viernes, 2 de marzo de 2018

145 AÑOS DE LECTURA PÚBLICA EN JEREZ: LOS INICIOS II


Terminábamos el primer artículo de esta serie dedicada a la lectura  en nuestra ciudad, preguntándonos por qué la Biblioteca Municipal de Jerez, es hoy la única –de las cerca de un centenar inauguradas- que sobrevivió a esa iniciativa del ministerio de Fomento dirigido por Ruiz Zorrilla durante la primera República, con la loable intención de hacer llegar la lectura y el libro, y en definitiva la cultura, a las clases más desfavorecidas. Apuntábamos algunas conclusiones: muchos  ayuntamientos a los que se les dejó la gestión de dichas bibliotecas nunca estuvieron seriamente comprometidos con la iniciativa, justificándolo por lo gravosa que resultaba para las arcas municipales. Por tanto, las colecciones empezaron a desactualizarse, pero es que además  la mayoría de los locales dedicados a biblioteca eran espacios cedidos dentro de una escuela local, y que en muchos casos carecían de las mínimas condiciones para el servicio. Una tras otra esas bibliotecas fueron cerrando. Pero el golpe definitivo vendría tras la Restauración y la orden de restituir a la iglesia los fondos bibliográficos incautados, muchos de ellos depositados en los recién inaugurados centros bibliotecarios. Es cierto que estos fondos antiguos no representaban un estimulo para los posibles lectores, pero sumado al nulo incremento de las colecciones a lo  que  se habían comprometido los ayuntamientos, el resultado era inevitable: el cierre. En Jerez la restauración obligó igualmente al Consistorio a devolver los importantes fondos con los que la Biblioteca Municipal se había enriquecido, y que procedentes de la Colegial –hoy Catedral- fueron devueltos. Ello provocó  un momentáneo cierra en 1875. Pero en Jerez a diferencia de otras ciudades, la creación de la Biblioteca popular, luego municipal, contó con un potente respaldo público al frente del cual estuvieron personajes emblemáticos de la cultura y la política  local como Ramón de Cala. Ello impidió que la Biblioteca que se quería inaugurar fuera, como en otras localidades, instalada en un anexo de una escuela pública, y propició que el Consistorio se implicara con entusiasmo en la tarea, con el alcalde Revueltas y Montel al frente, cediendo para la iniciativa un edificio emblemático el antiguo Consistorio en la plaza de la Asunción (en la imagen). Pero como decíamos antes, todos estos esfuerzos pudieron venirse abajo con la Restauración y la consiguiente devolución de los ingentes fondos procedentes de la Colegial. Pero también en ese año clave de 1876, apareció una figura que hizo cambiar el sino de la biblioteca de Jerez, evitando que esta siguiera el mismo destino que el resto de bibliotecas  populares creadas durante la primera república: José de la  Herrán. Este, en un bando antológico, animó a la población a donar libros para cubrir los vacios dejados por la salida de los libros de la Colegial. La llamada tuvo éxito al implicarse toda la sociedad jerezana, y convirtiéndola a día de hoy en la única representante del movimiento bibliotecario surgido en 1868 (continuará). RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO  

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