protagonistas a lo largo de todo el libro, es una sucesión de mensajes, de réplicas y contrarréplicas a la que han querido poner el título de la mítica película del oeste, pero que García Martín hubiera preferido ponerle “el juego del gato y el ratón”. El formato de conversación o debate, que recuerda los diálogos renacentistas, es muy agradecido tanto para los autores como para el lector. Prescinde de la rigidez académica del ensayo, les permite a los protagonistas ensartar temas sin necesidad de seguir un hilo argumental, y los lectores se complacen en ese juego de tira y afloja (de gato y ratón), en el que se aprecia tanto la ironía como la complicidad, sin faltar por supuesto los desencuentros o desacuerdos que añade ese punto de picante que tanto interés despierta en el lector dada la talla intelectual de los dialogantes. El resultado es un texto que se lee con mucho agrado, en el que ambos “duelistas” no se reprimen ni se cortan un pelo en expresar sus opiniones sobre los temas más conflictivos del actual panorama literario español, sobre todo de la poesía, tema en el que son reconocidos expertos. Las anécdotas personales se mezclan con la visión de la historia literaria y las relaciones entre generaciones. En este sentido, pueden leerse la intervención de Linares titulada “Al final seré yo quien se rinda”, que termina con una interesantísima pregunta a su “contrincante”: “¿los poetas veinteañeros de hoy en día tienen ya como maestros a los poetas nacidos entre 1971 y 1985 y si mitifican a la generación novísima como yo, sin ir más lejos?”. La respuesta de J.L. García Martín, “Me pones en un apuro”, casi termina con esa ironía y ese humor tan presentes en todo el libro: “Pero no sé por qué te interesa lo que admiran los jóvenes de hoy. Yo de lo único que estoy seguro es de que no me admiran a mí (ni a ti, aunque lo disimulen más, por si los edita)”. No faltan referencias a escritores de finales del XIX y principios del XX, como la cita a Rafael Leyda del que se transcribe un cuento (‘La tita’), autor en la mejor tradición del relato corto europeo; como tampoco de los poetas más actuales, junto con las polémicas suscitadas que entran ya en lo personal. ‘Duelo al sol’ es, en definitiva, un libro no solo para leer, sino para aprender y entretenerse. José López Romero.

 

NÓMADA

En mayo de 1989 fallecía tras contraer SIDA el gran escritor, referente de la mejor literatura de viajes contemporánea, Bruce Chatwin. En este inicio del que se anuncia como tórrido verano,  quizás sea buen momento para recordar  a este británico,  al que muchos describían como “un nómada en estado puro” y sobre lo que él mismo, en su intento de explicar lo que le impulsaba a estar siempre con la mochila al hombro, escribía:  “jamás he sentido apego real alguno al hogar y no experimento la habitual reacción emotiva, salvo cuando estoy viajando…”. Arqueólogo y especialista en patrimonio histórico artístico de formación, pronto dejó su cómodo y bien remunerado puesto en la prestigiosa Sotheby´s  para surcar rutas y llegar a lugares, algunos todavía libres de la “marabunta” turística que hoy salpica todo. Fruto de esos viajes fue dejándonos un reguero de libros, que aparte de brindarnos placenteros momentos de lectura se han ido convirtiendo con el paso de los años en piezas de culto, que además ponen el foco de atención sobre aspectos de la naturaleza humana olvidados o minusvalorados bajo el peso  de los discutibles valores de esta civilización tecnológica y posindustrial que nos ha tocado vivir. Libros como ‘En la Patagonia’, ‘Los trazos de la canción’  son buenos ejemplos de esto que decimos. A principios de la década de los setenta del pasado siglo, un joven y aún poco conocido Chatwin, viaja por el sur de España según recoge en su biografía sobre el británico ‘Con Chatwin’ Susannah Clapp, pero lamentablemente se dan pocos detalles sobre esta que suponemos corta estancia, y donde Chatwin posiblemente se dejara ver por lugares aún vírgenes como la costa de Barbate en la provincia de Cádiz.   Ramón Clavijo Provencio


viernes, 13 de junio de 2025

VIDAS INTENSAS

Anna Andréyevna Gorenko, más conocida como Anna Ajmátova, nació en Odesa el 11 de junio de 1889. Estudió Derecho, Latín, Historia y Literatura en Kiev y en San Petersburgo (Leningrado). En 1910 se casó con Nikolái Gumiliev, uno de los poetas fundadores del movimiento llamado “acmeísmo”, corriente opuesta al simbolismo y que preconizaba una poesía sobria, sin excesivos ornamentos retóricos. Junto con su marido, son ella misma y Osip Mandelstam los poetas más representativos de este movimiento. Y como Mandelstam, fue perseguida implacablemente por el régimen impuesto por el genocida Joseph Stalin. Aunque nunca fue detenida, su tercer marido N.N. Punin y su hijo, Lev Gumiliev, sí fueron encarcelados, y su obra poética prohibida. En la biografía del gran poeta ruso ‘Contra toda esperanza’ de (ed. Acantilado), Nadiezhda Mandelstam alude en múltiples ocasiones a la amistad que unía a ambos poetas, más estrecha por su común lucha contra el tirano. Su gran obra lleva por título ‘Réquiem’, que fue escribiendo entre 1935 y 1940 y que no pudo publicarse en la URSS hasta 1987. Anna Ajmátova moriría cerca de Moscú en 1966.

Flora Alejandra Pizarnik nació en Avellaneda el 29 de abril de 1936. Con veinticuatro años (1960) se embarca para París, ciudad en la que residirá hasta 1964, periodo en el que consolida su personalidad y su creatividad, como ha demostrado Manuela C. Almodóvar en su monografía dedicada a la poeta argentina. Será en París donde vivirá con total intensidad su independencia familiar y donde comenzará a entablar contactos y amistades literarias fundamentales para su obra. Prueba de ello es su relación con el matrimonio Cortázar, preocupado por la salud de Alejandra, y el prólogo que le hace Octavio Paz al poemario titulado ‘El árbol de Diana’ que escribe y publica en París en 1962. Como señala M. C. Almodóvar: “Mujer atormentada por la vida que le es hostil (sentido de abandono y soledad, agravado por diversas enfermedades) y la atracción que sobre ella ejercía la muerte (uno de los temas más recurrentes en sus poemas), Alejandra Pizarnik encuentra en el surrealismo y en el simbolismo los movimientos más adecuados para su expresión poética.” Pizarnik vuelve a Buenos Aires donde continúa con su labor creadora, fruto de ella serán ‘Los trabajos y las noches’ (1965) y ‘La extracción de la piedra de locura’ (1968). Durante un fin de semana en el que había salido con permiso del hospital psiquiátrico donde estaba internada, el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, Alejandra Pizarnik murió por una sobredosis de pastillas de Seconal. José López Romero.

