miércoles, 17 de noviembre de 2010

LA PLAY

“- ¡Deja eso!” – me sobresalta la imperiosa voz de mi hijo, que creía afanado gestionándose un entrecot de ternera (la madre, que es una blanda). Por muy rápido que intenté cambiar de canal, no logré impedir que escuchara una noticia que yo sabía me iba a costar algún reproche. “-No ves. ¿Y ahora qué?” Y todo porque al hilo de unas imágenes de unos jóvenes jugando a la play, el reportero afirmaba categóricamente que las videoconsolas activaban las neuronas del cerebro, al margen de los callos en las yemas de los dedos. Estaba demostrado – se decía en la noticia- que esas máquinas infernales desarrollaban los reflejos y producían efectos beneficiosos en las cabezas de nuestra juventud. Mi hijo (lo tenía claro) en cuanto terminó con la carne, se dispuso en su buen sillón a pasarse toda la tarde con el dichoso mandito entre las manos, “a desarrollar mi cerebro” –decía hasta guasón-, y a ver quién era el guapo que le decía algo. Lo que no sabe mi hijo, y seguro que tampoco se quiere enterar, como todos los jóvenes de hoy (o casi todos), es que la lectura, está demostrado también, no sólo produce excelentes beneficios en nuestro cerebro y a todas las edades y que, por añadidura, se ha localizado hasta la zona que se activa con el placer de los libros. Si puede ser cierto (yo no lo voy a poner en duda), que dedicar toda una tarde a matar marcianos o terroristas puede desarrollar zonas de nuestro cerebro, al margen de la flexibilidad de los dedos, aunque la vida sedentaria provoque también enfermedades como la alarmante obesidad que ya padece buena parte de nuestros jóvenes, no es menos cierto, y esto es indudable, que la lectura, además de producir placer y satisfacción, y de activar también nuestras neuronas, nos enseña muchas más cosas (redacción, ortografía, vocabulario, etc.) que no aprendemos con las maquinitas. Si se les metiera en esos cerebros tan activos a nuestros hijos que hay un tiempo para la play, como otro para la lectura, incluso para practicar algún deporte, su futuro de seguro estaría garantizado. ¡Lástima que tengan tan buena cabeza para unas cosas y para otras no tengan ni dos dedos de frente! José López Romero.

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