viernes, 12 de enero de 2018

BIENESTAR

“Sé que cientos de millones de nuestros congéneres prefieren el fútbol a la música de cámara y que se quedarán absortos ante un culebrón o una película porno antes que coger un libro, y menos un libro serio. Amén a todo eso, dice el capitalismo. Que elijan libremente. Que se cocinen en su bienestar”, dice un personaje de la novela ‘Pruebas’ de George Steiner. La verdad es que algunas de las opciones o alternativas al libro o a la música de cámara expuestas tienen su punto. Como aficionado al fútbol y, por tanto, espectador impenitente hasta el cansancio y el aburrimiento (mi mujer dixit) de varios partidos a la semana (“hasta de la liga de Guinea Conakry”, mi mujer dixit), no puedo engañar a nadie: para mí la música de cámara, de vez en cuando y en pequeñas dosis. Sin embargo, nunca he seguido un culebrón en la tele, aunque algún amigo tengo por ahí que no paraba de recomendarme aquel “Caballo viejo” o don Epifanio del Cristo Martínez, por nombre del protagonista, que tanto éxito tuvo por los años finales de los ochenta y que incluso llegó a estudiarse en la universidad. Ahora, en estos tiempos tan azarosos, la libertad de elección que tenemos todos entre las alternativas a la música de cámara o a ese libro serio de lo que se lamentaba el personaje de Steiner ya no es el fútbol o un culebrón; la queja que entonamos los que nos lamentamos del bajo nivel cultural general de este país, y en concreto de la escasez de lectores, va dirigida a las nuevas tecnologías: los móviles, las plays, incluso Internet como instrumento de distracción. No se lee, la gente, sobre todo nuestra juventud, cada vez es más inculta (analfabetos funcionales) porque el mundo de hoy les ofrece muchas más posibilidades de entretenimiento que la música de cámara o la telenovela. ¿Y hay remedio a esto? ¿se puede revertir la situación? ¿qué hacer para formar a una sociedad lectora cuando, como dice Steiner, cada uno se cocina su propio bienestar, es decir, su modelo de vida? Una propuesta: ¿y si los actores de las pelis porno salieran leyendo? Mejor no. Nadie se fijaría ni en el título del libro. José López Romero.  


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