 

DELICIOSAS POLÉMICAS

En estos días calurosos, ya a punto de clausurarse la Feria del Libro de Madrid, que por cierto también tuvo un polémico y singular cierre provisional por las altas temperaturas la tarde del día inaugural, el panorama literario de nuestro país se ha calentado para no ser menos, hasta recordarnos épocas pasadas donde las diferencias literarias en el mundo de las letras se dirimían con cierta frecuencia  en las páginas de la prensa. En estos días hemos asistido no a una sino a varias polémicas y, qué quieren ustedes que les diga, los lectores nos lo estamos pasando en grande. Primero fue un artículo en ABC  (“¿Un Chaves Nogales definitivo?”)  donde el editor Abelardo Linares se muestra muy crítico con la publicación por parte de la editorial “El Paseo” de los “Diarios de la Segunda Guerra Mundial” de Chaves Nogales. A esto replicará extensamente  Juan Bonilla en la revista Jot Down (“Abelardo Linares, el síndrome de Pupú Poulidor”) y, finalmente, vuelve Linares a contestar a Bonilla ahora en Jot Down: “Un Chaves Nogales demediado o lo malas que son las prisas”. Días atrás, en El País, Sergio del Molino publicaba “No hace falta leer un libro para criticarlo”, opinando con criterio sobre la polémica levantada por la periodista  Marta Nebot, cuando criticaba el último libro de Javier Cercas acusándolo de blanqueo de la Iglesia católica (“El loco de Dios en el fin del mundo”). Pero como no hay dos sin tres, y volviendo a la revista literaria Jot Down, hace unos  días Ángel L. Fernández Recuero arremetía duramente en otro artículo, “La mediocridad de Eva Orúe como directora de la Feria del Libro de Madrid”, contra la mencionada periodista por el veto de esta a la prestigiosa revista literaria. Ramón Clavijo Provencio.     

viernes, 30 de mayo de 2025

ALGUNOS APUNTES SOBRE LA NOVELA NEGRA Y JEREZ

 

A finales del siglo XIX hacían furor entre los lectores las historias de aventuras, corte histórico o viajero, muchas de ellas firmadas  por escritores relevantes, que por entregas o en ediciones modestas se ponían a disposición de los lectores. Estas historias eran igualmente un  reclamo para incitar a la lectura a las clases más desfavorecidas de la sociedad, y en los círculos parroquiales y fábricas se crearon pequeñas bibliotecas en los que estos libros se hicieron un hueco junto a otros de tipo educativo, religioso o técnico. Encontraremos estos relatos en revistas de cierto prestigio como ‘Por esos Mundos’ y ‘El Mundo Ilustrado’ entre otras, pero también en la prensa diaria donde muchos periódicos reservaban un espacio para recoger este tipo de literatura popular que tanta pasión despertaba y entre la que empezó a abrirse camino a lo largo del tiempo la de tono más morboso o sangriento, inspirada algunas en sucesos reales. En nuestra ciudad también encontramos este fenómeno y prueba de ello lo tenemos en revistas como la del ‘Ateneo’, o ‘Asta Regia’, pero también en periódicos como ‘El Correo de Jerez’ o ‘El Guadalete’ entre otros, o en esos folletos que se publicaban estacionalmente como ‘Carnet de Fiestas’, donde se puede hacer un seguimiento de todo este tan fascinante como muy poco conocido universo literario con historias que van de lo romántico o histórico a lo costumbrista. Volviendo a los relatos más morbosos y sangrientos (en la imagen), cabe decir que en ellos podemos seguir la pista de lo que podría ser los antecedentes de la novela policíaca que definitivamente a partir de 1841 (con la edición de ‘Los crímenes de la calle Morgue’ de Edgar Allan Poe) inicia una historia como subgénero literario de incontestable éxito. En España la literatura policíaca o negra siempre estuvo lastrada por un estigma de poca calidad que muchas veces no se correspondió con la realidad, y que quizás tenga su origen en la tardía entrada del género en nuestro país o que en la posguerra española muchos escritores represaliados encontraron en estos relatos una vía para subsistir. Sin embargo, basta echar un vistazo al plantel de escritores y escritoras que han tocado el género desde el XIX hasta hoy, para apreciar lo infundado de esa mala fama. En Jerez rebuscar entre viejas publicaciones y folletos efímeros los antecedentes del género puede ser una tarea tan laboriosa como apasionante y, por cierto, hasta ahora no escrutada por ningún investigador. Pero bien que merecería la pena hurgar en esos difíciles orígenes de los que aún se conservan fragmentos materializados en las colecciones de prensa decimonónica, o semanarios y folletines efímeros conservados en nuestras bibliotecas, pues son los antecedentes del ramillete de escritores (Cosano, Rojo, López, Clavijo, Fernández de Bobadilla...) que hoy en nuestra ciudad a la vez que suman lectores prestigian el género. Ramón Clavijo Provencio.

 

LA MAQUINITA

El otro día me encontré a un amigo, al que me une especialmente una amistad libraria, aunque no coincidamos del todo en los gustos. “¿Sabes cuál ha sido mi última adquisición?”, me preguntó. Y ante mi expectante ignorancia, me informó muy ufano: “¡Una máquina de fango!”. Y siguió: “Me puse a buscar en Amazon y vi una baratita, marca Acme, una marca de garantía, y en dos días ya la tenía en casa. ¡Oye! ¡Una maravilla! Leí el manual de instrucciones, la enchufé a un puerto usb del ordenador y ¡a funcionar! Te sale un menú con los temas sobre los que puede crear bulos y noticias falsas. Un catálogo en el que la política es uno de esos temas estrellas. Pero preferí la literatura. Por curiosidad y por probar hasta dónde podía llegar la originalidad del artefacto en este asunto, le propuse que me crease algunos bulos literarios. Y, pásmate, no tardó ni dos minutos en crear seis o siete bulos”. Ante mi cara de ansiedad por conocer algunos de ellos, sacó su móvil y me puso por delante la foto que le había hecho a la pantalla y pude leer algunos de ellos. “Bulo 1: todos los premios literarios están amañados. Hasta hace poco tiempo mangoneaban y decidían los agraciados dos figuras muy preeminentes del panorama literario nacional. Bulo 2: hay premios que se han otorgado sin haberse escrito siquiera la obra premiada, seguramente se premiaba a un familiar. Bulo 3: las subvenciones son una buena herramienta para rescatar editoriales que son de la cuerda ideológica de quien las concede (con dinero público, por supuesto), editoriales en las que publican los escritores de la misma ideología (que no es otra que la del poder). Bulo 4: detrás de algunas novelas y premios están más que el nombre del autor, una serie de “negros” (argot literario) que mejoran tanto la obra que no la reconoce ni el primer padre o madre que la engendró”. Y así hasta un bien nutrido listado de bulos que daba escalofrío leer. Al final, en nota al pie de la pantalla, como si de esa letra pequeña de las hipotecas se tratase, se podía leer: “MAX: … La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas. [...]. Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.” Amén. José López Romero.

