miércoles, 3 de noviembre de 2010

TREINTA AÑOS DESPUÉS

Se cumplen ahora treinta años de un Congreso, el celebrado en Madrid en 1980 bajo el título de “La imagen romántica de España” dirigido por Rafael Calvo Serraller  (y editado por el Ministerio de Cultura en 1981 bajo el mismo título y en 2 vols.), que hoy, con la distancia que dan los años, podemos afirmar sin lugar a dudas  marca un antes y un después en el interés de los historiadores por el fenómeno de la literatura de viajes sobre nuestro país.  Podemos decir que hasta comienzos de la década de los ochenta del siglo pasado, el interés por los testimonios viajeros sobre España era algo puramente testimonial. Es cierto que antes de esta fecha, algunos especialistas habían prestado atención a tales testimonios, baste recordar la magna obra de García de Mercadal, o los trabajos de Cuenca Toribio o   Alberich. ¿Y cómo no nombrar las dos mejores traducciones que se han hecho de las  obras de tema español más conocidas  de George Borrow  realizadas por Manuel Azaña en los años 20 del siglo pasado? Pero salvo estas excepciones algo fallaba cuando las más representativas obras de temática viajera aún permanecían inéditas en castellano a comienzos de los años ochenta (se había traducido a Borrow, pero por ejemplo no a Richard Ford o Andersen, y por supuesto menos a Latour, tan importante para recomponer el perfil de la provincia de Cádiz a mediados del siglo XIX).  La realidad era entonces que a los pocos estudios propios, me refiero al de historiadores españoles sobre el fenómeno, se le unía el poco interés del mundo editorial por lanzar al mercado español los libros más relevantes que hablaban sobre nuestro país, y que nunca habían sido traducidos al castellano. Y es ahí donde irrumpe el Congreso que mencionábamos al comienzo de estas líneas. A este seguiría cuatro años después otro no menos emblemático a nivel andaluz   “La imagen de Andalucía en los viajeros románticos”. Celebrado en el marco grandioso de la ciudad de Ronda, de tantas reminiscencias viajeras, y auspiciado por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, fue dirigido por el profesor Alberto González Troyano. Tres décadas después de aquellos congresos, creo que es necesario hacer  balance y apuntar la importancia de los mismos, pues a partir de entonces empezó a ser para los historiadores  algo más que una curiosidad el hurgar por los testimonios que, primero los viajeros ilustrados, y luego los románticos nos dejaron. Y no menos importante es el elevado número de obras traducidas a nuestro idioma desde entonces,  que tienen como temática narrarnos aquellos viajes decimonónicos,  y con las que en estos últimos años miles de lectores de nuestro país siguen disfrutando.  Qué la imagen que  transmitieron  los viajeros a través de sus libros, y cautivara a los lectores europeos durante el siglo XIX y primer tercio del XX fuera la real...bueno esa ya es otra historia. Ramón Clavijo Provencio

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