jueves, 4 de junio de 2009

El patio


Si no es por una cosa, es por otra. Lo cierto es que el patio de las letras siempre está revuelto, y por ello los medios de comunicación no paran de publicar noticias que merecen nuestra atención, y algunas hasta nuestra reflexión, que de eso se trata. En dos de las muchas y variadas me voy a ocupar en estas líneas. Aún no se había enfriado el cuerpo yacente de nuestro admirado Benedetti cuando el poeta Antonio Gamoneda, que por mayor mérito tiene el Premio Cervantes concedido en la Moncloa, criticaba la poesía del escritor uruguayo por el uso del “lenguaje de la comunicación coloquial”; dicho de otro modo, a Gamoneda no le gustan los poemas de Benedetti porque los intenta acercar a la gente de a pie. Aunque no comparto en absoluto la opinión del poeta leonés, siempre podemos aducir en su descargo el proverbial y socorrido “cuestión de gustos” o, en este caso, “de estética”; diferencia de criterio que, por simple higiene literaria, no sólo es saludable sino hasta necesaria. Que en los gustos poéticos de Gamoneda no entren los coloquialismos es tan respetable como defender lo contrario; sin embargo, la historia de la literatura le debería haber enseñado a don Antonio, y ahí tiene al don Antonio por excelencia y antonomasia para confirmarlo, que no hay palabras más poéticas en sí mismas que otras, sino el uso que el poeta hace de ellas. La otra noticia es más delicada. Ya sabíamos desde hace bastante tiempo de la radicalización ideológica del dramaturgo Alfonso Sastre, quien siempre se ha negado a condenar el terrorismo de ETA, de ahí que haberse prestado a encabezar la lista de Iniciativa Internacionalista Solidaridad para los Pueblos (IISP) en las elecciones europeas no haya sido una sorpresa excesiva. Podíamos inscribir a Sastre en ese pequeño (por fortuna) grupo de escritores, a quienes nadie les puede negar su calidad literaria (innegable también en los dramas de Sastre), pero cuya catadura personal deja mucho que desear. En su descargo o, mejor dicho, se aprovechan ellos de que estamos en un país libre para decir lo que se les antoja o defender ideas que si no rozan la ilegalidad, están dentro de ella, a pesar de los dictámenes del T.C. Pero Sastre si algo debería haber aprendido de la literatura, de la cultura en general, es que esas ideas, por muy respetables que sean, nunca pueden defenderse con las armas y a costa de las vidas de los demás. Sastre puede ser un excelente dramaturgo, no lo podemos en duda, pero es por desgracia para todos, no sólo para la literatura, una mala persona. José López Romero.

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