  

viernes, 9 de mayo de 2025

ENTREGAS

“Sociedad literaria. Lujo, prontitud y varatura (sic). ‘Martín el expósito’. Traducción del Doncel.- Edición de la Sociedad Literaria con grabados y litografías. Se ha repartido el tomo 11 y dentro de poco se repartirá el 12. Cada tomo consta de más de 200 págs. Con el 9º se han regalado 16 láminas litografiadas y el retrato de Sué. Se regalará el último tomo y con él el resto de las láminas ofrecidas. Se suscribe en Madrid a 4 rs. tomo, en la Sociedad Literaria; y a 5 rs. en las provincias franco el porte, en casa de D. José Bueno y de D. José María Contrastin”. Este era el anuncio que el 25 de marzo de 1847 aparecía en el Boletín de anuncios de la Revista Jerezana. La “Sociedad Literaria” era una editorial propiedad del famoso por aquellos años autor de novelas por entregas Wenceslao Ayguals de Izco, quien también se autoanunciaba con la publicación de su obra ‘La marquesa de Bella-flor o el niño de la inclusa’. La venta de novelas y de libros en general por suscripción popular fue uno de los métodos comerciales más frecuentes y socorridos durante el siglo XIX, que se complementaba con otros procedimientos como la entrega (lo que ahora llamamos fascículos) o, incluso, la publicación en los faldones de los periódicos o también llamado folletín (“Escrito que se inserta en la parte inferior de las planas de los periódicos, y trata de materias extrañas al objeto principal de la publicación, como artículos de crítica, novelas, etc…”, DRAE) que, una vez terminada, pasaba a comercializarse en volumen. De todo ello tenemos un excelente muestrario en nuestra ciudad si el curioso lector consulta el diario local ‘El Guadalete’, en su época de mayor esplendor que fue la segunda mitad del s. XIX, donde encontrará numerosos ejemplos de lo expuesto. Muchos de los grandes novelistas de esta época, así como sus editores acudieron a estos mecanismos de publicación porque llegaban a un público más numeroso y, en consecuencia, sus beneficios eran mayores. Sobre todo, aquellos autores que tenían la literatura como única fuente de ingresos, algunos de los cuales gozaban de una posición económica muy desahogada a base de suscripciones y entregas. Quizá el más famoso de entre ellos sea Manuel Fernández y González, del que se decía que disponía de cuatro amanuenses a los que les iba dictando al mismo tiempo las cuatro obras que tenía a la venta en el mercado de las entregas. Buena prueba de ello es la nota que incluye Valle-Inclán en la acotación inicial de la escena segunda de ‘Luces de bohemia’. De la librería de Zaratustra señala: “Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas”. Hoy, en plena era de la imagen y de la escasa lectura, poco o nada tienen que hacer estos novelones decimonónicos, basta con que el ciudadano se ponga delante del televisor y asista a las distintas entregas de los cuatro espeluznantes cromos de la situación política de nuestro país, con sus nombres y sus apellidos, y con sus láminas o sus rostros de cartón piedra como regalo. Como diría Valle: “¡fantoches!” José López Romero. 

JEREZ, UNA SEMANA QUE LANGUIDECE

Tengo la sensación que la denominada “Semana del libro” en Jerez se está convirtiendo a medida que pasa el tiempo, más en un alto en el calendario festivo que algo relevante que demanda nuestra atención o un idóneo escaparate para proyectar por los responsables públicos los avances de la ciudad en pro de la lectura y el libro. Entiendo que esto hoy es difícil de materializar, cuando los proyectos culturales de calado que en Jerez se están realizando son mayoritariamente fruto de la iniciativa privada (el nuevo teatro de “La Gotera de Lazotea”, el que actualmente se remodela en San Andrés o el próximo complejo cultural de la plaza de la Asunción), mientras  la iniciativa pública no va más allá de declaraciones grandilocuentes para el futuro que no terminan nunca de concretarse. Pero no podemos olvidar en estas fechas que Jerez tiene asignaturas culturales pendientes muy importantes que los responsables públicos no pueden ir dilatando más en el tiempo, algunas de ellas relacionadas con el mundo del libro o con el patrimonio bibliográfico y documental. Asignaturas que siguen eternizándose como la de una nueva sede para el archivo histórico municipal de Jerez, y que desde el año 1986 se encuentra ubicado “provisionalmente” en la sede de la biblioteca municipal central. Conviene no olvidarse tampoco, y ya vamos tarde, de la mejora de las instalaciones de la red de bibliotecas municipales así como la recuperación para la misma de la biblioteca Coloma. Inaugurada en 1993, fue la primera de la red municipal de bibliotecas de barrio y no estaría de más, como ya se hizo en el año mencionado, firmar un nuevo convenio entre el Ayuntamiento y la Consejería de Educación para devolverle su uso compartido (público y educativo). Con este paisaje del que dejamos aún mucho fuera de foco, hubiera estado bien como  gesto hacia la institución bibliotecaria más antigua de Andalucía, la biblioteca municipal de Jerez (1873), haber trasladado frente a su fachada en la plaza del Banco este 23 de abril, los bellos bustos de Shakespeare y Cervantes actualmente en la plaza del Mercado, y cuya ubicación actual (respetando pero no compartiendo las motivaciones que condujeron a ella)  nunca  entendí. Ramón Clavijo Provencio.

 
 

viernes, 4 de abril de 2025

LA MIRADA DE FLEMING

Una de las fotos más icónícas de las realizadas a visitantes ilustres de esta ciudad es, sin duda, la que recoge el momento en el que el premio Nobel sir Alexander Fleming firma una bota de jerez en la bodega El Molino de Domecq un 10 de junio de 1948. Esta foto que hoy se conserva en los archivos de Bodegas Fundador, es más que una simple fotografía, pues esconde a través de esa extraña expresión con la que mira a la cámara el doctor británico, los entresijos de un viaje en el que hay algo más que los ecos entusiastas  que fue dejando su paso entre la población de las ciudades españolas que visitó, entre ellas Jerez.  Sin duda aquel viaje fue un gran acontecimiento en una España donde Franco, pese a las apariencias, aún luchaba para asentar su Régimen (y más tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial). Visitas como la del escocés a la España de 1948 eran, sin duda, instrumentos propagandísticos de gran importancia para el Régimen; sin embargo, tras aquella visita hubo algo más que fervor popular hacia el ilustre visitante, y se intuyen en ella aspectos oscuros aún no desvelados  que puede que expliquen esa extraña mirada de Fleming de la que hablábamos antes. Desde luego a lo largo de todo el viaje que se inicia en Barcelona un 26 de mayo, y que llevó al premio Nobel y su mujer Sarah Marion McElroy a visitar también Sevilla, Córdoba, Jerez, Toledo y Madrid (desde donde regresaría a Londres un 14 de junio), la pareja fue sometida a una estricta vigilancia por los servicios de información del Régimen, que trataban de impedir que Fleming pudiera entrevistarse con personas no gratas para las autoridades. Un misterio no menor del viaje fue cómo se autorizó este, si Fleming era miembro de una logia masónica londinense, y en España se aplicaba con todo rigor la ley de represión de la masonería por aquellas fechas. ¿Se ignoraba este detalle? Tampoco se sabe mucho, otro misterio más, de la extraña enfermedad que contrajo en el viaje la esposa del Nobel, Sarah, y que acabó con su vida un año después. El paso efímero de Fleming por Jerez lo llevó a visitar la clínica Girón o la bodega El Molino a la que se refirió años después: “Vi botas con nombres sobre ellas: Nelson, Wellington, Pitt y otros. Tuve que subir a una escalera y escribir mi nombre con tiza sobre un barril. En Escocia me enseñaron a escribir con claridad y me imagino que no hay en esa bodega nombre mejor escrito que el mío”. También nos dejó una extraña mirada que esconde algo, un instante recogido en una fotografía en la cual hemos querido hurgar José López Romero y yo a través de la novela que presentamos hoy: ‘¡Vigilad a Fleming!’ (Editorial Luna Nueva, Jerez). Ramón Clavijo Provencio.

