sábado, 22 de octubre de 2011

BIOGRAFÍAS

Quizás una de las parcelas menos tratada por la historiografía jerezana sea la biográfica. Este vacío ha sido tan clamoroso que durante generaciones sólo el excelente libro titulado “Hombres Ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera” (1875) de Diego Ignacio Parada y Barreto, fue el único referente de garantías para el lector o curioso en la materia. Pero pecaríamos de injustos si no reconociéramos también algunos muy contados casos de investigadores que esporádicamente trataron el genero biográfico, y lo hicieron con rigurosidad e interés, como son entre otros los Repeto Bettes, Manuel Ruiz Lagos, o José López Romero. Pero pese a todo y hasta hace bien poco, instintivamente cada vez que pensábamos en biografías, se nos venía a la mente el viejo libro de Parada, lo que de alguna manera era una alusión a lo poco que se habían interesado por esta parcela de la historiografía local los investigadores. Incluso ese vacío se deja notar a finales de los años ochenta del pasado siglo, cuando se produce una importante revitalización de los estudios locales, en el que se multiplican y dan a la imprenta numerosas investigaciones fruto de la nueva hornada de historiadores donde destacan nombres como los de Antonio Cabral o Diego Caro. Pese a ello, y nuevamente, la historiografía local no se vería sensiblemente enriquecida, con la excepción de algún que otro estudio, con libros que ampliarán en calidad el género biográfico local. Esta realidad, de la que desconocemos sus causas, se ha prolongado prácticamente hasta hoy. Conocidos los antecedentes, no hay que decir que el acto de introducirse en el género biográfico en Jerez pueda ser tachado de temeridad o rareza, y por ello cuando tuve entre mis manos el libro Jerezanos para la historia de Antonio Mariscal Trujillo, eso fue lo que pensé, aparte de tomar con cierta prevención y escepticismo esta nueva incursión en el género. Pero es este que les comento un trabajo riguroso sustentado en un importante y bien trabajado aporte documental, por lo que no creo ser temerario al afirmar que con este libro intuyo que algo se vuelve a mover en los estudios sobre el género biográfico local, que salvo meritorias y contadas excepciones, poco parecía haber progresado desde el punto en el que lo dejara en aquel lejano 1875, Diego Ignacio Parada y Barreto con sus “Hombres Ilustres de Jerez de la Frontera”. Al autor, hay que atribuirle el mérito de no haber descuidado algo que a veces se considera secundario en los trabajos de investigación, la amenidad. Ese equilibrio entre rigor, utilidad y amenidad garantizan el objetivo de Antonio Mariscal: que el tiempo implacable, no termine por difuminar esa otra visión de la historia local, que no es otra que la que nos puede proporcionar un mayor conocimiento de personajes como los que se incluyen en las páginas de “Jerezanos para la Historia”. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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