sábado, 12 de noviembre de 2016

FRENÉTICO

Desde que McLuhan predijo, allá por el año 1970, a través de su famoso tratado  ‘La Galaxia Gutemberg’, que el mundo que conocíamos, el que venía de aquel invento revolucionario y que lo trasformó todo cual fue la imprenta, desaparecería con la irrupción de las nuevas tecnologías, muchas cosa han pasado pero quizás la más evidente es que aquella extrema predicción del canadiense no se ha llegado a cumplir ni nada parece indicar que vaya a serlo alguna vez, al menos tal cual él lo imaginó. Durante décadas, y tras el libro de McLughan, las profecías en torno a la desaparición real del libro en papel proliferaron tanto como las que vaticinaban el fin de los tiempos, sin embargo aunque es evidente que aquellas profecías erraron en lo esencial, también lo es que algo -o más bien mucho-, está cambiando, y lo que es más importante: el ritmo del cambio es tan frenético que realizar hoy día vaticinios y  profecías sobre el futuro del libro tradicional - pero también sobre el  digital o los mismos sistemas y plataformas por donde accederemos a la información- resultan inútiles.  Prestemos atención al ritmo del cambio  que mencionamos: la escritura apareció alreddor de 4000 años ante de C. Los soportes de esta también evolucionaron desde la tablilla de arcilla hasta el papel, al igual que los sistemas de producción que sufrieron una revolución con la irrupción de la imprenta de tipos móviles. Finalmente  en el siglo XIX  las prensas de vapor empezaron a imprimir millones de libros y periódicos a la vez que se popularizaba la lectura entre las capas más desfavorecidas de la sociedad. Pues bien, si se necesitaron milenios para esta evolución, y solo han trascurrido unas décadas, desde 1974 en que apareció la versión más básica de internet, hasta el día de hoy para que el ritmo frenético de cambio de las nuevas tecnologías  vayan trasformando el paisaje - pero todo ello sin que el libro tradicional haya desaparecido- ¿alguien se atreve a vaticinar lo que nos deparará el inmediato futuro? RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO  

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