 

 

EL BUFÓN

Los bufones siempre han estado íntimamente relacionados con las cortes, en las que los reyes y cortesanos al tiempo que se solazaban con diferentes y variados espectáculos, tenían y mantenían a estos personajes encargados de divertirlos con “chocarrerías y gestos” (como así reza la definición del DRAE). Algunos incluso llegaron a ocupar un puesto de privilegio en la privanza del rey, hasta el punto de erigirse en uno de sus más allegados consejeros. Prueba de ello es su presencia en las pinturas de la época. Y aunque casi todos de los que se nos han conservado memoria e imagen adolecen de alguna discapacidad, sobre todo, la enanez (como la famosa Maribárbola inmortalizada por el gran don Diego de Velázquez en ‘Las meninas’), como si por los enanos hubieran mostrado especial predilección los reyes, algunos, excepcionalmente, no presentaban ningún defecto físico. Esto es lo que se cuenta de uno de los más famosos bufones de la Corte de Carlos V: don Francés de Zuñíga o por nombre más conocido Francesillo de Zúñiga, quien se considera el autor de la no menos famosa ‘Crónica burlesca del emperador Carlos V’, aunque en los últimos tiempos Jesús Cáseda Teresa le atribuya esta obra a don Francisco de Zúñiga y Avellaneda, III conde de Miranda y Grande de España, quien conoció al bufón en la Corte y “en la tierra salmantina cuando este último estaba al servicio de su primo el duque de Béjar”. Porque don Francesillo, nacido en esta localidad salmantina y de familia de judíos, entró en contacto con el emperador cuando formaba parte del séquito con que el duque de Béjar fue a presentarle sus respetos al joven Habsburgo en un encuentro que tuvo lugar en Valladolid el 18 de noviembre de 1517, recién llegado el rey a España (datos recogidos de ‘Fortuna y adversidades de don Francés de Zúñiga’ de José A. Sánchez Paso). Su famosa ‘Crónica’ no fue impresa hasta el siglo XIX y se considera una obra maestra de la literatura bufonesca. Como si de un periódico se tratara, don Francés (o don Francisco) les da un repaso, entre chascarrillos y bromas, a cortesanos y villanos, obispos, militares, alcaldes y criados, sin dejar clase social libre de su acerada pluma. El bufón del reino era, como podemos comprobar por don Francesillo, un cargo o título de cierta relevancia y prestigio. Por el contrario, en estos tiempos, el bufón del reino puede serlo cualquiera, aunque alguno con más méritos que otros. José López Romero.

 

sábado, 22 de marzo de 2025

VIDAS DERROTADAS

Diego de Torres Villarroel nace en Salamanca un día de junio de 1694. Hijo de un modesto librero, ya desde su infancia mostró esa personalidad inquieta y turbulenta que le caracterizó a lo largo de toda su vida. Después de distintos vaivenes en busca de mejor suerte, publica en 1718 su primer ‘Almanaque’, un género popular que se había impuesto en buena parte de Europa; un cajón de sastre donde cabía toda clase de información, desde lo científico hasta lo divulgativo y engañoso, con el fin de halagar el gusto de la plebe (efemérides, noticias históricas y toda clase de pronósticos), que le fueron reportando a Torres Villarroel la fama y los medios de fortuna de los que hasta esa fecha había carecido. Los ‘Almanaques’ le abrirán las puertas de la Corte (1720-1726) y, con estas, la consolidación de un prestigio intelectual con la publicación de sus obras mayores “que sirviera de contrapeso docto al progresivo éxito popular del Gran Piscator de Salamanca, nombre con el que firma sus pronósticos” (cervantesvirtual.com/ diego_de_torres_villarroel). De vuelta a Salamanca en 1726, Torres gana por oposición la cátedra de Matemáticas. La celebración multitudinaria (cohetes, campanas, vivas) por tal acontecimiento la narra el propio Torres en el “Trozo cuarto” de su autobiografía (‘Vida’). Pero al mismo tiempo comienza su larga lucha contra el claustro universitario, que no aceptaba de buen grado que uno de los suyos fuera un advenedizo, componedor de pronósticos sin sustento científico. Perseguido, derrotado por los conflictos de intereses, Diego de Torres Villarroel se refugió en sus últimos años en el palacio de Monterrey, como administrador del Duque de Alba, para morir finalmente el 19 de junio de 1770.

 José Marchena, o más conocido como el abate Marchena (aunque nunca perteneció a orden religiosa alguna), nace en Utrera en 1768. Estudió Leyes en Madrid y Salamanca, y pronto orientó su vocación por las lenguas clásicas, por el hebreo, pero también por el inglés, el italiano y el francés, hasta convertirse en un excelente y prestigioso traductor. Perseguido por la Inquisición, se traslada a París y pronto abraza la causa revolucionaria y se une al partido de los girondinos, por lo que sufre pena de cárcel cuando entran en el poder los jacobinos. Su talante revolucionario y liberal fue el motivo de que Menéndez Pelayo lo incluyera en su ‘Biblioteca de los heterodoxos españoles’, en cuyas páginas le dedica toda clase de descalificaciones, entre las que “afrancesado” no es precisamente la más grave. Lo cierto es que el abate Marchena, al contrario de lo que afirmaba M. Pelayo, fue un hombre con fe, en la revolución; con patria, la libertad; y no sin lengua, sino con todas las que pudo aprender en su inquieta y azarosa vida, durante la cual le dio tiempo para traducir al castellano a buena parte de los escritores franceses prohibidos por la Inquisición. A finales de 1820 el abate Marchena vuelve a España, minado por tantas decepciones, para morir el 31 de enero de 1821. Vidas derrotadas, pero no menos ejemplares de la lucha por la libertad y la justicia. José López Romero. 

