Aunque no sea privativo del ingenio patrio, no se puede negar que el español en general siempre ha tenido el genio despierto cuando se trata de la parodia. Es decir, nos cachondeamos de cualquier cosa que se menee, e incluso de lo que ya no se menea. Y ahí están, sin ir muy lejos ni en el tiempo ni en el espacio, los carnavales. Precisamente, consultando el magnífico libro ‘Carnaval en noviembre’, de Carlos Serrano (Instituto de Cultura Juan Gil-Albert. Diputación Provincial de Alicante. Alicante, 1996), me entero de que al poco tiempo de estrenarse el ‘Don Juan Tenorio’ (1844) de José Zorrilla, ya empezaron a proliferar las parodias en torno al personaje convertido en mito. Hasta 196 (casi el doble) se cesan en el volumen citado desde la inicial ‘Juan el perdío’ (1848) de Mariano Pina Bohigas (“Parodia de la primera parte de Don Juan tenorio. Pieza original y en verso”. Madrid, Teatro de la Cruz, 24-XII-1848. Edición de Madrid. Imp. J. Sánchez Valledor, 1849), hasta la última pieza censada que data de 1944: ‘¡Don Juan de mi corazón!’ de Felipe Pérez Capo (casi comedia en un acto. Barcelona, 1944). “Juguetes cómicos”, “disparates humorísticos”, “bocetos”, pasando por los clásicos “sainetes” y hasta zarzuelas largas y cortas o parodias de óperas, ningún subgénero menor teatral de carácter bufo dejaron los autores de tocar con el propósito de mover a la risa a un público que a través de la distorsión reconocía en lo parodiado la obra a la que le daba título el incorregible seductor. Si la segunda mitad del siglo XIX fue prolífica en este tipo de obras, su punto de mayor esplendor lo alcanzó en el primer tercio del XX, para ir paulatinamente apagándose a partir de 1930, hasta su desaparición final en 1944, como señala Carlos Serrano en el libro citado. Una corriente esta de la parodia del ‘Don Juan’ que no se limitó a la Corte, sino que fue extendiéndose por toda la geografía nacional, especialmente por Valencia y Cataluña, e incluso Mallorca, territorios en los que Serrano consigna espléndidas parodias donjuanescas. Sin olvidar, por supuesto, el ‘Don Juan buena persona’ de los hermanos Álvarez Quintero, comedia en tres actos estrenada en Madrid, Teatro de la Comedia el 30-X-1918; es decir, en la fecha más cercana a la que se considera tradicionalmente la más propia para la representación del Don Juan, el día de Difuntos. La parodia y la irreverencia con respecto a la obra de Zorrilla alcanza, en tan variadas obras a todos los aspectos fundamentales: la sevillana hostería del Laurel es transformada en vulgar taberna, así como los personajes nobles y aristocráticos se truecan en chulos y hampones; como también Doña Inés deja de ser la novicia recatada, para convertirse en una coqueta disoluta, que toma el mando de las operaciones seductoras, por no citar las obras que rozan lo pornográfico, como ‘Don Juan Notorio’ (anónimo, fechado en 1874). En definitiva, cuando se trata de parodiar el español pone lo mejor de su ingenio en el empeño, aunque a veces lo hace sin darse cuenta, con lo que la parodia se convierte en ridículo. Y este es un excelente año para reírnos. Y ya ha empezado. José López Romero.
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
viernes, 24 de enero de 2025
EL EJEMPLO DE HERCULANO
Existe la percepción general de que el patrimonio bibliográfico y documental es algo secundario y, en todo caso, que un libro o documento por antiguo o raro que sea, no resiste la comparación con edificios, pinturas o esculturas que han resistido igualmente el paso del tiempo. Quizás por ello los medios destinados por la administración para su conservación, estudio y difusión no resistan tampoco la comparación con los destinados a otros fines patrimoniales, y eso que en la actualidad este patrimonio es protagonista de retos apasionantes. Uno de ellos es la recuperación y transcripción de miles de rollos encontrados hace años en la "villa de los papiros" de Herculano, y que con las nuevas tecnologías (especialmente con la utilización de IA en un proyecto que se denomina "Vesivius Challenge"), se está logrando lo que hace años era impensable, desentrañar su contenido. Ya Carl Sagan, el desaparecido astro físico, llegó a afirmar que no había nada equiparable a recuperar del pasado obras que sabemos que existieron pero de las que desconocemos su contenido pues o no han llegado materialmente a nosotros, o han llegado en tal estado de deterioro que, como las de Herculano, eran hasta ahora indescifrables. Algo de esto, de recuperar el conocimiento perdido a lo largo de la historia se está dilucidando en Herculano, y es una prueba más del valor del patrimonio bibliográfico y documental como base de todo conocimiento. En nuestra ciudad tenemos la fortuna de que ha llegado hasta nosotros un valioso patrimonio, basta con visitar los fondos conservados en el Obispado o las colecciones bibliográficas y documentales del Ayuntamiento de Jerez para comprobarlo. Incluso a lo largo de los últimos años han aflorado descubrimientos, como la de un códice medieval del siglo XIII en la biblioteca municipal en el año 2013, lo que nos volvió a recordar las palabras de Carl Sagan sobre lo inigualable que es la recuperación del conocimiento perdido. Por lo dicho no debería ser algo secundario, como decíamos al comienzo de estas líneas, invertir en patrimonio bibliográfico y documental, todo lo contrario, debería ser una prioridad cuando no una obligación. Ramón Clavijo Provencio
