sábado, 30 de mayo de 2015

TODO EN BROMA

“¡Estoy muy mal Nicanor! / ¡Pues yo no estoy bien Severo! / ¡A mí me embarga el dolor!, / ¡Y a mi me embarga el casero, que es muchísimo peor!”. Asi escribía en 1891 Vital Aza, un asturiano que, según el crítico Jacinto Octavio Picón, se aproximaba a Píndaro por la jovialidad y a Quevedo por la melancolía. Hoy lo apellidaríamos como lo que es, un cachondo mental de finales del XIX. Sigan leyendo. Al rondar a una muchacha, cuidado con papaito: “Dos cosas he recibido, / que recuerdo a cada instante, / el beso que tu me diste, / y el puntapié de tu padre”. Y qué decir de esos vecinos que piensan que viven solos, como los que habitan esos híbridos entre chalé y casa de vecinos, y cuya niña nos toca la flauta casi en nuestro tímpano: “¡Ya mi cabeza se abrasa!, / ¡Canasta con la manía!, / ¡Esto de la raya pasa!, / ¡O se va usted de su casa, / o me voy yo de la mía!. Toca también Vital el tema de la cerveza, por cierto no tan apreciada como hoy: “Dénme marrasquino, ron, / cognac, vino peleón... / ¿pero cerveza? ¡jamás! / Primero bebo aguarrás / que esa maldita infusión”. Lejos estaba nuestro artista de imaginar la colonización mundial que protagonizaría la nutritiva bebida. Los epitafio los bordaba, y los políticos, también entonces acérrimos prosélitos del gran Alí Babá, no se escapaban de su afilada pluma: “El político Blas Pinos / duerme el sueño de la muerte. / No habléis aquí de destinos, / que es fácil que se despierte”. Si don Vital viviera hoy, y si además lo hiciera en la Sierra Norte de Sevilla, le faltaría papel donde escribir sobre esta irrecuperable ralea. Otro, este de pelanduscas: “Descansa bajo esta losa / la que fue con sus virtudes / buena madre y buena esposa. / Lo de madre no lo dudes, / lo de fiel... es otra cosa”. Hay cosas que nunca cambian. Como la elección de carrera universitaria, de las que nuestro autor decimonónico decía: “Hoy están todas tan mal / que no es fácil elegir, / y para colmo final, / nos cuestan un dineral / y no dan para vivir”. Y hay versos que parecen escritos ayer: “La de abogado antes era / una bonita carrera / de muchísimo provecho, / ¡ pero hombre si hoy cualquiera / es licenciado en Derecho!”. Y sigue: “¿La de medicina?, ¡horror!, / no creo que le convenga, / ¡si es la carrera peor! / Ya no hay casa que no tenga / en cada piso un doctor”. Y así hasta casi cuatrocientas páginas de jocosas ocurrencias que no dejan títere cabeza. Encontrarán “Todo en broma” en el Legado Soto Molina de la Biblioteca Central de Jerez, donde se regocija divirtiendo a sus propios compañeros de estantería. NATALIO BENITEZ RAGEL




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