 

  

REIVINDICACIÓN DE MARÍA MOLINER

Se ha hecho esperar pero finalmente los lectores tienen la oportunidad de acercarse al perfil de María Moliner, una de las más brillantes intelectuales españolas. Y ello se lo debemos a Andrés Neuman que, en el año que se conmemora el 125 aniversario de su nacimiento, publica ‘Hasta que empieza a brillar’, novela oportuna, que no oportunista, y que sigue a una mujer que pese a sus brillantes aportaciones al mundo de la cultura, sobrevenidas circunstancias políticas la fueron marginando hasta su muerte silenciosa y olvidada en Madrid. En la ‘Historia de las bibliotecas’, un clásico para la preparación de los  profesionales bibliotecarios, escrito en 1985 por  Hipólito Escolar Sobrino (autor del no menos conocido ‘Manual de bibliotecas’),  apenas se menciona a María Moliner pese a su relevante papel en la historia bibliotecaria española, y solo lo hace y muy escuetamente en relación a su ‘Diccionario del uso del español’; afortunadamente Luis García Ejarque enmendaría la parquedad de su compañero en el relevante estudio ‘Historia de la lectura pública en España’ (Ediciones Trea, 2000), y donde  escribe sobre el plan de Bibliotecas Públicas de María Moliner, aplicado en la zona Republicana durante la Guerra Civil: “...que no exista en el territorio nacional lugar ni aún casa aislada en el campo, que no pueda disponer de libros en cantidad proporcionada a su importancia”. El libro de Neuman se adentra en aspectos poco conocidos de esta gran mujer,  desde sus  años universitarios  a aspectos más íntimos como la profunda relación con su marido, Fernando Ramón Ferrando, pero también en sus innovaciones desde su puesto en las Misiones Pedagógicas en la comunidad valenciana en tiempos de la II República, hasta su caída en desgracia tras la Guerra Civil, cuando destituida y represaliada, al igual que su marido, se dedica en solitario a confeccionar ese ‘Diccionario del uso del español’, etapa en la que sufrió el ostracismo y desdén de la Real Academia de la Lengua. Aunque lo que más trasciende de este bello y emocionante libro de Neuman, sea el acercamiento a los sentimientos de una mujer que pese a las circunstancias logró el reconocimiento y la admiración de muchos. Ramón Clavijo Provencio 

viernes, 7 de marzo de 2025

SOBRE LA HISTORIA DE UNAS RUINAS

Desde finales de 1968, una vez finalizado en Jerez el V Symposium de Prehistoria peninsular bajo el lema de “Tartessos y sus problemas”, y ya lejanas las distintas campañas de excavaciones de Esteve en   Mesas de Asta (Ilustración. Fuente: Museo arqueológico de Jerez), aquel paraje pasó aparentemente a un segundo plano para la comunidad científica. Apenas algunos trabajos de interés sólo al alcance de círculos especializados o artículos publicados en la prensa generalista y revistas divulgativas dirigidos al gran público, es lo que podemos encontrar durante ese periodo. A finales de los años noventa del pasado siglo publiqué una biografía sobre Manuel Esteve, y aunque aquel libro no se centraba en los trabajos arqueológicos del personaje, sin duda los capítulos dedicados a los esfuerzos de este por desentrañar lo que esconde las Mesas de Asta dieron al libro una proyección popular inesperada. Lo cierto es que el interés por Mesas volvió a germinar y se reivindicaron otra vez actuaciones sobre aquellos parajes, al tiempo que se organizaban congresos (“Tartessos 25 años después”) y nuevas publicaciones tanto científicas como divulgativas veían la luz. Pero a día de hoy, si bien se ha avanzado mucho en cuanto a sensibilidad general sobre la importancia histórica de Mesas de Asta, sigue echándose en falta actuaciones materiales de calado que avancen más allá del punto en que se detuvo Esteve a finales de 1958. Así y todo las intervenciones llevadas a cabo por la Universidad de Cádiz, la labor callada pero constante del museo arqueológico municipal, la iniciativa popular dando forma a una Plataforma y las nuevas publicaciones que nos van ilustrando a todos sobre la importancia que llegaron a tener las poblaciones allí asentadas desde el cuarto milenio antes de Cristo (que en su periodo de mayor esplendor, la Asta Regia romana, ocupó una superficie de 40 hectáreas lo que da cuenta de la magnitud de lo que hablamos), nos crea la sensación de que algo se mueve después de mucho tiempo a favor del yacimiento de Asta. Sin embargo, sigue sorprendiendo que pese a que Asta  esté en boca de muchos, son pocos los que se han aventurado por la ya extensa  bibliografía que hoy tenemos a nuestro alcance sobre el tema. Animamos pues a aquellos que quieran tener un conocimiento real de la historia de este lugar, a hurgar en la amplia bibliografía que mencionábamos  y donde, entre otros muchos títulos, podremos leer  las ‘Memorias’ de Manuel Esteve sobre las cinco campañas en Asta Regia, continuar, por ejemplo, con ‘Asta Regia, desarrollo y caída de un reino turdetano’ de J. Montero Vítores (2011), hacer una parada en ‘Un nuevo capitel procedente de Hasta Regia y otros restos arquitectónicos romanos del Museo de Jerez’ de R. González  y F. Barrionuevo (2019), o revisar la ‘Recopilación bibliográfica sobre el yacimiento arqueológico de Asta Regia-Mesas de Asta’ (2021) de Antonio Santiago Pérez.  Ramón Clavijo Provencio

 

 

LA DUDA

Le venía de familia. Él tampoco tenía ninguna duda. Él también estaba en el lado correcto de la historia, como sus padres, sus abuelos... Y formaba parte de esa masa cuyos individuos se reconocían unos a otros por tener sintonizada en su aparato de radio la misma emisora, la de siempre, y por leer el mismo periódico, el de siempre, dos medios de comunicación que habían impuesto a base de prebendas y subvenciones un pensamiento, que llamaban “único” porque ninguno podía ser mejor. ¿Y el otro lado?, ¿el de enfrente? ¿el equivocado de la historia? A él le gustaba utilizar el mismo calificativo que tantas veces oía a sus referentes y que recordaba tiempos no muy lejanos, y considerar, como ellos también hacían, que todo lo que afirmaban los otros, los del lado incorrecto, era una burda mentira, patrañas y bulos. Y de aquella cadena y de aquel diario tomaba las recomendaciones literarias, porque nada más adecuado que leer a los escritores y escritoras que reseñaban o, mejor dicho, promocionaba el sistema. Una red de intercomunicaciones, como si fuera uno de esos gráficos con que se representa la IA, a través de la que satisfacía todas sus necesidades ideológicas, literarias y hasta espirituales. Y sobre todo porque nada de lo que oía o de lo que leía le daba motivos para dudar de su veracidad y de su calidad literaria. Y así, tenía a una bien nutrida lista de personalidades culturales a los que seguía como si perteneciera a una cofradía y aquellos fueran sus titulares. Escuchaba con devoción las tertulias literarias de su cadena, la de siempre; apuntaba los libros que recomendaba el suplemento literario del periódico, el de siempre; libros de aquellos escritores y escritoras de cabecera que no tardaba en adquirir. Pero un día se encontró por casualidad con una antigua compañera de universidad. Se tomaron unas cervezas para recordar viejos tiempos y, al hilo de la conversación, ella le fue recomendando algunos autores que no pertenecían al selecto grupo de sus “divinos”, sino a ese lado equivocado y oscuro de la historia. Por curiosidad compró algunos y cuando terminó de leer el primero, sintió cómo la duda le iba subiendo por el estómago hasta llegar al cerebro y le pareció que se asomaba a un abismo en el que no estaba dispuesto a caer… Le venía de familia.  José López Romero.

