jueves, 11 de febrero de 2010

HECHIZO


Hace algunas semanas me presentaron a un pintor que empieza a despuntar en el panorama nacional, y que de visita por la provincia buscaba lugares singulares de los que sacar en principio apuntes. “Algunos, me explicaba, servirán finalmente para materializar ideas para mi nueva exposición”. No me dio muchos más detalles de la misma, ya se sabe que el artista es misterioso por naturaleza, pero sí me comentó que se había quedado cautivado por la imagen de la colección de libros antiguos de la Biblioteca Municipal. Sacó algunas fotos de la misma y se despidió prometiendo volver. No sé si finalmente estas galerías forradas de librerías decimonónicas atestadas de libros antiguos, habrán ya inspirado algún cuadro que pronto se exponga para deleite de los amantes del arte y seguidores de este pintor viajero, pero en todo caso la anécdota que les cuento me hizo recordar que no ha sido este artista el primero ni, seguramente, será el último en caer bajo el hechizo de uno de los paisajes culturales más conocidos y atractivos del panorama local. Ya por estas galerías de la Biblioteca Municipal pasaron artistas como Ángel González de la Calle, y de sus paseos por las mismas nacerían algunas ideas para la luego exitosa exposición titulada “Libros”. Luego vendría Manuel Ruiz Ortega. Este incluso llegó a plantar su caballete en el corazón de la sala de investigadores de la Biblioteca, y durante unos días trabajó sin cesar frente a aquellos muros de papel, entre los que él mismo se convirtió para los investigadores que frecuentaban por entonces el lugar, un atractivo más. El resultado, una delicada obra que fue luego expuesta bajo el titulo “El color de los libros” a la que corresponde la imagen que reproducimos. Si me remonto en el tiempo más atrás, aún puedo ver al entrañable Eduardo Pereiras dibujando sobre la mesa de la sala, en uno de los breves descansos que se permitía en su incesante consulta de legajos y prensa decimonónica, buscando recomponer la historia de la fotografía en Jerez. Precisamente a esa actividad debió su fama que traspasó los límites locales, pero muchos desconocen que también fue un excelente dibujante y pintor. Con un estilo propio nos dejó una pequeña pero impactante obra. Cuadros algunos sin duda inspirados entre los anaqueles de la biblioteca jerezana. Otro de los que no se pudo resistir al embrujo del lugar sería Maro, el que fuera durante años dibujante por excelencia de la prensa jerezana, en la que nos dejó impresa para el curioso alguna perla, en forma de caricatura, de escenas de las que él mismo fue testigo en estos territorios del papel. “Donde hoy algunos llegan con la pretensión de descubrir visiones nuevas, otros ya pasaron dejándonos su propia huella…” Ramón Clavijo Provencio

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