Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
miércoles, 10 de marzo de 2010
FÚTBOL
Juan Manuel Lillo es un entrenador de fútbol (ahora en el Almería) que consiguió su prestigio en aquel Salamanca de la década de los noventa y que después ha ido dando tumbos de un equipo a otro, aunque siempre precedido de esa aureola de entrenador que prefiere el buen juego al resultadismo. Para mi amigo Juan Luis no deja de ser un bluf. El otro día le leía una entrevista en la que se lamentaba de que por ser un gran lector tenía también fama entre la profesión o el mundo del fútbol de intelectual dicho en un tono peyorativo. “Insultan con piropos”, decía. Y es cierto que durante mucho tiempo, y hasta hoy en día se sigue viendo al futbolista como una persona inculta, dotada sólo para el deporte, pero no para los libros. Digamos que no sólo el fútbol, el deporte en general, y si se practica a nivel de élite, exige dedicación plena, tan plena que es de todo punto imposible compaginarlo con ninguna otra actividad, y menos aún si ésta es de carácter intelectual. Sin embargo, en las largas concentraciones o para distraerse conocemos la afición de muchos deportistas a las videoconsolas. Por eso también, que de algunos futbolistas sepamos que se hicieron sus carreras universitarias mientras estaban al más alto nivel competitivo (recuerdo ahora a vuelapluma a Butragueño, Alfaro, Miguel Pardeza, éste último ha hecho incluso su tesis doctoral sobre el periodista González Ruano), no deja de ser una excepción entre los muchos que alimentan el tópico de futbolista inculto, aunque, como todo tópico, expuesto a revisión, porque otros son los tiempos, otras las exigencias tanto personales como sociales. Lo peor de todo esto no es el tópico en sí sino, de lo que se lamentaba el propio Lillo, que los mismos deportistas menosprecien la lectura. Incluso la capacidad oratoria de Valdano que muchos de los llamados intelectuales para sí la querrían, ha sido también objeto de crítica; “Valdanágoras” le llama un famoso por polémico periodista. Afortunadamente para el fútbol, en particular, y para el deporte en general, los dos entrenadores de los equipos más importantes, R. Madrid y Barcelona, son dos caballeros que seguro tienen en la consideración que se merece a la lectura, y saben distinguir entre el trabajo y la pasión que despierta el deporte al que se dedican (Pellegrini es ingeniero civil por la Universidad Católica de Chile). Si viéramos a más deportistas con libros en las manos, muchas campañas de animación a la lectura sobrarían; y Lillo es en este aspecto, a pesar de mi amigo Juan Luis, un admirable ejemplo a seguir. José López Romero.
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