 

viernes, 21 de febrero de 2025

ENTREVISTA

“-Ahí te ha dado, father”. “¿Y ahora qué, padre”, les oigo decir a mis hijos que, con cara de recochineo, me reprenden como si yo fuera un colegial pillado fumando en los servicios del centro escolar. Y es que cuando a mis hijos les da por hurgar en la herida, no hurgan, hacen perforaciones. Y todo porque me oyeron decirle a su madre que estaba totalmente de acuerdo con las opiniones que Juan Gómez-Jurado había hecho en una entrevista publicada en Internet. Nada más que el titular que la periodista, Almudena de Cabo, había destacado, ya me atrajo la atención: “La literatura de entretenimiento es necesaria, porque es el único camino para acabar leyendo a Borges o García Márquez”. Comparto con el exitoso novelista esta afirmación. Porque antes de llegar a los clásicos, tanto antiguos como modernos, hay que pasar por un proceso de maduración lectora que, en el caso de Gómez-Jurado como en el mío propio, comenzó con los tebeos, con las novelas del oeste que le quitaba a escondidas a mi padre e incluso, recuerdo, con la serie de relatos sobre las peripecias de un pelotón de soldados, procedentes de batallones de castigo del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, escritas por Sven Hassel y publicadas todas en la colección Reno de la editorial Plaza y Janés. Y no menos de acuerdo en esta declaración, que es toda una demostración de sinceridad: “Hay novelas muy entretenidas y que no van a pasar a la historia de la literatura, como son las mías, que, sin embargo, están llenas de intención y de ganas de elevar el género, pero dentro del género, sin trascender. Y hay novelas que no venden tanto y que son absolutamente imprescindibles por otros motivos.” Una gran verdad, no solo por lo que afirma de su propia obra, sino por esa otra literatura, la buena, la que hace lectores de verdad, que corre el riesgo de no llegar al gran público lector y, por tanto, no formar parte de la historia del género. Es muy importante ese alarde de sinceridad del escritor, porque no hay mejor lección de vida que el reconocimiento de las propias limitaciones. Gómez-Jurado sabe y es plenamente consciente de que sus novelas poseen unas determinadas virtudes, que las han convertido en éxito, pero difícilmente gozarán de la gloria literaria. Entretener, divertir sin mayores pretensiones ni aspiraciones, es un propósito literario tan respetable y legítimo como el más elevado de ellos. El problema estriba en que mientras él ha conseguido alcanzar su objetivo, otros con mucha más calidad no llegan ni a contar con la protección de una modesta editorial que apueste por ellos. Al margen de los espectáculos que Gómez-Jurado se monta en las presentaciones o firmas de libros, de los que aquí, en Jerez, tuvimos un buen ejemplo, y de la anécdota de la mujer que le pegó con un cojín (otro elemento que forma parte de la puesta en escena), nada que reprocharle a la entrevista, sino todo lo contrario. “Bueno, father, ahora lo que toca es leer las obras completas de este señor en prueba de desagravio”, me dice mi hija. “Eso, eso. Y con los apéndices”, apostilla mi hijo. ¡Y la madre se sonríe! ¡Qué familia! José López Romero.

 

  

EL CASO MARILYN

Hace algunas semanas los medios de comunicación sorprendían al jugador de fútbol norteamericano A.J. Brown leyendo un libro en el banquillo, ajeno a los lances del juego en el que estaba implicado su equipo. El título de aquel libro que leía Brown era ‘Inner Excellence’ de Jim Murphy,  que de la noche a la mañana pasó de unos modestos índices de venta a agotarse. A finales del año pasado se anunciaba en Jerez la presentación del libro ‘El asesino de viejos’, pero llegado el día señalado su autor, David Magrañal, se encontró en la más absoluta de las soledades en la bella sala de investigadores de la Biblioteca Central de Jerez. Sin embargo, la frustración del autor pronto pasó a la euforia cuando, tras hacerse eco algunos medios de comunicación del fracaso de la convocatoria, muchos ciudadanos comenzaron a hacerse con el libro en cuestión que pronto agotó la modesta tirada de su primera edición. Si bien la reacción del público ante estos dos casos anteriores está motivada por distintas circunstancias, hay algo que los une: una situación que premeditada o no, pone el foco de atención en el libro más allá de su contenido, impulsando a la adquisición de este aunque lo que menos importe sea el libro en sí. Sin embargo, no son estos casos tan novedosos como se podría pensar... Uno de los más conocidos fue el que provocó aquella foto de Marilyn Monroe, (actriz  a la que sus biógrafos describen como una gran lectora ), ante los estantes  de su biblioteca enfrascada en la lectura de ‘An enemy of The people’. El libro era una adaptación de Arthur Miller, el marido de Marilyn, de una obra de Henrik Ibsen que a partir de la foto comenzó a tener cifras de ventas muy por encima de las que hasta ese momento había tenido. En aquella ocasión estaba claro que la foto lejos de ser inocente enmascaraba una sutil campaña publicitaria. En fin, que en el inesperado paso de la  irrelevancia al éxito de ciertos libros a veces, como demuestran estos y otros ejemplos, intervienen acontecimientos, planificados o imprevistos, ajenos a la bondad o no de su contenido. Ramón Clavijo Provencio

viernes, 7 de febrero de 2025

HYBRIS

Aquella mañana del 21 de agosto de1968 mi padre me dio a hojear el periódico que todas las mañanas, muy temprano, dejaba en nuestro domicilio familiar de Cádiz un repartidor. Esa vez no me riñó para que dejara de remolonear con el desayuno, sino que me puso entre las manos aquel ejemplar de enorme formato del Diario de Cádiz y me señaló la portada, cuyos titulares daban cuenta de la invasión de Checoslovaquia por tropas soviéticas. “¡Los que deciden estas cosas están locos!” exclamó (o algo parecido), mientras trataba de explicarme – yo por entonces apenas tenía doce años - aquellos hechos que tanto lo habían alterado (aún estábamos en plena Guerra Fría).  Mucho tiempo después entendí su estado de confusión, pues él como muchas personas de su generación nacidas a comienzos del siglo pasado y que habían vivido en toda su crudeza la Guerra Civil española, antesala de otra guerra mundial, siempre tuvieron el miedo de que decisiones tomadas por desconocidos pudieran volver a sumirlos en la oscuridad. Lo cierto es que nunca se me borró de la memoria aquella lejana mañana; en ella tomé algo de conciencia sobre cómo nuestros destinos están en manos de personas que, como ya dijera mi padre, pueden no estar en su mejor momento físico o mental al tomar decisiones trascendentales. David Owen publicó en 2010 un libro impactante, ‘En el poder y la enfermedad. Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años’ (reeditado por Siruela en 2023), donde con un lenguaje cercano y por momentos brillante nos acerca a la desconocida historia de muchas decisiones vitales tomadas por dirigentes políticos, en momentos en el que su salud física o mental estaba seriamente mermada. Los terribles problemas de espalda de Kennedy, los picos depresivos de Willy Brandt, el alcoholismo de Boris Yeltsin, el Alzheimer de Reagan, la hiperactividad (TDAH) de George Bush fueron asuntos que se mantuvieron ocultos a la opinión pública, pese a lo decisivas que fueron estas y otras dolencias en la toma de decisiones de muchos líderes políticos. Pero Owen incorpora en su libro un concepto más que afecta a muchos de nuestros gobernantes y que en los momentos actuales parece ponerse en evidencia: “el síndrome de Hybris” que el autor define como “embriaguez por el poder, con la consiguiente persistencia en el error y la incapacidad para cambiar de rumbo”.  Síndrome que inicialmente identificó en Tony Blair y luego analiza en la controvertida figura de Donald Trump (también en ‘The Hybris Syndrome: Busch, Blair ant the Intoxication of Power’). David Owen, profesor de la Universidad de Liverpool, médico y ministro en su día del Reino Unido, deja a los lectores no solo impresionados y perplejos por los increíbles datos que  facilita en su libro, sino por la sombra de duda que este proyecta sobre los liderazgos políticos.  Ramón Clavijo Provencio.

