Una vez pasado el estío
con su efecto adormecedor, o como mi amigo Atanasio dice “la estación mágica
que parece detener el tiempo” – nos volvemos a topar con la realidad cultural
en torno al libro y observamos con preocupación que todo sigue igual o casi. Para
evitar el desasosiego busco como cualquier lector que se precie, libros
notables a los que nos podamos subir
para evadirnos en este retorno – acabo
de iniciar la lectura de 4,3,2,1 de Auster, y otros como “Berta Isla” de Javier Marías, o La “Mirada de los peces” de Víctor
del Árbol esperan turno-. Pero volviendo a la realidad, lo cierto es que brillan por su ausencia las
iniciativas culturales en torno al mundo del libro que atraigan nuestra
atención, pero sobre todo que nos ilusionen. Y me refiero a las planteadas como
proyectos estables y de futuro. Por otro lado los libros siguen siendo muy
caros. La lectura siempre ha sido un placer caro, que como todos los placeres
tiene un costo material para disfrutarlo. Lo curioso es que pese a todas las
herramientas que las nuevas tecnologías ponen a nuestro alcance, como es el
caso de los libros digitales, lo siga siendo, incluso estos últimos lo son,
propiciando que la puerta del pirateo sigue entornada como una tentación para
los que por distintas razones no pueden o no quieren pagar el “vicio”. Todo esto va sucediendo ante la
desesperación de los intermediarios naturales, las librerías, que resisten como
pueden en un paisaje tremendamente hostil, y donde los autores pierden el control de sus creaciones apenas
las entregan a los editores. La solución no parece fácil. Sí, es cierto, la industria editorial
española sigue siendo muy potente, pero tras las bambalinas se puede atisbar un coloso con los pies de barro,
además de la paradoja de una oferta editorial no acorde con los modestos
índices de lectura del país. ¿Y las bibliotecas públicas? Pues si a finales de
los años 80 del pasado siglo resurgieron, creándose nuevos equipamientos,
adaptándose a las nuevas herramientas que proporcionaba la sociedad de la
información y ofreciendo un nivel de
servicios y fondos bibliográficos nunca vistos, hoy siguen sufriendo los
efectos de la crisis, que en el ámbito
bibliotecario ha sido devastador: reducción de servicios, recortes de medios materiales
y humanos cuando no cierre de muchos centros. Les decía que volvemos a la cruda
realidad, que en el caso del mundo del libro en nuestro país, son políticas
cortoplacistas que miran más al espectáculo que a las auténticas necesidades. Llamar
más la atención que solucionar los problemas de la sociedad, paradójicamente
cada vez más necesitada de información. El paisaje vuelve a ser el mismo tras
el estío, y solo nos queda la esperanza un año más de que algunos libros
notables me evadan de esta realidad tan prosaica y miope. (Ilustración de
Edward Hopper, 1952). RAMÓN CLAVIJO
PROVENCIO
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
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