viernes, 10 de enero de 2025
MAUGHAM Y SU LEVE PASO POR CÁDIZ Y JEREZ
El recién finalizado 2024 pasó sin un leve recuerdo para el escritor británico William Somerset Maugham, a los 150 años de su nacimiento. Es cierto que en literatura es leve la línea que separa la gloria del olvido, y es este uno de esos casos ya que conviene recordar que Maugham pasó de ser uno de los escritores más aclamados en vida a evaporarse su recuerdo tras su muerte. La primera vez que me topé con la obra de este escritor fue al contemplar en el escaparate de una librería gaditana ya desaparecida situada en la calle San Francisco, los tres volúmenes de sus obras completas editados primorosamente por Plaza y Janés en una colección (Clásicos del siglo XX), cuyo diseño recordaba mucho a la mítica de Aguilar en papel biblia y encuadernación en piel. En sus páginas descubrí historias fascinantes luego llevadas al cine como ‘El filo de la navaja’, pero sobre todo relatos cortos en los que era un maestro a la altura de Capote, como se puede comprobar leyendo ‘La lluvia’ (‘Rain’) entre otros. Al tiempo que me adentraba en la obra de Maugham, iba conociendo a la par aspectos de su fascinante vida. Personaje controvertido, amante de la buena vida que atesoró una fortuna con la literatura y de irrefrenable pulsión sexual que se deja traslucir muy levemente en sus libros. Gran viajero, que no aventurero, pues a diferencia de otros este escritor británico gustaba del viaje siempre que estuviera acompañado de todas las comodidades posibles. Esa pasión por el viaje, y que le llevó a nuestro país en 1898, la trasladó a sus escritos, algunos muestra de la mejor literatura viajera como el excelente ‘En los mares del Sur’ (Seis Delfines, Barcelona, 1942). Maugham, agente del SIS (antecesor del M16) la agencia británica de espionaje durante la Gran Guerra, realizó reiteradas visitas a Sevilla, Cádiz y Jerez durante la década de los cuarenta del pasado siglo, lo que ha llevado a algunos a pensar que aún no se había desprendido de su perfil de informante en esa época donde por cierto publicó ‘El agente secreto’. En 2005 se editaba por vez primera en España su libro sobre Andalucía (‘Andalusia. Skettchess and Impressions’, 1930, aunque la primera edición castellana es la argentina de Caribe, de la que se reproduce la imagen). En el mencionado libro dedica a Cádiz dos capítulos y a Jerez uno (ver “Miradas sobre el jerez”, José Luis Jiménez. Diario de Jerez). Si de Cádiz lo que más le atrae, más allá de su historia o urbanismo, es la visión del mar lamiendo sus alamedas; de Jerez recuerda, además de sus viñas y bodegas, los atardeceres y esos paseos nocturnos en soledad por sus calles de los que llegó a afirmar que esa “ soledad era más embriagadora que todos los vinos que en la ciudad se añejaban”. Ramón Clavijo Provencio.
EL ABUELO
La noticia corrió como la pólvora, como diría un amante de las frases hechas. “El abuelo está enfermo. Pero enfermo de verdad”. Y todos los miembros de aquella familia “del tuvo” (que diría mi amigo Paco), empezaron a soñar un futuro lleno de “tengos”. Porque el abuelo (era fama transmitida de generación en generación) poseía un manuscrito. En la enorme biblioteca en la que solo quedaban las colecciones baratas, pues se había ido vendiendo todo lo que de valor contenía, aún se conservaba y brillaba una joya única en la que todos habían depositado sus legítimas esperanzas de vivir del cuento. “Es de Juan Ramón”, murmuraban algunos mientras se impacientaban ante el retraso del inevitable desenlace, como le habían pronosticado los médicos, “cuestión de horas”, pero ¡esas horas se dilataban tanto! “Y tiene que valer una fortuna”, apostillaban otros que miraban con ansiedad hacia el cuarto donde agonizaba el que los iba a sacar de la ruina. Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí abandonaron España el 22 de agosto de 1936 con “dos maletitas, con unas mudas de ropa interior, un traje, unas medicinas, que yo estaba bastante enfermo, y nuestros anillos de boda” (A. Trapiello, ‘Las armas y las letras, p. 103). Atrás dejan su casa de Madrid que muy pronto es saqueada. Era conocido por íntimos y allegados la procedencia del manuscrito: fruto de aquel expolio en casa del poeta, porque el bisabuelo había participado activamente en aquel y en otros muchos abusos y tropelías por aquellos días en los que Madrid se había convertido en una ciudad sin ley, sin respeto y sin escrúpulos. Pero para estos casos siempre podemos acudir a la justicia poética (para aquellos que gustan de los tópicos). El sobrino-nieto inteligente, ese que rompe con las mejores tradiciones de las grandes familias, ya se había informado. En cuanto sacaran al mercado el dichoso manuscrito, de inmediato caería sobre él todo el peso de los derechos de los herederos del poeta, si no de la Fundación que lleva su nombre. Cuando salió el médico para informar del fallecimiento del abuelo, nadie quedaba ya en el pasillo. José López Romero.
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