RÉCORDS

“El exjugador de polo acuático cubano Jhoen Lefont rompió su propio récord mundial de dominio del balón al propinar 122 toques a la pelota de fútbol en una piscina de La Habana y sumó así su segunda marca esta semana en los Libros Guinness.” Leo en un periódico. Una noticia que ya había visto en algún informativo de televisión. Y desde entonces no paro de pensar en ello. No, no piensen ustedes que me pasa como a aquel vendedor de vinos que Vuillard nos presenta en su novela ‘4 de julio’ del que nos dice: “entre dos idas y venidas a la bodega, le había quedado tiempo para forjarse opiniones, una concepción del mundo”. Mi pensamiento es mucho más modesto que forjarme una concepción del mundo a través de un récord inútil. Porque eso es lo que me hizo pensar: ¿para qué tanto toquecito al balón metido en una piscina? ¡Cuánto más valioso hubiera sido tanto tiempo invertido en la preparación y ejecución de ese récord, si el tal Jhoen lo hubiera dedicado a la lectura e incluso a compartir esta en un club (tan discutidos últimamente)! En un viejo artículo de Javier Marías titulado “Superación”, el magnífico escritor criticaba esa obsesión que se ha adueñado en esta sociedad por ser el mejor, por destacar en algo, por poner en riesgo la propia vida con retos inútiles y sin sentido. El selfie más arriesgado ya se ha cobrado cientos de víctimas, por no decir el señor de 90 años que corre una maratón como si en ello le fuera la vida eterna (la única a la que ya puede aspirar). Irene Vallejo comentaba en uno de sus artículos (“Esos locos desinteresados”) la anécdota del discípulo de Euclides que cuando el maestro le enseñaba las bases de la geometría, aquel le preguntó “¿qué ganancia conseguiré con esto?”. Es cierto que a veces no logremos entender la trascendencia de alguna actividad humana; el gran Nuccio Ordine (fallecido hace poco) tituló uno de sus libros ‘La utilidad de lo inútil’ haciendo referencia a los estudios humanísticos. Pero lo que está claro es que el libro Guinness está lleno de récords que dicen muy poco en favor de la inteligencia y del sentido práctico del género humano. El afán de superación es el motor que nos ha hecho progresar a lo largo de la historia de la Humanidad, sin duda; pero el afán por ostentar el récord más inútil delata nuestra cara más estúpida. José López Romero.

 

viernes, 24 de enero de 2025

PARODIA

Aunque no sea privativo del ingenio patrio, no se puede negar que el español en general siempre ha tenido el genio despierto cuando se trata de la parodia. Es decir, nos cachondeamos de cualquier cosa que se menee, e incluso de lo que ya no se menea. Y ahí están, sin ir muy lejos ni en el tiempo ni en el espacio, los carnavales. Precisamente, consultando el magnífico libro ‘Carnaval en noviembre’, de Carlos Serrano (Instituto de Cultura Juan Gil-Albert. Diputación Provincial de Alicante. Alicante, 1996), me entero de que al poco tiempo de estrenarse el ‘Don Juan Tenorio’ (1844) de José Zorrilla, ya empezaron a proliferar las parodias en torno al personaje convertido en mito. Hasta 196 (casi el doble) se cesan en el volumen citado desde la inicial ‘Juan el perdío’ (1848) de Mariano Pina Bohigas (“Parodia de la primera parte de Don Juan tenorio. Pieza original y en verso”. Madrid, Teatro de la Cruz, 24-XII-1848. Edición de Madrid. Imp. J. Sánchez Valledor, 1849), hasta la última pieza censada que data de 1944: ‘¡Don Juan de mi corazón!’ de Felipe Pérez Capo (casi comedia en un acto. Barcelona, 1944). “Juguetes cómicos”, “disparates humorísticos”, “bocetos”, pasando por los clásicos “sainetes” y hasta zarzuelas largas y cortas o parodias de óperas, ningún subgénero menor teatral de carácter bufo dejaron los autores de tocar con el propósito de mover a la risa a un público que a través de la distorsión reconocía en lo parodiado la obra a la que le daba título el incorregible seductor. Si la segunda mitad del siglo XIX fue prolífica en este tipo de obras, su punto de mayor esplendor lo alcanzó en el primer tercio del XX, para ir paulatinamente apagándose a partir de 1930, hasta su desaparición final en 1944, como señala Carlos Serrano en el libro citado. Una corriente esta de la parodia del ‘Don Juan’ que no se limitó a la Corte, sino que fue extendiéndose por toda la geografía nacional, especialmente por Valencia y Cataluña, e incluso Mallorca, territorios en los que Serrano consigna espléndidas parodias donjuanescas. Sin olvidar, por supuesto, el ‘Don Juan buena persona’ de los hermanos Álvarez Quintero, comedia en tres actos estrenada en Madrid, Teatro de la Comedia el 30-X-1918; es decir, en la fecha más cercana a la que se considera tradicionalmente la más propia para la representación del Don Juan, el día de Difuntos. La parodia y la irreverencia con respecto a la obra de Zorrilla alcanza, en tan variadas obras a todos los aspectos fundamentales: la sevillana hostería del Laurel es transformada en vulgar taberna, así como los personajes nobles y aristocráticos se truecan en chulos y hampones; como también Doña Inés deja de ser la novicia recatada, para convertirse en una coqueta disoluta, que toma el mando de las operaciones seductoras, por no citar las obras que rozan lo pornográfico, como ‘Don Juan Notorio’ (anónimo, fechado en 1874). En definitiva, cuando se trata de parodiar el español pone lo mejor de su ingenio en el empeño, aunque a veces lo hace sin darse cuenta, con lo que la parodia se convierte en ridículo. Y este es un excelente año para reírnos. Y ya ha empezado. José López Romero.

