Aprovechamos
la inminente conmemoración, el 23 de abril,
del Día Internacional del libro y aniversario de Miguel de Cervantes, para
relatar brevemente las relaciones de Jerez con el universo cervantino. Y es que
nuestra ciudad tiene una desconocida historia, o al menos conocida
fragmentariamente, que la vincula con El Quijote y, por tanto, con Cervantes. A
lo largo de los años, una serie de iniciativas inspiradas por la obra
cervantina fructificaron en singulares proyectos culturales que, lejos de la
traca y el artificio a los que tan inclinados somos en este país cuando de
conmemorar algo se trata, hoy sí
convendría recordar. Nos referimos , por ejemplo, a Ramón León Mainez, que pese
a ser el fundador y director de la “Crónica de los Cervantistas”, primera
publicación dedicada en nuestro país al estudio de la obra de Cervantes e
impulsor de la primera edición jerezana de El Quijote (1903, talleres de la
litografía jerezana), sigue siendo un gran desconocido para sus paisanos. No
menor es el olvido sobre la labor de dos creadores y maestros de la
ilustración: Teodoro Miciano Becerra y Carlos González Ragel. Al primero se le
debe el haber impulsado la edición de la que fue calificada como la primera
edición española de gran bibliofilia del Quijote. Ilustrada por el propio
Miciano, y con el concurso de los también jerezanos hermanos Jurado (que
poseían una imprenta en la plaza de Silos). Dos décadas necesitaron para sacar los
cuatro volúmenes que contenían las 435 imágenes (en la ilustración una de
ellas) con las que Miciano reinterpretaba el Quijote. El caso de Carlos González Ragel es el más
atípico de los que traemos en estas apresuradas líneas, y es que su excepcional
interpretación del Quijote a través de la pintura no fue un proyecto consciente
y metódico. Artista excepcional, nacido en Jerez en 1899, sus crisis maniaco-depresivas
y el alcohol frustraron finalmente la que pudo ser una brillante carrera. Lo
único claro en esta particular historia es que, Carlos González Ragel, un
interno más del sanatorio de Ciempozuelos (Madrid), a comienzos de la década de
los años 60 del pasado siglo, pinta más de veinte escenas inspiradas por el
Quijote. Obras realizadas en un estilo que se llega a denominar
esqueletomaquía. Para finalizar este recorrido tenemos necesariamente que
recordar que un 23 de abril de 1873, aniversario de Cervantes, se inauguraba la Biblioteca Municipal
jerezana, y curiosamente nadie cayó en la cuenta de que entre los libros que atestaban
las estanterías no existía ningún ejemplar del Quijote. Hoy, 139 años después,
no solo se reparó aquel imperdonable olvido, sino que alberga la más importante colección
patrimonial de ediciones del Quijote, de
entre las existentes en las bibliotecas públicas andaluzas. Ramón Clavijo
Provencio
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