viernes, 22 de mayo de 2015

¿QUÉ FUE DE BRUCE?

A falta de unos pocos días de cumplirse el  75 aniversario del nacimiento de  Bruce Chatwin,  todo parece indicar que el recuerdo de aquel británico que revolucionara la literatura de viajes, ha ido diluyéndose en nuestro país. Jacinto Antón (Héroes, aventureros y cobardes. RBA, 2013 ) se hacía la misma pregunta en un sentido artículo –Llegan las cartas del nómada dorado- publicado en El País  coincidiendo con la edición del libro Bajo el sol  (Sexto piso. 2012) a la que él mismo respondía no sin cierta ironía No hemos sido tan afortunados como Werner Werzog que heredó su bagueteada mochila. Pero ironías aparte no deja de ser extraño el silencio por estos lares en torno al escritor tras su muerte, sobre todo cuando en vida sus libros atrajeron  tanto a lectores como rendidas críticas. Mario Muchnik, otro personaje irrepetible y que lo conocía bien, escribió hace años unas palabras que hoy se nos antojan algo proféticas: Raramente la ceguera de la crítica literaria españolas ha sido capaz de dejar a su público en tinieblas tan espesas. Raramente nos toca ser testigos  del hundimiento, de una obra mayor como la de Chatwin a causa de la insensibilidad de quienes podrían haber sido sus salvadores. Chatwin es autor de una breve pero deslumbrante obra de la que quizás   En la Patagonia sea la más recordada por el  público español ( poco después Paul Theroux,  uno de los últimos iconos de la literatura viajera actual,  publicaría junto a Chatwin Retorno a la Patagonia, lo que sólo se explica por el éxito del primer libro), pero es en sus dos últimas historias Los trazos de la canción y por fin Utz, donde se vislumbra el Chatwin que nos deparaba el futuro si unos extraños hongos chinos, utilizando  las propias palabras del escritor -posiblemente SIDA- no hubieran acabado con él en tierras remotas.  Toda su obra está motivada por una curiosidad que podríamos calificar de tipo científico. Una piel de brontosaurio  dio lugar a En la Patagonia, los orígenes del lenguaje a Los trazos de la canción, y así sucesivamente fueron surgiendo lo que alguien afortunadamente calificó de  novelas de viajes, fruto de  una curiosidad insaciable que le llevaría de su cómodo despacho en las oficinas de Sotheby´s en Londres a trazar rutas inverosímiles por el planeta. Siempre en continuo movimiento, coincidimos con  Alberto Cardín  cuando escribe que  nunca en un escritor se ha  identificado tanto su literatura con su forma de vivir.  Chatwin era un nómada sin posibilidades de redención, autor de una breve pero singular obra que revolucionó la literatura de viajes, por lo que no podemos dejar –como denunciara Mario Muchnik- que caigan sobre ella las tinieblas más espesas. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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