 

EL EJEMPLO DE HERCULANO

Existe la percepción general de que el patrimonio bibliográfico y documental es algo secundario y, en todo caso, que un libro o documento por antiguo o raro que sea, no resiste la comparación con edificios, pinturas o esculturas que han resistido igualmente el paso del tiempo. Quizás por ello los medios destinados por la administración para su conservación, estudio y difusión no resistan tampoco la comparación con los destinados a otros fines patrimoniales, y eso que en la actualidad este patrimonio es protagonista de retos apasionantes. Uno de ellos es la recuperación y transcripción de miles de rollos encontrados hace años en la "villa de los papiros" de Herculano, y que con las nuevas tecnologías (especialmente con la utilización de IA en un proyecto que se denomina "Vesivius Challenge"), se está logrando lo que hace años era impensable, desentrañar su contenido. Ya Carl Sagan, el desaparecido astro físico, llegó a afirmar que no había nada equiparable a recuperar del pasado obras que sabemos que existieron pero de las que desconocemos su contenido pues o no han llegado materialmente a nosotros, o han llegado en tal estado de deterioro que, como las de Herculano, eran hasta ahora indescifrables. Algo de esto, de recuperar el conocimiento perdido a lo largo de la historia se está dilucidando en Herculano, y es una prueba más del valor del patrimonio bibliográfico y documental como base de todo conocimiento. En nuestra ciudad tenemos la fortuna de que ha llegado hasta nosotros un valioso patrimonio, basta con visitar los fondos conservados en el Obispado o las colecciones bibliográficas y documentales del Ayuntamiento de Jerez para comprobarlo. Incluso a lo largo de los últimos años han aflorado descubrimientos, como la de un códice medieval del siglo XIII en la biblioteca municipal en el año 2013, lo que nos volvió a recordar las palabras de Carl Sagan sobre lo inigualable que es la recuperación del conocimiento perdido. Por lo dicho no debería ser algo secundario, como decíamos al comienzo de estas líneas, invertir en patrimonio bibliográfico y documental, todo lo contrario, debería ser una prioridad cuando no una obligación. Ramón Clavijo Provencio 

viernes, 10 de enero de 2025

MAUGHAM Y SU LEVE PASO POR CÁDIZ Y JEREZ

El recién finalizado 2024 pasó sin un leve recuerdo para el escritor británico William Somerset Maugham, a los 150 años de su nacimiento. Es cierto que en literatura es leve la línea que separa la gloria del olvido, y es este uno de esos casos ya que conviene recordar que Maugham pasó de ser uno de los escritores más aclamados en vida a evaporarse su recuerdo tras su muerte. La primera vez que me topé con la obra de este escritor fue al contemplar en el escaparate de una librería gaditana ya desaparecida situada en la calle San Francisco, los tres volúmenes de sus obras completas editados primorosamente por Plaza y Janés en una colección (Clásicos del siglo XX), cuyo diseño recordaba mucho a la mítica de Aguilar en papel biblia y encuadernación en piel. En sus páginas descubrí historias fascinantes luego llevadas al cine como ‘El filo de la navaja’, pero sobre todo relatos cortos en los que era un maestro a la altura de Capote, como se puede comprobar leyendo ‘La lluvia’ (‘Rain’) entre otros. Al tiempo que me adentraba en la obra de Maugham, iba conociendo a la par aspectos de su fascinante vida. Personaje controvertido, amante de la buena vida que atesoró una fortuna con la literatura y de irrefrenable pulsión sexual que se deja traslucir muy levemente en sus libros. Gran viajero, que no aventurero, pues a diferencia de otros este escritor británico gustaba del viaje siempre que estuviera acompañado de todas las comodidades posibles. Esa pasión por el viaje, y que le llevó a nuestro país en 1898, la trasladó a sus escritos, algunos muestra de la mejor literatura viajera como el excelente ‘En los mares del Sur’ (Seis Delfines, Barcelona, 1942). Maugham, agente del SIS (antecesor del M16) la agencia británica de espionaje durante la Gran Guerra, realizó reiteradas visitas a Sevilla, Cádiz y Jerez durante la década de los cuarenta del pasado siglo, lo que ha llevado a algunos a pensar que aún no se había desprendido de su perfil de informante en esa época donde por cierto publicó ‘El agente secreto’. En 2005 se editaba por vez primera en España su libro sobre Andalucía (‘Andalusia. Skettchess and Impressions’, 1930, aunque la primera edición castellana es la argentina de Caribe, de la que se reproduce la imagen).  En el mencionado libro dedica a Cádiz dos capítulos y a Jerez uno (ver “Miradas sobre el jerez”, José Luis Jiménez. Diario de Jerez). Si de Cádiz lo que más le atrae, más allá de su historia o urbanismo, es la visión del mar lamiendo sus alamedas; de Jerez recuerda, además de sus viñas y bodegas, los atardeceres y esos paseos nocturnos en soledad por sus calles de los que llegó a afirmar que esa “ soledad era más embriagadora que todos los vinos que en la ciudad se añejaban”. Ramón Clavijo Provencio.

 

EL ABUELO

La noticia corrió como la pólvora, como diría un amante de las frases hechas. “El abuelo está enfermo. Pero enfermo de verdad”. Y todos los miembros de aquella familia “del tuvo” (que diría mi amigo Paco), empezaron a soñar un futuro lleno de “tengos”. Porque el abuelo (era fama transmitida de generación en generación) poseía un manuscrito. En la enorme biblioteca en la que solo quedaban las colecciones baratas, pues se había ido vendiendo todo lo que de valor contenía, aún se conservaba y brillaba una joya única en la que todos habían depositado sus legítimas esperanzas de vivir del cuento. “Es de Juan Ramón”, murmuraban algunos mientras se impacientaban ante el retraso del inevitable desenlace, como le habían pronosticado los médicos, “cuestión de horas”, pero ¡esas horas se dilataban tanto! “Y tiene que valer una fortuna”, apostillaban otros que miraban con ansiedad hacia el cuarto donde agonizaba el que los iba a sacar de la ruina. Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí abandonaron España el 22 de agosto de 1936 con “dos maletitas, con unas mudas de ropa interior, un traje, unas medicinas, que yo estaba bastante enfermo, y nuestros anillos de boda” (A. Trapiello, ‘Las armas y las letras, p. 103). Atrás dejan su casa de Madrid que muy pronto es saqueada. Era conocido por íntimos y allegados la procedencia del manuscrito: fruto de aquel expolio en casa del poeta, porque el bisabuelo había participado activamente en aquel y en otros muchos abusos y tropelías por aquellos días en los que Madrid se había convertido en una ciudad sin ley, sin respeto y sin escrúpulos. Pero para estos casos siempre podemos acudir a la justicia poética (para aquellos que gustan de los tópicos). El sobrino-nieto inteligente, ese que rompe con las mejores tradiciones de las grandes familias, ya se había informado. En cuanto sacaran al mercado el dichoso manuscrito, de inmediato caería sobre él todo el peso de los derechos de los herederos del poeta, si no de la Fundación que lleva su nombre. Cuando salió el médico para informar del fallecimiento del abuelo, nadie quedaba ya en el pasillo. José López Romero.