miércoles, 10 de marzo de 2010

EL ELEMENTO SORPRESA


Parece que la crisis agudiza el ingenio. Por ejemplo: hace unos días daban cuenta en un informativo de televisión cómo en una peluquería femenina, no recuerdo de qué ciudad española, las señoras que allí acudían para arreglarse el pelo, para distraer el tiempo tenían otra alternativa a la tradicional de repasar las manoseadas revistas del corazón, y esa alternativa no era otra que escuchar música en directo. No estaba mal pensada la idea: no ponían la radio, y por tanto, la SGAE no podría amenazar con fuertes multas por emitir canciones sin su permiso, y al mismo tiempo no se prescindía de algo tan connatural con una peluquería como la música, o las revistas, solo que ahora, en lo que atañe a la música, sería en vivo. Y así algunos grupos musicales noveles a cambio del local gratis y con público, interpretan algunas piezas al día, y con ello empiezan con el boca a boca a publicitarse. Bueno, como les decía al principio, el que no hace volar la fantasía en plena crisis puede estar abocado a perecer, y así, no sé si inspirados por esta iniciativa de la mencionada peluquería, en Valencia, Miguel Fuentes, un enamorado de la novela negra y propietario de una librería no ha dudado en darle un ligero toque al negocio, incorporando la posibilidad de que cuando los clientes, una vez felices tras adquirir el libro que fueron a buscar, o fracasados en su búsqueda y cansados de recorrer las calles que forman las estanterías atestadas de libros del local, puedan tomarse un café o una copa y relajarse. Hasta ahora lo común era que entráramos en algunos lugares de copas y la decoración incluyera alguna estantería o expositor donde sin orden ni concierto se amontonaran libros y, como decíamos antes, primase más lo decorativo que el interés para los potenciales lectores. Todos conocemos alguno de estos lugares, pero desengañémonos no están pensados para lectores, sin embargo la iniciativa que les comentaba antes parece dar una vuelta de tuerca más interesante que estas propuestas. Es una librería la que se adapta y trata de ofrecer algo más a sus visitantes, que sí son lectores. La librería Laine en Barcelona puede ser un buen ejemplo, sobre ella se ubica una primera planta donde se sitúa el café. Esta estela, como todas las ideas novedosas, prevemos empezará a tener seguidores, y así parece confirmarlo el propietario de otra librería, en este caso Slaughthouse, también de Valencia. La librería, ubicada en una antigua carnicería, suele tener una oferta variada, aunque ya generalizada en muchas librerías, como ser escenario también de exposiciones o presentaciones de libros, incluso de conciertos, pero ahora con la apertura de esa otra posibilidad cual es tomar una copa relajadamente mientras se lee una novela de actualidad, suele ser ese elemento sorpresa “ese algo diferente, en palabras de su propietario, que al fin y al cabo es lo que mucha gente busca”. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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